Hamilton Princess

Capítulo 24

Me detuve enfrente de la pequeña Iglesia del pueblo, pensando en las consecuencias de casarme sin contarle todo a Victoria. Ella es la mamá de Verónica, sin importar papeles o sangre, ella es quien cuidó de ella y sigue cuidando de ella. No quiero preocuparla, Zac ya me está ayudando con todo pero es inevitable ocultarlo por más tiempo. En algún momento, tendrá que presentarse en la corte para pelear por los derechos de nuestra hija.

Cuando vi el caro de Lucas, me puse aún más nervioso. Estoy por arruinar un día especial y todo por haber querido luchar en esta guerra sólo. Victoria es mi princesa pero nunca debí esconderla de la guerra.

Espero que esto no termine en mi decapitación.

—Ian, no puedes ver a la novia— Lucas bajó del auto y se puso en medio de la puerta trasera—. Vete a la iglesia o arruinaras la sorpresa.

Sonreí cuando Tory salió por la otra puerta, luciendo un bonito vestido rosa pálido. Rodeó el auto e ignoró a Lucas cuando le pidió que regresara al auto. Cuando la tuve enfrente, el nudo en mi garganta se intensificó.

Mierda, esto será más difícil.

—Así que finalmente me contarás lo que te preocupa —se cruzó de brazos, acentuando sus bonitos y redondos pechos—. Habla, Ian.

No es fácil hablar cuando luce tan hermosa...

—Te amo, Victoria —dije primero para suavizar un poco el ambiente, obviamente no funcionó—. Fue porque sé lo mucho que te aterra perder a Nicky que te lo oculté y ahora me siento terrible —sobre todo ahora que su sonrisa se borró y el pánico inundó su rostro—. Tengo las pruebas necesarias para que puedas ser reconocida como la única madre de Verónica pero ella se está empeñando en publicar cosas malas sobre ti, está jugando sucio y todo se salió de control.

Volteó a ver a sus padres, comprendiendo la situación.

— ¿Esto es lo que me estaban ocultando todos? ¿Por eso no se negaron cuando dije que nos iríamos por un tiempo? —Sus ojos ya estaban llenos de lágrimas cuando volvió a verme— ¿Qué hubiera pasado si no te hubiera propuesto venir?

Odio que me mire de esa forma, odio hacerla llorar, pero todo fue para mantenerla feliz por más tiempo, hasta fuera obligado a contarle todo. Sólo quería conservar su sonrisa un poco más...

—Ya había comprado los boletos con destino a Japón, ya que me habías dicho que querías conocer más culturas...

Negó con la cabeza repetida veces, retrocediendo lentamente. Las lágrimas ya caían por sus mejillas y sus manos temblaban ligeramente por los nervios y el pánico. Odio verla así... ¡Maldición!

—Tenías que habérmelo dicho, Ian...—susurró, mirándome con decepción y tristeza— Es mi hija, nuestra hija.

—Lo siento, mi princesa. Quería mantenerte lejos de los chismes, ya tuviste suficiente de esos bastardos sin vida —me acerqué con cuidado, temiendo ponerla más nerviosa—. Quiero protegerte, es mi único objetivo en todo este problema.

Asintió y se dejó abrazar. Lloró por unos minutos en mis brazos, dejando ir el enfado, la decepción y la tristeza. No creo que me perdone del todo, ella merecía saber lo que estaba pasando en Nueva York y París, pero pensé en su seguridad emocional antes que en nada. Ella ya aguantó suficiente por mí.

—Quiero a esa perra en lo más bajo del nivel social.

Me separé de ella, intentando procesar sus palabras. Su mirada llena de odio me asustó más que la vez en la que Demi intentó empujarme del balcón de su apartamento cuando accidentalmente manché una pintura en la cual trabajó por doce horas sin descanso. Ese día vi mi muerte pasar frente a mis ojos.

Pero el rostro de ira en Victoria, no sé compara en nada con el de Demi.

—Cariño, creo que estás...

—Escúchame bien, Ian Collins —me interrumpió jalándome de la corbata, obligándome a agacharme a su altura—, esa perra se está metiendo conmigo y mi hija, algo que no le perdonare. Si quiere jugar con fuego, haré una fogata con su cuerpo de espagueti flácido.

Dios mío, Lucas no bromeaba cuando me dijo que Victoria tenía un lado oscuro.

—Así que, iremos a casarnos, luego tomaremos un vuelo a Nueva York y pelearé por los derechos de mi hija —acomodó el nudo de mi corbata y me sonrió con tranquilidad—. ¿Te parece bien, querido?

Asentí antes de dar la vuelta y entrar corriendo a la iglesia.

Nunca haré enojar a Victoria.

Esa perra, mal parida, hija de su

Esa perra, mal parida, hija de su... ¡Ahh! Me las pagará caro.

Ni siquiera hicimos nuestros propios votos, pero oficialmente estamos casados. No fue mi boda soñada, estuve molesta toda la boda, tuve que rezar veinte padre nuestros porque insulté mentalmente a Mérida, insultos que no son aptos para nadie más, menos en una Iglesia y con mi linda hija al lado mío vistiendo un bonito vestido rosa pálido. Me hubiera gustado que toda mi familia estuviera aquí pero después de la boda de Demi, estoy feliz de no haber dicho nada, especialmente por mi actual estado.

Ya quiero ver cómo le queda el rostro a Mérida cuando le dé con la silla...

—Sonríes de una forma muy malvada que me recuerda a tu madre cuando está en sus días de menopausia —papá pasó su brazo por mi hombro y besó mi sien—. Es increíble que hayas sacado ese lado de tu madre.

—De mamá y de ti, padre —salimos de la Iglesia, dejando a Ian atrás con mamá. Nicky se soltó de mi agarre para esperar a su papá.

—Es cierto que puedo ser cruel cuando me lo propongo —volteo a ver hacia atrás y luego me sonrió con maldad—. Por eso me contacté con los ex novios de Mérida. Adivina quien tiene mala reputación por arpía infiel.




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