Al llegar a casa, la busqué por cada habitación pero no había señales de ella. Lo único que encontré, fueron lugares muy sensuales, para demostrarle cuanto le amo. Igual no creo que sea un bien momento para proponerle que me deje hacerle el amor en el invernadero pero lo tendré presente para unos días más adelante.
Iba pasando por el pasillo de la planta alta cuando una cabellera castaña oscura asomó entre las ramas de un árbol. Sin detenerme más tiempo, bajé corriendo las escaleras y salí hacia el jardín trasero. Me detuve a unos pasos, admirando su perfil, estaba seria pero mucho más calmada que hace unas horas, incluso más calmada que hace días. No me gusta tener que pelear para poder calmarnos pero no hemos encontrado otra solución.
—¿Desde cuándo sabes escalar árboles? —dio un pequeño brinco del susto y rápidamente le agarré las piernas para evitar que se cayera—. Lo siento, no quise asustarte.
—Está bien...—respiró hondo y soltó el aire lentamente antes de regalarme una de sus hermosas sonrisas— Lamento lo de hace rato.
—Lamento parecer un necesitado sexual —rió levemente, mirando mis manos en sus piernas—. Te amo, Victoria. Lo sabes, ¿cierto?
Agachó el rostro y su sonrisa tembló un poco.
—Hace mucho que no lo escucho tan seguido como me gustaría...—negó con la cabeza y me miró a los ojos— pero aún que no lo digas seguido, sé que me amas. Digo, ¿quién soportaría tanto drama familiar si no me amaras de verdad? Son pequeños detalles que me hace saber que nuestro amor es fuerte.
—Yo supe que nuestro amor era fuerte, desde el día que te conté como vi a mi tía suicidarse —abrió los ojos sorprendida de que vuelva a tocar ese tema tan delicado—. ¿Recuerdas que ese día tuvimos una fea pelea? Te fuiste de casa con Nicky.
—No me lo recuerdes...—susurró, agachándose para poder besar mis labios con suavidad.
"Octubre, Casa Hamilton-Laurenti"
Fue el día más triste de mi vida. A mí alrededor todos celebraban el cumpleaños de Rosie, la sobrina de Asheron. Demi había pasado la tarde hablándome de un delicioso pastel, Hollie lucia perdida en su mundo, los chicos bromeaban, Asheron jugaba con Rosie, los adultos habían salido al jardín para poner una piñata de estrella. Todos estaban felices mientras yo los observaba a lo lejos.
—¿Vienes?
Miré la mano de Victoria, su pequeña mano decorada con un pequeño anillo que le regalé hace unas semanas. No era de compromiso pero cuando lo vi en la joyería, supe que era para ella.
—No, iré un rato a la habitación. Tanto ruido me está dando dolor de cabeza —hice una mueca cuando un chillido de Demi se escuchó como si la tuviera al lado— ¿Ves? Mucho ruido.
—Pero Nicky quiere jugar con su padre y...
—Luego, Victoria.
La dejé sola al pie de la escalera y me fui a la habitación.
Me estaba comportando como un imbécil pero este día no es para celebrar.
Los minutos pasaban y el ruido no cesaba. En un momento estaba bien y al otro ya no aguantaba la presión en mi pecho. Me quité la corbata y luego me quité la camisa, sofocándome por cada segundo que pasaba. Sin querer, tiré un florero al piso y luego tiré otro, esta vez fue a propósito. Mis manos temblaban y el dolor me estaba desgarrando. Caí de rodillas en el piso, sollozando en voz baja.
Que esto pare, por favor...
—¿Ian? —Escuché sus pasos más cerca pero me negaba a mirarla— ¿Qué pasa?
La empujé cuando se iba a arrodillar enfrente de mí y me sentí una bestia cuando gritó al caer de espalda.
—Hay vidrios aquí —dije con la voz ronca, me levanté con cuidado aunque siempre me corté las manos.
—Hubieras dicho...—me agaché para poder cargarla— luces muy pálido y tus labios casi están morados.
—¿Estás bien? —pregunté ignorándola. La senté a la orilla de la cama y me agaché para comprobar sus manos.
—Nada grave pero tú tienes un corte en la mano —agarró mi mano derecha y miró de mi corte a mis ojos—. ¿Quieres decirme que te pasa?
—Dejé de tomar mi medicamento, eso es todo.
—¿Vas a decirme para que es ese medicamento?
No... No quiero sacar ese tema. No quiero que me mire con lástima. No quiero ser el pobre niño con traumas que vio como dos de sus familiares moría.
—¿Qué importa? Ya no los tomo y estoy bien.
—Dile eso a tu rostro de espanto —pasó su dedo por mi mejilla, hasta mis labios—. Estás helado, pálido y das miedo. ¿Quieres que Nicky se asuste?
—Quiero que me dejen tranquilo por unos malditos minutos.
Bajó su mano lentamente, aún asimilando mis palabras.
—¿Tanto te molesta que me preocupe por ti?
—¡Deja de hacer eso, Victoria! —Me levanté del piso, pasando mí mano buena por mi cabello— ¿Siempre tienes que hacerme ver como el malo? ¡Sólo necesito estar solo! ¡No quiero hacer una estupidez y lastimarte! ¡Vete!
— ¡Lamento mucho preocuparme por ti! —Se levantó y antes de salir de la habitación, se dio la vuelta y me miró con su rostro lleno de lágrimas— No eres el malo pero yo tampoco soy la mala. Y si me preocupo es porque te amo...
Salió de la habitación y ya que en el piso de abajo todo se silenció, escuché perfectamente cuando salió de la casa, dando un portazo al salir.
Un imbécil... esa palabra queda corta para describirme.
Me quedé en la habitación aún con la imagen de su bello rostro lleno de lágrimas. Ella no merece sufrir por mí, debería darle sólo risas y amor, no amargura.
Victoria merece más...
—Si ya te sientes mejor, te llevaré con ella antes de que te acobardes —Asheron me empujó suavemente por la espalda, sacándome de la habitación— Vamos, estarás bien.
—-Hoy es su aniversario —susurré, el nudo en la garganta aún me molestaba.
—Lo sé pero prometimos que superaríamos todo, ¿recuerdas? Juntos íbamos a continuar con nuestras vidas, dejando atrás lo que nos marcó para mal —palmeó mi hombro, sonriendo con calma—. Ahora tienes a una mujer que te sostendrá cuando quieras llorar, Ian. Ya no estás sólo, amigo.
Editado: 16.09.2020