Jonathan
Pasa alrededor de media hora cuando estaciono la camioneta de mi padre en medio de la nada, apago el motor antes de sacar la llave de la ranura. Tomo una larga respiración percibiendo el agradable, casi adictivo olor de la pequeña arpía echa bolita en el haciendo de copiloto. No lo niego, si me sorprendió un poco haber encontrado a mi mate y que dicha personita estuviera ligada-de alguna manera- a la vida de mi tía, pero me alegró saber que ese adictivo olor a frutos rojos venía de nada más y nada menos, que de la pequeña arpía. Desde pequeños, a la edad de diez y ella nueve, la molestaba, pero era por el simple hecho de que me atraía su forma de ser.
Una tonta sonrisa se apodera de mi rostro al recordar la sensación de tenerla cerca y templando en mis brazos, claro que todo se fue a la mierda cuando Cole decidió irrumpir en su habitación y luego la imprudencia de mi tía al decir lo de su padre. Me molestó que nos interrumpieran y sin importar el dolor que me causaron sus palabras, gozar de las pequeñas arrugas que aparecían en el puente de su nariz cuando se molestaba, pero lo que me partió el alma, fue ver cómo trataba de no quebrarse delante de nosotros.
Admiraba su fortaleza.
Sería una excelente alfa si no fuera por qué es total mente humana.
Siento como mi pecho se oprime Y es la única señal que necesito para que mi cuerpo se ponga alerta.
-Ella está sufriendo Jonathan- la voz de mi lobo hace eco en mi cabeza.
-Lo sé Gael.
- y si lo sabes ¿Por qué no haces nada? - emite un gruñido.
Ella se remueve en el asiento soltando gemidos, posiblemente por alguna pesadilla o solo sean calambres a causa de la postura en la que durmió. Sea cual sea el motivo de los quejidos, no me detengo a pensarlo demasiado e intento despertarla con sumo cuidado.
Si no fuera por el carácter que tienes…
Me deshago del cinturón antes de moverla un poco mientras la llamo por su nombre, ella se remueve y nada que despierta.
-Vaya sueño pesado que se carga.
El comentario de Gael me hace sonreír un poco, sabiendo que no lograré nada estando dentro de la camioneta, salgo y troto hasta su lugar, abro la puerta con cuidado de no dejarla caer y me acerco a su anatomía. Su hermoso rostro, aún con el ceño fruncido, está rojo, sus mejillas húmedas y varios hilos de su cabello castaño pegados en ellas.
Sintiendo la misma operación la muevo para que salga de una vez de lo que sea que esté pasando por su mente.
-Hanna, pequeña-la llamo elevando un el tono de voz, pero sin gritarle- nena, despierta, es solo una pesadilla.
De apoco va habiendo los párpados, se endereza y estira en el asiento. Algo que me parece tierno es verla recién levantada, aunque fueron pocas las veces en las que iba a escondidas hasta su cuarto y tenía la ventaja de que- siempre, sin importar qué- llevaba sus audífonos puestos mientras dormía.
-Tofo un acosador desde pequeño Jonatan- le escucho decir burlón a Gael.
-En mi defensa, era un crío que buscaba su atención.
-¿Eras?
-Bueno, aún lo soy- ruedo los ojos- y tú cállate que estás igual o peor que yo.
-Claro, claro.
Mi lobo corta la conexión entre risas.
-¿En dónde estamos?
Pongo toda mi atención en la pequeña morena delante de mí, sus ojos hinchados, por la pequeña siesta o por llorar mientras dormía, no lo tengo claro aún, escanean mi rostro con cautela.
No estés a la defensiva pequeña, no te haré nada.
Quisiera decirle, pero ya tengo mucho con que me haya permitido ver- aún que sea poco- lo que esconde tras esos muros.
-Estamos en el mirador- ella me mira sim entender- el que está a las afueras de la ciudad.
-Mmmm- se deshace del cinturón e intenta salir del auto- ¿Podrías mover tu trasero para que pueda salir con libertad?
Me enderezo antes de dar varios pasos hacia atrás. Ella sale sin problema y segundos después, busca algo en los cojines del asiento.
-¿En dónde están?- la pregunta sale en un tono apenas audible para los oídos humanos (valga la redundancia)- mmmmm, olvide que los había dañado esta mañana.
Río por lo bajo, sin poder evitarlo.
-¿Qué es tan gracioso idiota?- se voltea y fija sus hermosos ojos en mí.
Yo niego aún con una sonrisa plasmada en el rostro.
-No es nada pequeña arpía.
-No me llames así- ella cierra la puerta del copiloto antes de comenzar a andar por el sendero.
-No seas tan cascarrabias, eso causará que salgan arrugas en tu hermoso rostro- la molesto un poco.
Alcanzo a ver cómo hace sus manos puños mientras avanza con zancadas largas. La tía Elizabeth alguna vez me comentó sobre el lugar en el que Hanna solía visitar cuando no soportaba estar en su casa, era lindo y tranquilo, se podía respirar paz.
Hanna detiene sus pasos, mira por los alrededores cómo si estuviera buscando algo o a alguien, luego cruza a la derecha pasando algunos árboles con cuidado de no darse con ninguna rama. Es asombrosa la agilidad con la que se mueve, eso contando que sus reflejos están menos desarrollados en comparación con los míos, yo la sigo desde una distancia prudente,
Luego de varios minutos, llegamos a un acantilado con vistas a la ciudad.
Ella se detiene en la orilla, el viento de la madrugada dando contra su cuerpo, causando ligeros movimientos en su cabello.
-Gracias- gesticula por lo bajo, pero suficientemente alto para que una persona normal escuche- Gracias por traerme, casi nadie sabe de este lugar- su mirada se dirige al cielo- supongo que mi hermano te mencionó algo.