Hamilton Princess

Capítulo 31

Ian, Ian, Ian.

—¿Todo bien? —negué con la cabeza, metiendo la ropa en la maleta ante la mirada confusa de Demi— ¿Discutieron?

—No, yo discutí por una tontería —cerré la maleta y me senté encima de esta para poder aplastarla y cerrarle el zipper—. Él nunca hace nada malo. Sólo me saca de mis casillas, me vuelve loca, me altera, me... —la miré furiosa cuando se atrevió a reírse— ¿Qué es tan gracioso?

—Ustedes y su manía con no dejarse llevar por el amor —cerró la maleta con facilidad, sin siquiera un pequeño esfuerzo—. No todo es complicado, Tory.

—¡Lo dices porque tienes una relación perfecta! —exclamé, levantándome de la maleta y caminando de un lado a otro, completamente alterada.

—Mi relación no es perfecta, discuto con Asheron cada día —rodó los ojos pero no dejó de sonreír—. Bueno, las discusiones son sobre los nombres para el bebé. Pero antes de quedar embarazada, discutíamos por cosas insignificantes como: la ropa sucia, la limpieza, el control de la televisión, las laptops, la ropa limpia —se mordió la uña, sus mejillas se sonrojaron un poco—. No diré lo otro pero te harás una idea. El punto es qué, a pesar de las discusiones tontas, nos amamos.

Miré la foto que estaba en mi tocador, era de nuestra primera navidad juntos, donde tío Derek volvió a quemar la cocina y el día que Ian fue un romántico de primera al llenar todo el techo de nuestra habitación con muérdagos. Fue cuando me pidió que nos casáramos y tuviéramos tres hijos...

Llevé mi mano a mi barriga, acariciándola con una sonrisa. Hasta ahora, llevamos dos de tres.

—Me preocupa un poco el futuro, como siempre —admití en voz baja, sentándome en la cama, a la par suya—. No he hecho nada más que viajar por todo el mundo por trabajo, tengo mil fotos mías pero ninguna con un novio, ni tuve la experiencia de mandar fotos en lencería para él.

—Eso puedes hacerlo con Ian—me empujó con suavidad, haciéndome reír.

—Nací aquí, crecí aquí y nunca en mi vida he tenido un beso bajo la torre Eiffel —asintió, comprendiendo lo que quería decir—. No he podido nadar desnuda, no he plantado un árbol, tengo dinero y no tengo en que gastarlo. ¡Quiero poder tener sexo en un avión! ¡Quiero decir "Vete a la mierda" cuando alguien me insulta! Quiero...

—Quieres vivir como una chica de tu edad, es comprensible —pasó su brazo por mi hombro y me abrazó, dejando que recostara mi cabeza en su hombro—. No diré que no puedes hacer eso. Tampoco diré que ya eres madre y que tienes que actuar como tal. Eres Victoria y estás viva, cariño. Vive, haz locuras, ama sin miedo, insulta a todo al que te mire mal, ten sexo donde te dé la gana. Ah, Pero estoy en mi deber de decirte que tengas cuidado de que no te atrape la policía.

—O los paparazzi... —susurré, pensando en lo horrible que sería aparecer desnuda en primera plana.

—Que se vayan a la mierda. Es tu cuerpo, haces lo que quieras con él y no sería la primera vez que un Hamilton aparece desnudo en una revista —hago una mueca.

—Estoy segura que nadie salió en primera plana con el título "Sexo en los arbustos".

—¿Acaso nunca has leído las revistas que esconde tío Lucas en el sótano? —Rio por mi rostro de sorpresa— Tranquila, fue con tía Lucy.

No sé si eso me tranquiliza...

—Entonces...

—Habla con Ian —me interrumpió. Besó mi frente tiernamente antes de levantarse—. Es un hombre locamente enamorado, un poco idiota a veces pero tiene un enorme corazón. Sé que él te ayudará en todo, te protegerá y hará todo lo posible por hacerte feliz.

Sé que sí. Ian es el mejor hombre que pude haber conocido, es perfecto a su manera, aún con su estupidez. Y es por eso que lo amo...

Demi me deseó suerte antes de irse, tenía que verse con Alex para una "misión importante de hermanos". No entiendo a ese par...

Respiré hondo antes de salir de la habitación y dirigirme a su oficina, dispuesta a conseguir todo lo que quiero. Por suerte Nicky se quedó a dormir con mis padres, después de jugarle mil veces que no la dejaríamos por más de veinticuatro horas. Entré a la oficina, encontrándolo sin camiseta y con sus lentes de lectura, leyendo algún archivo. ¿Por qué tiene que verse tan caliente? Si me distrae, arruina mis planes.

—¿Todo bien, amor? —me preguntó al ver que no hablaba.

—No, nada está bien —golpee el escritorio con mi puño, dejando que la rabia se apoderara de mi para no ceder ante la tentación de arrodillarme frente a él. Por supuesto que hablo de forma sexual, porque esa es la única forma en la que hará que me arrodille.

—Bien... —dejó el archivo en el escritorio, algo nervioso por mi actitud— ¿Qué pasa?

—Quiero tener relaciones sexuales en un arbusto.

El silencio inundó la oficina y tuve que morderme el labio inferior para no reír ante su rostro de sorpresa y confusión.

—¿Son las hormonas de nuevo? Creo que debemos hablar con el doctor para ver si es normal —agarré el archivo y lo tiré al piso, junto a otros papeles—. Victoria Hamilton...

—Ian Collins —dije dejando su laptop en la mesita de al lado, despejando por completo su escritorio—, acabo de decirte algo serio.

—¡No tiene sentido! —pasó su mano por su cabello, claramente nervioso por la situación.

Siendo honesta, no venía con este propósito pero es divertido ponerle nervioso.

Me senté en medio del escritorio, poniendo mis pies cerca de su miembro, a lo que él tragó en seco.

—¿Sabes cuantas veces te he dicho "te amo"? —asintió, sonriendo un poco— Un poco raro, pero ese tatuaje tuyo acabará marcando todo tu cuerpo porque pienso repetirlo mil veces, cada día, cada segundo si es posible. No hay forma en la que no pueda decirte "te amo", cuando cada día, haces que te ame aún más.

—Cuarenta veces, contando estas —acarició mis piernas, subiendo lentamente hasta mi muslo—. Lo malo es que las rayitas ya no sé ven muy lindas —reímos un poco, al recordar cuando el tatuaje comenzó siendo cinco rayitas, representando las primeras cinco veces que le dije "te amo". Ahora parece que Nicky lo pintó con un marcador.




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