Hanzo y Lisa

La noticia trágica.

-Lisa: No quiero deberle nada a nadie. Menos a mi padre, jamás ha estado conmigo en mis fechas importantes.  Dijo Lisa, mientras tomaba un sorbo de su café con leche.

 Estábamos desayunando en un café literario.  Es uno de esos lugares donde puedes leer y pedir comida, sin ningún tipo de problemas. Con cientos de libros por leer y diversas comidas, es un buen lugar para pasar el rato. 

 Esta era nuestra primera vez en la cual, quedábamos a hacer algo juntos. Como no debíamos trabajar por tener el día libre. )Sí,  lo leíste bien, iba a ser mi segundo día de trabajo y me toco la dulce libertad).

 Estaba camino al centro cuando me encontré con Lisa. Ella por su parte, estaba mirando ropas y decidiendo qué comprarse cuando por casualidad, alzo su mirada y me vio.

 Siendo sincero,  jamás había quedado con nadie luego de una pequeña conversación de bienvenida, en mi primer día laboral. Pero fue tan amable y buena,  además de hermosa. Lo que me conquistó para ahora estar aquí con ella.

-Hanzo: Creo que deberías entender que por motivos necesarios,  tu padre no puede ir a visitarte y estar contigo. Le respondí mientras ponía azúcar a mi café negro.

-Lisa: ¿Sabias que en realidad al café no se le pone azúcar no?. Contesto señalando mi taza. 

-Hanzo: Lo sé, solo que, sin ella es menos horrible.

-Lisa: Por primera vez conozco a alguien,  que insulta al café normal.

-Hanzo: Y por mi parte, por primera vez conozco a una persona que lo toma todo personal. Respondí

-Lisa: Bueno, no importa.  Lo que hagas con tu café no cambiará el trabajo de mi padre influyendo negativamente a mi vida. ¿O sí?.

-Hanzo: Tal vez. Contesté.  Pero no por eso, dejarás de ser feliz. Mírate. 

-Lisa: ¿Qué debería mirar joven asiático? Contesto en burla por mi origen de nacimiento. 

-Hanzo: Haré como que no escuche eso. Respondí a su burla. Eres hermosa, agradable y buena. Siendo una compañera de trabajo,  es mi primera cita en esta ciudad y debo decir que me siento a gusto contigo.

-Lisa: Agradezco tus palabras,  pero quizás debo acostumbrarme a que no podemos cambiar algunas cosas. Y si podríamos hacerlo, la vida perdería el cincuenta por ciento de su sentido.

-Hanzo: ¿Y qué pasa con el otro cincuenta?

-Lisa: Confió en Dios para que se preocupe por ese otro porcentaje.  Dijo y se terminó su café con leche.

-Hanzo: Acabaste con todo ese café y las facturas todavía no llegan.

-Lisa: Un poco de masa azucarada no es digna como para desperdiciar este maravilloso desayuno. 

-Hanzo: Tienes razón, pero complementa en buena manera.

-Lisa: Esta bien. Cambiando de tema, ¿por qué Nueva York?.

-Hanzo: Me tomo desprevenido y me atore con mi café.

 Ella río y yo, me puse colorado como un tomate.

-Lisa: Tampoco para que te asustes, a menos que seas un agente secreto de tu país. Dijo entre carcajadas.

 Me limpié y pude continuar. 

-Hanzo: Nueva York siempre ha sido la meta de muchos en mi colegio. Querían tocar el cielo y esta ciudad parecía el escalón para ello.

-Lisa: Por desgracia fuiste el único que pudo escaparse y venir aquí. Dijo mientras recogía las facturas que la señorita que nos atendió, nos trajo.

-Hanzo: En cierto punto,  porque mi mejor amigo vendrá a visitarme. Por el momento,  no sé exactamente cuándo. 

-Lisa: Esta bien...pero que sea de visita solamente. No quiero un barrio lleno de asiáticos trabajando en el mismo lugar que nosotros.

-Hanzo: Ja ja, no lo creo.

 Comimos las facturas y leímos un libro por el cual debatimos. Debíamos seguir con nuestro recorrido de compras. 

 Caminábamos y mirábamos cientos de publicidades que llamaban ma atención de manera ridículas y en cierto punto, sorprendentemente excesivo. Las personas se detenían en cada una, como si de eso dependiera su existencia. Querían todo lo que veían y compraban lo que podían. 

 Lisa denominó a eso como "la guerra de compradores lunáticos".

-Hanzo: ¿A que te refieres con eso? Pregunte con curiosidad.

-Lisa: Lo que estás viendo. El monopolio controlando a todos y cada uno de estos títeres revolucionarios con mucho dinero, gastándose quién sabe cuánto en cosas innecesarias. 

-Hanzo: Hay un dicho de mi abuela para eso.

-Lisa: Okey, ilumíname sabio.

-Hanzo: "No desesperar por obtener cosas materiales, pues lo material jamás se acaba y el dinero si. El equilibrio constante entre dinero y objeto, fuente principal para evitar vivir en quiebra".

-Lisa: Tu abuela debe tener como cien años con todas las frases que dice.

-Hanzo:Muy sabia y con experiencia, me ayuda mucho. 

-Lisa: Vaya, parece muy interesante. Luego quisiera conocer a tu abuela.

-Hanzo: Esta bien. 

 Las horas transcurrieron, una tarde se alejaba y el frío golpeaba nuestros cuerpos. Un clima frío se presentaba en las calles y las personas se alejaban, nadie quería sufrir los abrazos helados de la naturaleza sin un buen abrigo que los protegiera.

 En mi infancia cada vez que se acercaba el invierno, mamá decía que aquellos ángeles protectores de las cuatro estaciones debían compartir el año entre ellos, tres meses para cada uno y para que esto suceda... el dios del tiempo controlaba.

 Si en invierno hacía calor o en verano se sentía un clima otoñal, se debía a que las estaciones estaban en confrontación, los demonios aniquiladores preferían acabar con ellos que a seguir viviendo y respetando los meses. 

 Mi madre miraba al cielo y me lo comentaba: "el invierno ha aparecido ya, seguramente el otoño está perdiendo una lucha y necesita de su ayuda".

 Aunque mi madre es la responsable de que me encuentre aquí,  vivo y sano. Debo decir, que es una grandiosa mujer, siempre la veo como mi "musa", mi inspiración y escudo. Mi abuela la quiere mucho por ser su hija y se refiere a ella como: "la joven bella", porque en sus inicios de vida, mi madre había sido la niña y jovencita más bella de toda la ciudad. No se pueden contar las cantidades exactas de pretendientes que tenía. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.