Hamilton Princess

Capítulo 20

—Hola, mamá. No sé cómo decirte esto pero... estoy embarazada y vinimos por Nicky para vivir un tiempo en Irlanda —me tiré en la cama, gruñendo—. Me da miedo hasta sin su presencia, no quiero imaginar cuando esté frente a ella.

Ian se mantenía alejado de mí, mirando la imagen del ultrasonido, dándole vueltas de un lado a otro. No sé si sean los nervios o es que su cerebro ya dejó de funcionar.

—Este no es su pie —susurró para sí mismo.

—Lo mismo decía papá — Sonreí cuando me miró—. ¿No estás muy nervioso?

—No es lo mismo querer un hijo a decir "está creciendo un hijo en el vientre de mi novia" —se acercó a la ventana a la par de la cama. Abracé su cintura, besando el pequeño tatuaje en su costado derecho—. Es algo nuevo para mí.

—Para mí igual y estoy igual de asustada que ti, pero seremos unos buenos padres, así como lo somos con Nicky.

Aún que asintió, la duda en sus ojos no desaparecía. Creo que es hora de recurrir al plan B.

Creo que es hora de recurrir al plan B        

—¡Muévete, Lucia!

Metí las maletas al auto con ayuda de Nicky. Bueno, ella me pasaba sus juguetes y me señalaba que maleta tenía que meter primero.

—No me grites, Lucas —mi hermosa esposa salió de la casa con un vestido muy veraniego. Muy lindo y todo pero no creo que sea indicado para el clima de Irlanda—. Es una boda improvisada, no la guerra.

—Cuando metes a mi niña en una Iglesia, sin mi permiso, sé vuelve una guerra —cargué a Nicky y se la di a Lucy—. Tú te encargas de mi niña mientras yo golpeó a Ian.

—Nuestra, es nuestra niña —rodó los ojos. Amo a esta mujer por tenerme tanta paciencia—. ¿Has considerado que hay una razón por la que quiere que vayamos? Además de esa boda, la cual es sospechosa.

No. Me niego a pensar que mi niña oculta algo. Es mi pequeña y mi pequeña no hace cosas indebidas. No, me niego rotundamente.

—Tiene veinte años, Lucas —canturreó, subiendo a Nicky en su sillita para niños—, apuesto a que no sigue siendo virgen.

Dios mío, ¿por qué tiene que torturarme de esta forma? No quiero la imagen de Ian metiéndole su órgano reproductor a mi niña.

Ahora quiero golpearlo con mayor fuerza.

—¿Quieres que me de un infarto? —Cerró la puerta con suavidad cuando se aseguró que Nicky estuviera bien y volteó a verme con una sonrisa—. Mi niña no ha hecho eso. Ella sabe que...

—Ella sabe que tú y yo nunca hemos sido unos santos, todo el mundo lo sabe —se puso de puntillas y rozó sus labios con los míos—. No olvides que una vez traumamos a Chase cuando entró sin avisar en tu oficina.

—Se lo merecía por entrometido —susurré, bajando mis manos a su trasero—, pero Victoria es diferente a ti y a mí. Ella es dulce, inocente y...

Sé soltó de mi agarré y subió al asiento del copiloto.

—Sube al auto y vámonos, pero cuando te diga que está embarazada, no te sorprendas —dijo antes de cerrar la puerta.

Ella no puede... No. Victoria es inocente y... y... Mierda.

Es idéntica a su madre.

¿Cómo le digo a Tory que Mérida intentó verse conmigo en Nueva York? Lo más probable es que decida correrme de la casa por no haberle contado al instante pero es que, siendo honesto, Victoria me da miedo

¿Cómo le digo a Tory que Mérida intentó verse conmigo en Nueva York? Lo más probable es que decida correrme de la casa por no haberle contado al instante pero es que, siendo honesto, Victoria me da miedo.

—¿Me pasas la azúcar, por favor?

Miré su sonrisa, sus ojos brillantes, sus labios rosas, sus manos, esas uñas largas y el tenedor. Si le digo ahora, podría clavarme el tenedor...

—¿Ian? —observé sus ojos... Oh, que bellos ojos— ¿Qué pasa?

—Me gustaría que nuestro hijo tuviera tus ojos —dije sin pensar, sólo fui honesto.

Sus mejillas se tornaron rosas, el mismo rosa de su labial. Estoy siendo muy paranoico ya que es imposible que alguien tan dulce como ella pueda ser tan violenta. Ella es Victoria, mi linda Victoria, no es Lucy, mi aterradora suegra.

—Eres muy lindo cuando no tienes tu entrepierna fuera del pantalón —me guiñó el ojo y llevó un pedazo de la frutilla a su boca.

—Tú eres muy linda cuando no usas ropa interior -mordí mi labio inferior al ver su blusa ajustada marcar sus pechos—. ¿Quieres darme cerezas?

—¿Qué? No hay cerezas...

Tan bella que no entiende el doble sentido de mis palabras.

Me puse de pie y quité los platos que sobraban de la mesa, dejándolos en el lavaplatos. Ella siguió comiendo su fruta lentamente, aún procesando lo que quise decir. Nunca creí que me excitaría tanto por culpa de una chica inocente, casi siempre me gustaban más las chicas atrevidas que captaban las indirectas con rapidez.

He salido con mujeres que me han hecho un buen trabajo con sus bocas en mi oficina, una secretaria lo hizo durante una reunión. Pero Victoria... con Victoria todo es diferente.

—¿Hablas de mis pechos? —ladeó su cabeza, al igual que Nicky lo hace. Sólo que Nicky se ve adorable y me provocan ganas de besar sus mejillas. Mientras que Tory... Ella provoca otras sensaciones.




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