Hanna

Capítulo XIV

Hanna

Mi cabeza sigue doliendo por las oleadas de recuerdos que me siguen azotando y la mayoría eran de mi infancia en la casa hogar. Es extraño a ver vivido en una burbuja durante años, no sé cómo explicaría tal sensación porque ni yo misma se que es lo que está pasando conmigo. Lo que sí puedo decir con seguridad es que es voz en mi cabeza no es ni más ni menos que mi querida amiga a quien había olvidado por completo, pero que me hacía compañía en ese infierno que se llamaba casa hogar y todo este tiempo, aunque fuera en silencio. Leila es mi amada loba y compañera, y la que me ha dado pequeñas pistas de lo que era y que sucedía.

Pero nunca le hice caso y decidí silenciarla si saber lo que sucedería.

Todo este tiempo viviendo como una marioneta siendo movida por mentiras que habían creado y que, gracias a eso, olvidado una gran parte de lo que era. Conocía a la señora que nos visitaba, me acordaba de las cosas que me hacían a escondidas de la directora y las veces que iba a hurtadillas hasta la habitación de mi hermano por las noches para acompañarlo.

Pero todos los recuerdos después de los doce, la mayoría seguían borrosos.

-Ya es hora de despertar pequeña amiga- la dulce voz de Leila me anima a abrir los ojos, pero yo quería segur recordando, no era agradable vivir en la ignorancia y debía aprovechar ya que estaba en donde sea que era este lugar- Gael está nervioso y Jonatan preocupado porque sigues sin abrir los ojos.

Al mencionar ese último nombre, varias escenas con un niño moreno de ojos grises llegan a mi mente. En la mayoría aparezco alejándolo y tratándolo como la peor escoria que haya existido en la tierra, en otras está el trayendo hermosos peluches abrasándolos contra su cuerpo para que no se les cayera mientras corre con una hermosa sonrisa y sus ojitos brillando de emoción, mientras que por mi parte solo lograba una mueca de disgusto. Un dolor horrible se instala en mi pecho al verlo perder ese brillo y ha el perderse en la oscuridad de mis recuerdos.

-No tienes por qué culparte, no cuando lo hacías inconsciente. Ni siquiera eras tú - sé que Leila solo intenta consolarme, pero no funciona. Trate de la peor forma a una de las personas que poseía un corazón enorme y quien intento de todo para ganarse un poco de mi miserable cariño.

-Lo trate de la peor manera y él nunca se apartó, no lo merezco.

-Tuviste motivos y además de eso, no sabias que o quien era.

-Eso no dice nada Leila, fui una perra con él.

El hecho de que no supiera quien era en realidad y lo importante que seria Jonathan en mi vida, no justifica el hecho de haber sido cruel con él. En estos momentos me encontraba con un torbellino de emociones que amenazaban con acabar la poca estabilidad que me quedaba. No podría decir que lo odio porque estaría mintiendo, pero tampoco lo amaba, como según Leila me había explicado durante nuestro reencuentro. Lo que sentía era culpa por querer alejarlo de la peor manera, miedo por descubrir que era lo que me tenía preparado el destino junto a él y si tendría el valor de seguir lo que había dictado para los dos.

-Se que sientes algo más por él, recuerda que soy parte de ti y por ende sentiré lo que sientes, así como tú lo que yo.

-Esto será complicado.

Ella se carcajea.

-Ni que lo digas- nos quedamos en un cómodo silencio, si no fuera por el miedo que me dejo la relación de mis padres y su triste final, esto no sería tan complicado, confiaría más en las personas que me rodean y me permitiría amar con libertad a ese choco de ojos grises- es hora de despertar Hanna.

Y esta vez no opongo resistencia.

 

 

Lo primero que mis oídos captan al regresar de ese extraño ¿sueño? Se podría decir, es a mi pequeño hermano gritándole a alguien.

-¡Porque si lo hago y mejor que tú!

No sé qué esta pasado y porque Jaison está gritando de esa forma, cuando es un niño muy tranquilo.

-Cariño, es suficiente- llevo una mano a mi sin masajeando un poco esa zona.

Una fragancia embriagadora llego a mi nariz, acariciando mis fosas nasales, era un olor a chocolate muy intenso y creía sabe de quien se trataba. Mis parpados se abrieron con pesadez, revelando a la persona que desprendía ese magnifico olor. Mi cuerpo quería sentirlo más cerca y no sé si se debía a lo que recién descubría o solo por propio deseo. Fuera lo que fuera, le hice caso a ese deseo y con poca fuerza estire mi brazo en dirección a su rostro, él se acercó un poco para hacérmelo más fácil.

-Me gusta como hueles, idiota- Jonathan parece no pode decir nada y ¿la verdad? Es gracioso verlo así- parece que te he dejado sin palabras chucho.

El me sigue mirando con incredulidad y algo más que- honestamente- prefiero pasar de alto antes de seguir comiéndome la cabeza con todo esto.

-Estoy bien, ya sabes lo que dicen “hierba mala nunca muere” – él se inclina más hacia mi mano cerrando sus hermosos ojos. Mi intención no fue hacerlo sentir peor…- Jona.




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