Hamilton Princess

Capítulo 4

—¿Qué hace esta tipa aquí?

Olivia rodó los ojos, dejándose caer en el sofá que yo ocupaba antes. Alex maldijo en voz alta y se fue a la cocina.

Es raro que Alex odie a alguien, pero hay que admitir que es más raro que alguien soporte a Olivia. Extrañamente la única persona que la aguanta es Gregg...

—Ian me dijo que estabas sola y quise venir ayudarte con Verónica.

—Gracias pero en estos momentos ya está dormida.

Me senté a la par de ella, tratando de mantener el ambiente armonioso. Sé que ella no está en su mejor momento y como su cuñada tengo que ser amable, lo más posible que pueda serlo aunque tenga que fingir. Pero a veces es muy difícil...

—¿Qué tal tu nuevo apartamento? —pregunté cuando Alex salió de la cocina con una bolsita de galletas de peces.

—Genial. Gregg fue muy amable y me compró unos muebles muy lindos —Hubiera reído cuando Alex se atragantó con las galletas pero preferí no hacerlo por mi bien—. No entiendo porque dicen que es el más molesto.

—Lo más seguro es que también te ayudó con tu asunto de ahí abajo, ¿no?

Una guerra de miradas comenzó entre ellos dos, dejándome a mí en medio de la guerra, a campo abierto, haciendo las posibilidades de recibir un disparo más posibles. ¿En qué pensaba Ian en decirle que estaba sola?

— ¿Estás preguntando si tuve sexo con tu hermano? —preguntó con una sonrisa de arrogancia. Olivia da miedo cuando sonríe de esa manera.

—No sé, ¿no entendiste? —sacó dos peces y puso uno con la cola hacia abajo y el otro acostado—. Te lo explicaré de esta forma para que tu cerebro podrido, como tu corazón, pueda entenderlo.

La migraña está volviendo...

—¿Pueden dejar de pelear como niños pequeños? —pregunté sobándome la sien y cerrando los ojos.

—Bien pero sigue la historia de donde te quedaste —escuché un quejido de parte de Olivia—. Tu cara atrae las almohadas.

Estoy condenada con estos dos. ¡Hasta Nicky se porta mejor!

"Suspiré, conté hasta cinco, luego hasta diez... veinte y treinta.

Decir que tenía miedo era poco, muy poco, a comparación al terror que sentía. ¿Qué se supone que tengo que decir? "Fue muy divertido tener una pequeña aventura contigo pero tengo que regresar a mi país, donde tengo una mejor vida que la que podría tener aquí y donde posiblemente termine casándome con el hijo de algún viejo multimillonario."

Cada vez que lo repito mentalmente, se escucha peor...

—Apuesto diez dólares a que seguirá ahí por otra media hora.

—¿Diez dólares? ¿A caso eres pobre?

—No puedo creer que ustedes sean los mayores...

—Yo apuesto cien dólares a que se desmaya de nuevo.

Voltee a ver a Chad con una cara de desprecio. No puedo creer que me tenga tan poca fe...

—Los mayores —repitió Demi, negando con la cabeza—. Ya entra ahí antes que la apuesta suba a doscientos.

—¡Si Chad puede dar cien, yo puedo dar el triple! —Gregg sacó su billetera y la abrió— Ehh... ¿Aceptan tarjetas?

—¿Me ves cara de cajero? —Zac sacó dos billetes de a cien de su bolsillo y se los tendió a Demi—. Tú serás la cajera.

Cuando el rostro de Demi agarró un tono rojo, abrí la puerta de la habitación y entré, cerrando la puerta justo cuando Demi comenzó a gritarles a los chicos. Sus gritos se escuchaban en el fondo y eso me dijo que en unos minutos, seremos echados del hospital como si fuéramos perros pulgosos y con alguna infección que puede convertir a todos en zombis...

No más videojuegos con Gregg.

—¿Ya estamos en la tercera guerra mundial?

Reí con nerviosismo al verlo despierto, más aún cuando sentí su mirada recorrer todo mi cuerpo. Mis manos temblaban levemente y mis ojos se cristalizaron, tenía todas las emociones encontradas y me debatía internamente en solo despedirme o ir hacia él y...

—Ven aquí y déjame probar tus labios, aun que sea la primera y última vez que pueda hacerlo, Prinzessin."

—¿Estás llorando? —preguntamos Alex y yo al mismo tiempo, admirados de que Olivia esté llorando como una niña pequeña.

—¿Cómo no quieren que llore? El hecho de que sea una arpía la mayor parte del tiempo no quiere decir que no tenga sentimientos —agarró la caja de pañuelos y se sonó la nariz.

—Esa oración es muy contradictoria —Alex le pasó la bolsa de galletas—. Come algo, tal vez si engordas me caigas mejor.

—No sé qué tiene eso que ver...—susurré sin comprender a ninguno de los dos.

—Si engorda tal vez Gregg deje de pasar tanto tiempo con ella —se encogió de hombros antes nuestras miradas de sorpresa—. Solo digo.

—¿Por qué quieres que Gregg se aleje de mi? —preguntó Olivia en un susurro, agarrando la bolsa de galletas.

—Porque por tu culpa, hay alguien que está sufriendo el doble. Como si el asesinato de su madre no fuera suficiente, tuviste que quitarle a Gregg.

Olivia agachó la mirada y comenzó a comer las galletas en silencio, aun asimilando la respuesta de Alex. La verdad es que la aparición de Olivia trajo pequeños problemas por todos lados... empezando con Susy, la mejor amiga de Asheron y terminando por mi tía Alaska... entre otras.

—No lo hago a propósito...—susurró para ella misma, compadeciéndome de ella, pasé mi brazo por su hombro y besé su mejilla.

—Todos merecemos tener a alguien que nos proteja, tú tienes a tu padre, a Ian, a mí y a Nicky —miré mal a Alex, quien se encogió en el sofá con la vista perdida—. Si Gregg y tú tienen algo...

—Gregg no me ama —sonrió con tristeza, agarrando una galleta y llevándosela a la boca—, ni siquiera le gusto un poco...

Dudo mucho que Gregg pueda llegar amar a otra chica.

—¿Quieren algo de comer? Ya será hora de la cena y Nicky despertará en media hora —me levanté del sofá y me encaminé a la cocina—. Si no se apresuran, les daré vegetales.

Como si hubiera dicho las palabras mágicas, ambos se levantaron y pasaron corriendo a mi lado, directos a la cocina.




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