Hamilton Princess

Capítulo 30

Trabajar no es tan malo. Al menos mi trabajo es cómodo. Papá viene a verme cada tres horas para comer o tomar un aperitivo juntos, Ian se escapa de papá en ocasiones y nos encerramos en el baño de mi oficina, Hollie o Nicolás vienen a dejarnos a Nicky en la tarde y ella se va a dar una vuelta por todo el hotel, acompañada de la gerente, quien es una agradable señora, madre de tres hijos.

Estoy sabiendo llevar mi vida como madre, esposa y trabajador, al mismo nivel. Estoy orgullosa de mi misma.

—Cariño, tengo algo que decirte —Ian me abrazó por la espalda, mirando por el ventanal con vistas a un bonito parque y un restaurante.

—Si es otra broma sobre, "la belleza de mi enorme barriga", te golpearé —me recosté en su pecho.

—Pero si es pequeña —bajó sus manos a esta y la acarició en círculos—, igual que una bolita de cristal.

—Tienes razón —me di la vuelta y sonreí ante su confusión—. ¿Sabes que veo en tu futuro? Tú, sólo, en casa de tus padres y divorciado.

Abrió la boca sorprendido. Creo que últimamente estoy siendo un poco pesada, aun que muchas veces el se lo busca.

—Lo siento —murmuré, regresando la vista al ventanal.

—¿Estresada o hormonal? —golpee su estómago con mi codo. Él rió levemente, no queriendo enojarme aún más—. Quería decirte que estaba pensando en volver a Irlanda para tener nuestra luna de miel.

Luna de miel... negué con la cabeza, fastidiada con las palabras que mamá me dijo hace unos días. No sé que tiene la mujer con molestarme.

Lo peor de todo es que tiene razón...

—No sé, lo hablaremos en casa —dije, dando por finalizada la conversación.

Ya sola en mi oficina, pude sacar el álbum de la gaveta del escritorio, abriéndolo en la primera página, la cual ya fue completada. La lista ha sido tachada por completo, sólo falta algún que otro detalle pero lo más importante, fue arreglado.

"Tienes una larga vida de matrimonio por delante, Tory. ¿Segura que no te arrepentirás en un futuro al no haberte casado correctamente?"

El vestido de novia que había comprado hace un año, más o menos, colgaba en el fondo de mi armario, llamándome a gritos para que lo sacara de allí. Desde pequeña, planee como sería mi boda ideal, el color de la decoración, las flores, mis damas de honor, hasta el traje de mi prometido. Ian no ha desaprovechado el traje que compro para la que iba a ser nuestra boda, la usa para los eventos en el Hotel o para las reuniones importantes, pero... ¿Dejar ese hermoso vestido sin usar? ¡Es pecado de la moda!

Respiré hondo y agarré mi teléfono, llamando a mis confidentes.

—¿Hola? ¿Tía Victoria? —respondió mi dulce sobrinita, Wendoly.

—Hola, dulzura -sonreí cuando le dijo a Hollie que era yo- ¿Puedes decirle a tu mamá que necesito hablar con ella?

—Mamá está ocupada con papá y tía Cristal. Creo que el abuelo está enfermo... —dijo en voz baja.

El papá de Nicolás es un sobreviviente del cáncer, luchó, sin dejarse vencer y salió triunfante. Según sé, la razón por la que no quiso rendirse, fue Cristal, temiendo que ella se quedara sola y a cargo de su cruel madre.

Es un hombre digno de admirar.

—No te preocupes, dulzura —murmuré, intentando calmar a Wendoly—. De seguro es una pequeña gripe.

Ella susurró un "está bien" y dudé en si lo que le dije estuvo bien. Las pequeñas ya han sufrido demasiado y que el señor Ricci vuelva a enfermar, no ayudará a la salud de las niñas. Espero que enserio no sea nada grave, por el bien de las niñas, de Nicolás y el de Cristal.

Después de despedirme de Wendoly, marqué el número de Demi, quien respondió al cuarto tono.

—¡Fresa de mi vida!—gritó alegre, inmediatamente me contagió una sonrisa— ¿Lista para tener una semana sexosa y loca?

—Primero, no será loca porque no puedo alocarme mucho en mi estado y segunda... Si —admití riendo.

—¡Perfecto! Asheron acaba de llegar con el pedido especial.

Genial... ¿Por qué estoy tan nerviosa? Digo, sólo llevaré a mi esposo de regreso a Irlanda, donde prepararemos nuestra boda, con mi familia y la suya.

Normal, muy normal...

Conduje en silencio, mirando de reojo a Victoria

Conduje en silencio, mirando de reojo a Victoria. Cada diez segundos, se movía incómoda en su asiento y suspiraba, signo de estar ansiosa. Lleva una semana en ese estado, y siempre que le pregunto, me dice que está bien.

¡Eso no es estar bien! ¿Y si me está engañando? ¿Y si ya no le atraigo? No, imposible. Anoche gritaba mi nombre, llena de placer.

¿Y si dejó de amarme?

—Compré los boletos de avión —dijo, interrumpiendo mis tenebrosos pensamientos—, espero que no te moleste.

—No, en absoluto —respondí de inmediato, sintiéndome un poco más aliviado—. Es el mejor momento para estar juntos, ¿no crees?

Llevé mi mano derecha a su barriga, acariciándola con suavidad. La idea de tener a nuestro bebé ahí adentro, sigue pareciéndome sub-real.

—Es el mejor momento para aclarar nuestra relación.

El pánico se apoderó de mí al escuchar esas palabras. ¿Aclarar? ¿Qué hay que aclarar? Maldición, me llevará a Irlanda para que nos divorciemos.

—¿Hice algo mal? ¿Es ese el problema? —pregunté, mi corazón se estaba poniendo más nervioso que nunca.

—No, ningún problema.

Su respuesta no me ayudó para nada. Si no hay ningún problema... ¿Qué está pasando?

—Me estás asustando, Victoria —le dije sincero.

—Es que hay muchas cosas que aún me vuelven loca de sólo pensarlas. Te amo, eso lo sabes y sabes que nuestro amor es inmenso —respondió, poniendo su mano encima de la mía, que aún estaba sobre su barriga—. Pero eres mi primer amor, mi primero en todo, hay cosas que aún no he podido hacer y que en unos años, no creo poder hacerlo. Nuestro amor surgió de inmediato, las situaciones de las vidas no hicieron saltarnos varios pasos a seguir y ahora...




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