09:00 AM. 17 de octubre del 2017. Jefatura de polícia. 14 th NW. Sreet. Washington DC.
Brandon Pearce acababa de llegar a su despacho en la jefatura de policía, un lugar bullicioso incluso a aquellas horas de la mañana. Wong su ayudante charlaba con un compañero junto a la máquina de café. Brandon le hizo una seña y el joven acudió de inmediato.
—Buenos días, jefe. Le apetece un café, la máquina ya vuelve a funcionar.
—No gracias, Wong. ¿Tenemos algún resultado del examen del disco duro?
—Sí, los chicos se lo han currado, el informe ha llegado hace unos minutos —Wong rebuscó en su mesa llena de carpetas, papeles e informes, parecía un caos, pero era un caos controlado. Cuando encontró lo que buscaba se lo entregó a su superior.
Pearce leyó el informe atentamente.
—Thomas descargó unas fotografías en el disco duro del portátil—comentó el inspector— unas fotografías que alguien se tomó la molestia de borrar. Pero quedó su registro en el ordenador. ¿Tenemos esas fotografías?
—Estas son, jefe. Muy extrañas no le parece—Wong le entregó un sobre.
Brandon observó las fotos. Todas eran primeros planos del rostro ensangrentado de una joven, bastante borrosas pero aún identificables. El inspector no tardó ni un minuto en averiguar de quién eran aquellos retratos.
—¿Hannah Sullivan?
—Sí, jefe. Están hechas cuando sólo tenía quince años. Fueron realizadas con el móvil de la joven. Se las hizo a sí misma.
—O alguien se las hizo a ella. Quizás el verdadero asesino—formuló el inspector.
—¿Creía que ella era la asesina? ¿Acaso cree que hubo alguien más implicado?
—En su momento seguí el caso con bastante atención —respondió Brandon —Siempre sospeché que Hannah era inocente, a pesar de las pruebas en su contra. Estas fotos incriminan directamente a la joven, en ellas aparece con el rostro manchado de sangre. Cualquier jurado vería en ellas una prueba de su culpabilidad. ¿Cómo han salido ahora a la luz después de tantos años? ¿Quién puede tener motivos para inculpar a esa joven? Eso es lo que tenemos que averiguar, Wong. Además, Hannah podría parecer la sospechosa principal en la muerte del joven abogado...Pero Hannah está en prisión.
—Lo que hace que este caso sea aún más enrevesado— sentenció Wong.
—Hay un asesino suelto por ahí, Wong. Un asesino que sabe demasiadas cosas.
10:05 AM. 17 de octubre del 2017. Centro Psiquiátrico Penitenciaro Albertson
Jason había acudido temprano a la penitenciaría. Se sentía bastante mal por su comportamiento del día anterior, no había sido profesional, se había dejado llevar por sus sentimientos. Un médico nunca podía anteponer sus preocupaciones por encima de su trabajo. Sí, Hannah le había mentido, le había engañado y jugado con él, pero se suponía que él estaba capacitado para eso. De nuevo asaltaban a su mente las dudas sobre si era capaz de llevar este caso.
—Doctor Lowe—El celador que siempre le atendía, Greg, recordaba que era su nombre, salió a su encuentro—Le hemos estado tratando de localizar toda la mañana. Se trata de Hannah.
—¿Ocurre algo?
—Sí, doctor. Anoche Hannah sufrió una agresión. Fue ella misma la que se produjo las heridas. Tenía arañazos y mordeduras por todo el cuerpo, aparte de múltiples golpes que aún no sabemos cómo pudo llegar a producirse. Ha sido trasladada al hospital Sibley Memorial, aquí en Washington. ¿Conoce la dirección?
Jason negó con la cabeza. Estaba demasiado aturdido cómo para contestar.
—5214 de Little Falls, Road Northwest.
—Gracias, Greg.
—De nada, doctor. ¿Creé que intentó suicidarse?
—No lo sé.—Jason bajó la vista confuso —No estoy seguro, Hannah sigue siendo un misterio para mí.
—Ya lo creo. ¿Sabe lo que estaba leyendo?
—No. La vi leer con mucha atención un libro, pero no le di importancia.
—El libro se titula Sybil, de la escritora Flora Rheta Schreiber. ¿Le conoce?
—¿Sybil?... Tengo que irme, gracias Greg, de verdad, muchas gracias.
Jason abandonó la penitenciaría a toda prisa, debía llegar cuanto antes al hospital donde tenían internada a Hannah. Escuchar el título del libro que leía Hannah había acabado por confirmar sus sospechas. Hannah era mucho más inteligente de lo que había supuesto. Había puesto en marcha un plan y ahora se disponía a ejecutarlo. Él era el único que podía impedírselo.
Flora Rheta Schreiber escribió su libro en 1973, del que después se hizo una película del mismo título. El libro trata sobre una mujer real que se llamaba Shirley Ardell Mason. Su historia es el caso más famoso del trastorno disociativo de personalidades múltiples.