En mi vida he estado tan ansioso como ahora, tengo a la chica que me está volviendo loco con su aroma siguiéndome el paso hasta la entrada del bosque. No fue fácil acercarme a esa mujercita -además de tener un carácter de mierda- nunca salía de esa habitación y me estaba desesperando. Jeison me dejo el camino libre cuando dejo la puerta medio abierta y desconozco si lo hico a prepósito o solo se le paso, pero, sin pensarlo dos veces entre. Tenía que hacerlo si quería acabar con esta agonía de tenerla tan cerca, pero sin poder tocarla o tan siquiera hablarle.
suspiro cansado.
-Jonathan – escucho la voz de mi lobo- Noto a Hanna tensa, parece como si estuviera alerta.
-¿Por qué lo dices?
-Su olor cambio.
Con disimulo olfateo el aire notando un ligero cambio en el ambiente y en el olor que desprende el cuerpo de mi pequeña, agudizo mi sentido de la audición buscando algo en los alrededores.
Son solo grillos, aun así…
-¿Todo bien pequeña arpía? – intento no sonar alarmado.
Ella tarda en responder.
-Si…- me contesta no atan segura- es solo el frio de la noche que me pone la piel de gallona.
-¿Segura?- si hace algo de frio, pero algo me dice que su respuesta no es del todo cierta- si quieres podemos devolvernos.
Ella deja salir un ruido entre quejumbroso e irritado.
-Eso quisiera, pero si quiero que no me molestes más, debería seguirte y olvidarme del frio- fruncí el seno por sus palabras.
-¿Tanto te molesta mi presencia?- no sé por qué lo pregunto si es más que claro que no me soporta.
Pero aun así no puedo ni quiero dejarla, moriría de celos verla con alguien más y el solo pensarla lejos de mí, haciendo su vida, dolía demasiado.
-Puede que así sea- su voz bajo barios tonos, podría jurar que lo que decía era una viil mentira y mi lobo aulló feliz.
Voy a terminar bipolar por esta mujer.
-Bueno- detuve mis pasos- creo que aquí está bien.
Doy media vuelta mirando sus gestos, buscando en ellos algún atisbo de miedo o duda y al no encontrar nada, intente que mi cuerpo se relajara para poder decirle lo que mi familia y yo éramos. Si luego de ello desea espacio, se lo daré, pero alejarme jamás será una opción.
Tomo algunas respiraciones antes de buscar su mirada.
No seas cobarde Collins.
-¿Alguna vez te han hablado sobre criaturas sobrenaturales?- espero por una respuesta de su parte y para mi sorpresa, ella asiente pero con duda y cautela- tal vez suene loco, pero mi familia y yo somos algo parecido a eso.
-¿A qué te refieres con eso?
Diosa, pensé que esto iba a ser más fácil, contando con que Cole también era uno de los nosotros por haber sido convertido por ser pareja destinada de mi tía.
-En el mundo existen más razas o criaturas que solo humanos- ella se mira confusa cuando pronunció la palabra humanos- Entre ellos están los lycans o licantrópos, eso como desees llamarlo- tumo aire y hago mis manos puños, abriendo y cerrando para tratar de calmar el temblor de mi cuerpo- Hanna, soy un hombre lobo.
Ella no dice nada, solo se queda ahí buscando con sus hermosas orbes algo que le indique que, lo que acabo de decir es una estúpida broma, <<ya quisiera, así no sería tan difícil decir lo que viene>> Hanna separa sus labios para decir algo, pero se arrepiente y niega retrocediendo dos pasos. La tensión en el ambiente es palpable, mis manos se hacen puños y unas tremendas ganas de acercarme y decirle de una que es mi alma gemela, esa que la diosa luna decidió otorgarme para que seamos uno solo me dominan, pero no, debo ser paciente si quiero que no huya y se cierre por completo a darme una oportunidad.
Respiro hondo, llenando mis pulmones con el aire de la noche y aspirando su exquisito aroma, eso me da un poco más de valor para dar un paso a su dirección y seguir.
-Pequeña arpía- la llamo por el apodo que decidí colocarle desde que éramos niños- cada uno de nosotros tenemos a una persona destinada por la diosa luna, mis padres lo son y mi tía Liz tiene a tu hermano- con cada palabra que sale de mi boca voy acortando la distancia que ella se empeña en mantener- yo encontré la mía hace poco y no sabes cuan feliz y nervioso me siento- ella retrocede hasta que su espalada da contra el tronco de un árbol.
-Jonathan…
Sigo dando pasos hasta quedar a centímetros de su cuerpo, mis manos siguen a mis costados intentando contenerme para no lanzarme y devorar esos apetitosos labios. Ella traga grueso al notar la intensidad de mi mirada.
-Esa chica que desde pequeños no dejaba que me acercara- mi voz se torna más ronca- esa que, cada que podía, me llamaba “idiota inmaduro” sin importar que le sacara una cabeza y fuera tres años más grande.
Hanna sierra sus ojos, presionándolos con fuerza.
-Jonathan, no- susurra, puedo ver cuánto le afectan mis palabras, pero tampoco puedo detenerme, no cuando sé que, por más que le ruegue, no tendré otra oportunidad para tenerla tan cerca ya sabiendo lo que somos.