Hambre

CAPITULO 2

–"¡Lucas!".– vociferó, intentando levantarse. Con un esfuerzo sobrehumano, se impulsó hacia adelante, pero el suelo resbaladizo lo hizo caer nuevamente. –"¿Qué demonios está pasando?".– murmuró para sí, luchando contra el miedo que amenazaba con devorarlo.

Desde la oscuridad, pudo distinguir la silueta de su hermano, un cuerpo enredado con la figura de la mujer.

–"¡Lucas!".– El tono de su voz fue de angustia pura. –"¡Lucha! ¡No te rindas!".– El caos reinaba a su alrededor, y los gruñidos de la mujer se volvían más intensos, casi animalescos, como si la esencia de la bestia misma estuviera desatándose.

–"¡No puedo! Está... ¡está loca!".– La voz de Lucas se alzó, entremezclada con un grito ahogado. –"¡No puedo sujetarla!".– Lucían sintió que su corazón se hundía; las palabras de su hermano eran un eco de desesperación.

Con un último esfuerzo, se levantó, tambaleándose por el dolor, y se lanzó hacia donde recordaba que estaba la linterna. –"¡Lucas, voy a encenderla!".– En su mente, el único pensamiento era la necesidad de iluminar la oscuridad y recuperar el control de la situación.

Cuando finalmente logró alcanzar la linterna, su mano temblaba al encenderla, la luz parpadeante reveló un caos aterrador. Allí estaban, en el suelo, Lucas forcejeando con la mujer, quien tenía la mirada llena de rabia y desesperación, las manchas rojas en su piel brillando con una extraña luz bajo el resplandor.

–"¡Apártate de él!".– gritó Lucían, alzando la linterna para iluminar el enfrentamiento. Pero el brillo del haz era insuficiente para disipar el terror que se había apoderado de la cabaña.

La luz reveló el rostro de la mujer, distorsionado en una mueca de locura.

–"¡No puedes llevarme!",– ella aulló, y su voz resonó como un eco de voces perdidas. Lucas, con el rostro pálido y la respiración agitada, luchaba por deshacerse de su agarre.

–"¡Lucían, ayúdame!",– rogó, mientras la figura de la mujer se abalanzaba sobre él con una ferocidad inhumana. La situación era una pesadilla viva, y el tiempo parecía detenerse en esa cabaña maldita, donde el destino de los hermanos estaba a punto de cambiar para siempre.

Lucían, sintiendo que el tiempo se agotaba, se impulsó con un último esfuerzo hacia la caótica escena. Sus manos temblorosas se cerraron alrededor de la cintura de la mujer, y en un movimiento desesperado, tiró de ella con todas sus fuerzas, logrando separarla de Lucas. La mujer soltó un gruñido espeluznante, sus uñas arañando el aire mientras intentaba aferrarse a su presa. Pero Lucían, movido por la adrenalina, la lanzó con una violencia que no creía posible. El cuerpo de la mujer salió disparado por el aire y, un segundo después, el sonido sordo de su cuerpo chocando contra la madera retumbó en la cabaña.

El silencio que siguió fue tan ensordecedor como el golpe. Lucían jadeaba, sus brazos temblaban mientras intentaba calmarse. A su lado, Lucas yacía en el suelo, su respiración entrecortada y el rostro cubierto de sudor.

–"¿Estás bien?"– preguntó Lucían, con la voz rota por el esfuerzo. Sin esperar respuesta, se inclinó hacia su hermano y lo ayudó a levantarse, sujetándolo por el brazo con firmeza.

–"Sí, creo que... estoy bien,"– murmuró Lucas, tambaleándose ligeramente al ponerse de pie. –"Gracias por... sacarla de encima."– Sus palabras estaban entrecortadas, el miedo aún evidente en su voz. Mientras trataba de recuperarse, Lucas levantó la vista hacia su hermano y notó algo que lo hizo fruncir el ceño.

–"Tu nariz..."– Lucas levantó la mano hacia el rostro de Lucían. La sangre manaba lentamente de su nariz, producto de la caída por las escaleras. –"Está sangrando... ¿te duele?"– preguntó con preocupación, sus ojos recorriendo el rostro de Lucían en busca de más heridas.

Lucían, tocándose la nariz con una mueca de dolor, sacudió la cabeza con resignación. –"No es nada,"– dijo, aunque el punzante dolor le hacía difícil concentrarse. –"Caí mal... pero estaré bien. Lo importante es que tú estás a salvo."–

Lucas asintió, todavía agitado, pero agradecido. –"Eso fue... muy raro. Esa mujer... ¿Qué demonios le pasa?"–

Lucían, aún con la linterna en mano, escaneó la habitación, su respiración agitada. –"No lo sé. Pero tenemos que salir de aquí ahora. Esto no está bien. Todo este lugar... hay algo mal aquí."–

Ambos hermanos giraron hacia la esquina de la cabaña, donde Lucían había lanzado a la mujer momentos antes. Todavía expectantes, sus ojos buscaron en la penumbra la figura que había sido arrojada contra la madera. Lucían, con la linterna temblando en su mano, dirigió el haz de luz hacia el rincón.

Pero no había nada.

–"¿Dónde está?"– La voz de Lucas tembló, el miedo volviendo a apoderarse de él. –"¡La lanzaste allí! ¿Cómo... cómo es posible que haya desaparecido?"–

Lucían frunció el ceño, la confusión mezclándose con una creciente sensación de pavor. –"No puede ser... la lancé con toda mi fuerza. Debería estar ahí. No pudo haberse desvanecido."–

Los dos permanecieron inmóviles, sus ojos clavados en el rincón vacío. El silencio en la cabaña era aún más opresivo ahora, como si la propia estructura estuviera conteniendo el aliento, esperando. Lucían avanzó un par de pasos hacia el lugar donde había lanzado a la mujer, su mente intentando encontrar una explicación lógica. Pero el suelo estaba vacío, no había ni rastro de ella.

Lucas, aún aturdido, se frotó la cara, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. –"Esto no tiene sentido... No puede haberse desvanecido así. ¿Y esos gruñidos? Era como si... como si fuera algo más que una persona."–

Lucían, aún con la linterna iluminando el lugar donde debería estar la mujer, apretó los dientes. –"No lo sé, Lucas. Pero lo que sea que esté pasando aquí, no me gusta. Tenemos que largarnos antes de que algo peor ocurra."–

Lucas asintió, dándose cuenta de que no tenían respuestas, solo más preguntas. Mientras Lucían retrocedía hacia su hermano, ambos sabían que, aunque la mujer ya no estaba a la vista, el peligro no había desaparecido. De alguna manera, sentían que aquello que acechaba en la oscuridad de la cabaña era mucho más grande y aterrador que una simple aparición. Juntos, impulsados por el miedo y la adrenalina, corrieron hacia la escalera como si de ello dependiera su vida. Sus botas resonaban contra los viejos peldaños de madera, un eco acelerado que se fundía con sus respiraciones entrecortadas. Lucas iba justo detrás de Lucían, ambos con el corazón latiendo a toda velocidad, mientras la sensación de que algo indescriptible los acechaba en la oscuridad les oprimía el pecho.




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