Hannah. la zona oscura

3-Pistas

—¿Qué hacemos ahora, Jason?

Hannah estaba confundida. Tener junto a ella a Jason era un alivio. Siempre se había sentido sola. A pesar de sus veintitrés años, Hannah seguía siendo una joven indefensa que apenas había vivido. Pasó su infancia entre las paredes de un psiquiátrico y después fue encerrada en prisión. Su vida se había limitado a estar encerrada, encarcelada en su propia mente y en sus recuerdos que no hacían más que castigarla. Un castigo por algo que ella no había cometido si creía a Jason y ella estaba comenzando a aceptarlo. 

—Tenemos que volver a Washington, Quien quiera que sea el asesino allí deberemos buscarlo -Dijo el joven.

—Pero eso es muy peligroso, seguro que todavía siguen buscándome, soy una presa fugada, me reconocerán.

—No nos queda más remedio que arriesgarnos, Hannah. No estoy convencido pero creo que la persona que mató a tus padres es la misma que la que asesinó a Thomas Bennet.

—¿Qué te hace pensar eso?

Jason dudó un momento antes de contestar.

—Creo que hay alguien oculto en las sombras que sólo actúa cuanto tú te ves en peligro. Tus padres no eran lo que se dice unos progenitores modélicos, ellos sólo querían deshacerse de ti, te encerraron en aquel hospital para apartarte de ellos y ese alguien les castigó por ello.

—¿Y mis hermanos, qué culpa tenían ellos?

—Ninguna. Eso es cierto, pero estamos hablando de una mente perturbada. Después, ese abogado encuentra unas fotografías que pueden inculparte y vuelve a actuar...

—¿Entonces, crees que siente algo por mí?

—Estoy convencido de ello, aunque lo que sienta por ti, eso escapa a mi razonamiento.

—Y ahora vamos a ir allí, donde él está—Hannah no estaba muy convencida.

—Cuando lleguemos a Washington pasaremos por un sitio para recoger algo—dijo Jason misteriosamente.

—¿El qué?

—Algo muy importante para ti, Hannah, algo muy importante.

 

17:05 PM. 15 de septiembre del 2021. Jefatura de policía 14 th NW. Street Washington DC.

 

Brandon Pearce nunca se había dado por vencido en su intento de solucionar el asesinato del abogado Thomas Bennet. Aunque habían pasado cuatro años y el caso seguía abierto, las pistas escaseaban. Parecía que al asesino se lo había tragado la tierra. Era tan misterioso como la desaparición de esa joven, Hannah Sullivan, inculpada por la muerte de sus padres. Ambos casos estaban relacionados sin lugar a dudas. Pearce no tuvo oportunidad de entrevistarse con la joven, se fugó aprovechando su traslado a un hospital, pero era un hecho probado que ella fue la última persona que vio con vida al joven abogado, descartando al asesino.

Lo único que tenía claro era que Hannah no era la asesina. A no ser que tuviera el don de la bilocación y pudiera estar en dos sitios al mismo tiempo. Cosas más raras había visto en sus veinte años de servicio, pero aquello sobrepasaba su imaginación.

Ahora, después de cuatro años, una simple llamada telefónica volvía a ponerle en circulación.

Según la policía de aduanas, una joven de las mismas características de Hannah Sullivan había sido vista en el aeropuerto Nacional Ronald Reagan en Washington. El empleado que dijo reconocerla no avisó de inmediato y la presunta Hannah se perdió entre la multitud. Según él llevaba un pasaporte a nombre de Anna Jennings de Arizona, estaba distinta, pero sus rasgos le recordaron a la joven que la policía buscaba. Estaba convencido de que era ella, por eso decidió avisar.

Con esos datos, Brandon Pearce estaba convencido de que no tardarían en encontrarla.

Wong, que continuaba siendo el ayudante preferido del inspector apareció en ese momento.

—Jefe, tiene una llamada, creo que es importante. Se trata de Jason Lowe, ¿se acuerda? El psicólogo que llevaba el caso de la joven Hannah Sullivan.

Pearce, extrañado cogió el teléfono. Nunca había creído en las casualidades. Era prácticamente imposible que dos noticias relacionadas con el mismo caso surgieran al mismo tiempo después de tanto tiempo.

—Inspector Pearce, ¿qué desea?

—Soy Jason Lowe, ¿se acuerda de mí? Hablamos hace unos años, era el psicólogo que trataba a Hannah Sullivan.

—Me acuerdo perfectamente, dígame qué es lo que desea, señor Lowe.

—Mire, por circunstancias que no voy a explicar ahora por teléfono, me he enterado del paradero de Hannah. Sé dónde está en estos precisos momentos. Ella quiere hablar con usted personalmente. No quiere seguir huyendo y desea entregarse pacíficamente...

—¿Por qué quiere hablar precisamente conmigo?—preguntó el inspector.

—Yo la he persuadido de ello. Le expliqué que era lo mejor que podía hacer y le dije que usted la escucharía. Ella es inocente, señor Pearce. Yo estoy convencido de ello y creo que por lo que hablamos en aquella ocasión, usted también lo cree.

—Hablaré con ella, pero lo que yo crea o deje de creer no tiene importancia. Será un juez el que decida si Hannah es inocente o no. ¿Acaso disponen de alguna prueba que demuestre su inocencia?



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En el texto hay: paranormal, crimen

Editado: 19.02.2018

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