Hanna
Lo primero que veo al entrar a casa es a mi hermano, luce preocupado y sé que debí avisarle de mi paradero, pero no podía solo decirle que una vez más fui débil ante los recuerdos que me azotaban y lo cuanto me costaba deshacerme de un “estúpido objeto” ya pasamos por esto y la verdad es que tuve suficiente como para discutir con él una vez más.
Se que es patético, pero tampoco es como que quiera que lo entiendan.
-Hanna esta no son horas de llegar- la voz de mi hermano sale con fuerza- No sé qué hacías a altas horas de la noche fuera, pero no quiero que esto se vuelva a repetir.
Dejo mis llaves en la mesa junto a la entrada y la mochila sobre el sofá
Bueno, al menos la sala-comedor no está abarrotado de gente y es algo que agradezco de haber llegado casi en la madrugada.
La “casa de los Vera” está constituida por cinco cuartos, dos en la planta baja y los tres faltante en la segunda -eso sin contar el despacho de Cole y el estudio de Elizabeth- la cocina que, gracias a las travesuras de Jaison, es abierta con vista a la sala y le da más libertad a Elizabeth y a la nana de mi hermano -la cual luce demasiado joven para su edad- ver lo que ocurre en casa, la nana tiene su habitación en la segunda planta junto a la mía, esas dos son las únicas que están lo suficientemente alejadas de la buya.
Camino a paso lento y con la frente en alto, sin mostrar sumisión a mi hermano hasta el pasillo que da a mi “refugio” deteniéndome cerca de las escaleras en donde se encuentran Cole con su entrecejo fruncido y su esposa, alerta a lo que pueda pasar, como si armar una escena a mitad de la madruga estuviera en mis planes.
Patético.
-No quiero a nadie en mi habitación- él sabe a qué me refiero- Y de una vez te digo Cole, esta es la última vez que me mandas a un Instituto y menos usando TU apellido.
Mientras sigo avanzando por el largo pasillo escucho como Cole grata mi nombre unas cuantas veces antes de llegar a mi cuarto y encerrarme, la oscuridad de mi habitación me recibe, solo unos cuantos rayitos de las bombillas que iluminan las afueras del bosque se filtran a través de la ventana, iluminando una parte de esta. Saco mi teléfono del bolcillo y lo conecto con las bocinas, la voz de Billie Eilish inunda mi habitación. Me quito el sweater y los jeans, deshago la cola dejando mi cabello caer en cascada hasta el inicio de mi trasero.
-Me gusta este tipo de bienvenida pequeña.
Suspiro y no sé si de frustración o de cansancio y es que, si no me lo encontraba con mi hermano, estaría en algún otro lugar, rondando por los pasillos o solo siendo un idiota con mi pequeño hermano.
Totalmente equivocada, como si no lo conociera lo suficiente para saber que su pasatiempo favorito es estar día y noche jediéndome la vida.
-Creo que hay cosas que no cambian- comento encendiendo la luz y tomando un minishort de la cajonera- sigues siendo tan insoportable.
Jonathan solo niega mientras ríe, no sé qué le parece tan gracioso al idiota este.
-Quiero que te largues de mi habitación- lo encaro.
Y creo que esta vez no debí ni dirigirle la palabra al idiota del sobrino de Elizabeth. ¿cuánto puede cambar una persona al crecer y desarrollarse lo suficiente como para no dejar rastro de aquel niño altanero, llorón y mimado? ¡¡¡Y el maldito lo disfruta!!! disfruta dejarme con la boca abierta-no literal- y no es que antes haya sido un crio cara de cráter, de hecho, se podría decir que era un niño lindo, capaz de hacer que una chica hiciera de todo para estar con él, palabras de su tía no mías, y si, el niño era un maldito creído.
¡¡ Pero joder, el desgraciado esta como quiere!!
-¿Disfrutando pequeña arpía?- hace una mueca pensativa- aunque, el pequeña no te queda, no con lo que el tiempo hizo en ti- sus ojos grises le echa un vistazo a mi cuerpo, comenzado con mis largas piernas descubiertas y finalizando en mi rostro.
Un destello dorado surco por sus pupilas y no estoy completamente segura de, si lo que vi reflejado en ellos fue real o una desagradable jugada de mi subconsciente.
Seguro es solo el cansancio, aunque no me sentía nada agotada.
-No sé cómo entraste y tampoco estoy tan emocionada por saberlo- me dirijo a mi closet- pero debes irte, no quiero a nadie invadiendo mi espacio y mucho menos a un crio que no hace más que fastidiar.
Estoy tan concentrada en buscar los reemplazos de mis auriculares en una de las repisas que no me di cuenta el momento en el que decidió acercarse lo suficiente para sentir su cálido aliento rosar ligeramente mi cuello.
-Ya no soy un crio pequeña- un cosquilleo desconocido se apodera de mi estomago al escucharlo hablar tan bajo y con ese tono- ¿te pongo nerviosa? O ¿es que es exquisito olor es por algo más?
-¿A qué te refieres?- hago uso de mi poco auto control para que las palabra no salgan temblorosa y mostrar cuanto me afecta tenerlo tan cerca.
-Estas temblando Hanna y tu respiración se ha vuelto errática.
¿Temblando?