Hamilton Princess

Capítulo 9

—Ian está muy ocupado

La pregunta del siglo es...

¡¿Por qué tiene que nevar en este momento?!

—¡Mi esposa está por dar a luz! No puedo quedarme aquí mientras mi hija está naciendo. ¡Yo iba a cortar el cordón umbilical!

—Lo siento, señor, pero todos los vuelos fueron cancelados por la tormenta.

Sentí pena por el pobre hombre pero todos tendremos que esperar. Por suerte vine preparado con una almohada de viaje, ropa cómoda y mamá me dio una lonchera con lasaña y papitas fritas.

Mi princesa ama la lasaña...

"Sonreí como bobo al verla desfilar desnuda por la habitación buscando no sé qué porque no le estoy prestando atención a lo que dice.

¿Para qué escuchar cuando puedo ver cada centímetro de su piel? Hasta ese pequeño ta...

— ¿Tienes un tatuaje? —Puso sus manos en su vientre, tapando el diminuto tatuaje— ¿Lo tienes? ¿Qué es? ¿Cómo no lo vi antes? ¡Victoria!

— ¡Ian! —gritó de regreso con las mejillas rojas como un jitomate muy rojo y adorable.

Si, pienso que los jitomates son adorables. ¡Soy un padre que ama ver a su pequeña comer jitomates!

— ¿Me dejas verlo, besarlo y luego disfrutar de las otras partes de tu desnudo cuerpo? —subí y bajé mis cejas en un acto de sensualidad pero sólo logré que se riera.

—No, tengo cosas que hacer.

Se dio la vuelta para seguir buscando su maleta de ropa interior. ¿Debería decirle que la escondí debajo de la cama?

Se estiró para buscar en el estante de arriba y ahí me aplaudí mentalmente, la mejor idea de mi vida... ¿Quién diría que esconder ropa interior sería mi mejor idea?

— ¿Dónde está? —susurró.

Salí de la cama y aprovechando su descuido, la agarré en brazos y la tiré en la cama entre sus gritos y risas. Me puse encima de ella, aprovechando para sentir su suave piel contra la mía.

— ¿Puedo ver ese tatuaje?

—Es una tontera —sus mejillas tomaron ese rojo tan inocente que me hace suspirar como bobo.

Me separé un poco para poder verlo y cuando me permitió verlo, no pude evitar reír. Tan hermosa..."

¿Quien se hace un diminuto tatuaje de una lasaña? Mi princesa, Victoria Hamilton.

— ¡Esta gente, nunca hace algo bueno!

Observé al hombre que estaba gritándole a la trabajadora del aeropuerto. Cuerpo esbelto, cabello oscuro, nerviosismo y arrogancia también sobresale de su apariencia.

— ¿Quiere papas? —le pasé la bandeja pero negó con la cabeza.

—No, gracias —me miró confundido cuando seguí comiendo cómo si nada—. ¿Cómo puede estar tranquilo?

—No tengo una esposa embarazada, aun que si tengo a mi novia esperándome en casa con nuestra hija —me encogí de hombros, quitándole importancia a la situación—. Se supone que tendría que llegar en tres días pero le daré una sorpresa.

—La última vez que le di una sorpresa a una novia, la encontré en la cama con mi hermano mayor —bufó, apretando las manos en puños—. Nunca volví a salir con una modelo.

Qué curioso, yo dije eso hace unos meses atrás. La vida es muy rara cuando quiere pero también fue culpa mía por decirlo en voz alta.

—Mi novia era modelo pero lo dejó para ser la madre de mi hija —Sonreí al recordar su bello rostro cuando hizo oficial la noticia.

—Ha de amarte mucho —dijo sorprendido.

Es un amor mutuo.

— ¿Quieres que te de un abrazo? —Negó con la cabeza, tirando las almohadas al piso con frustración— ¿Un besito en la mejilla?        

— ¿Quieres que te de un abrazo? —Negó con la cabeza, tirando las almohadas al piso con frustración— ¿Un besito en la mejilla?

— ¡Si, en la mejilla de mi trasero! —esquivé la almohada voladora que iba directa a mi rostro. Victoria no estaba muy feliz.

— ¿No eres muy celosa con Nicky? —me atreví a preguntar, preparándome para salir corriendo si mi pregunta la ofende.

Sorprendentemente, se sentó en la cama y comenzó a llorar en silencio. ¿No está siendo muy bipolar últimamente? Creo que estar sin Ian le afecta.

—No fuera tan celosa si fuera mía del todo —susurró entre sollozos, ocultando su rostro entre sus manos—. Tengo miedo que alguien me la quite porque ella es mi bebé, sin importar la sangre ni los papeles, ella es mía y si me la llegarán a quitar, no sé qué sería de mí.

—Es algo muy comprensible —me senté a la par suya y pasé mi brazo por su hombro. Tory puede actuar como una adulta pero sigue siendo una joven de veinte años—. Legalmente, no eres la madre de Nicky y su verdadera madre sigue teniendo más derechos que tú pero...

— ¡Cállate! —Me golpeó con la almohada, esta vez sin poder esquivarla— ¿Crees que no lo sé? ¡Es un miedo que tengo siempre! Todos los días despierto y deseo que esa arpía nunca vuelva aparecer en nuestra vida.

Ahora que conozco mejor a Victoria, me arrepiento de haber sido una arpía con ella el primer día que nos conocimos. En mi defensa, estaba pasando por un momento muy difícil ya que no todos los días tienes que firmar un acta de divorcio.

— ¿Por qué no le llamamos al imbécil de mi hermano para que te sientas mejor?

—Ian está muy ocupado...

—Ian está muy ocupado




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