Brad está leyendo un libro en el jardín trasero de su casa. Observa constantemente en dirección a la casa de enfrente, con la esperanza de que ella salga. Pero no da señales de vida. Deja el libro en la silla y se levanta porque ya ha pensado en un plan.
A las siete, Patricia se levanta como siempre, para preparar el desayuno. Aún un poco adormilada, enciende la tetera. Un ruido extraño del exterior interrumpe su tarea. Cuando mira por la ventana ve un montón de copos de nieve: ¿Está nevando en agosto?
Brad está en el jardín de Tabitha, con un camión gigante que expulsa nieve. Lo ha tenido que hacer a primera hora, porque, con el calor de estos días, no tardará en derretirse.
Patricia abre la puerta, para ver que, el causante de esto es Brad. Sonríe ampliamente y se acerca a él.
—Buenos días, Brad, ¿Cómo estás?
—Bien, señora Wilson.
—¿Quieres qué despierte a Tabitha?
—Por favor.
—Bien —dice echando un último vistazo a su jardín, que ahora es blanco.
Patricia entra en casa y sube las escaleras emocionada, de camino se cruza con su marido.
—¿Qué pasa cariño? —le pregunta Sean bostezando.
Ella le ignora y abre la puerta de la habitación de su hija, sólo se escucha el leve sonido de su respiración y el zumbido del ventilador.
—Tabitha, despierta —contesta algo con sonidos guturales que su madre entiende—.Lo sé, es verano, pero esto es importante. Baja, tu padre te ha comprado un coche.
Patricia odia mentir, pero sabe que será la única manera que salga de la cama. Funciona, porque tarda dos milisegundos en salir de la cama y bajar. Cuando abre la puerta, se encuentra a Brad con la manos en los bolsillos. Todo está cubierto de fría nieve. Cuando Tabitha reacciona ante la situación, se pone colorada y se arregla sin éxito su cabello revuelto.
Lleva un pijama infantil y unos pantalones realmente cortos. Brad no puede evitar sentirse atraído. Forma una pequeña bola de nieve y se la lanza a Tabitha, que se muestra indignada al instante.
—¿Estás loco? ¿Pero esto qué es?
Brad no le contesta y le lanza otra bola, mientras ella se acerca enfurecida:
—Me las pagarás —dice cogiendo un puñado de nieve y estampándolsela contra su pelo.
Él la coge por las manos para pararla hasta que caen en la nieve, tras un divertido forcejeo. Brad mira fijamente a Tabitha que se ha quedado debajo de él:
—Invierno de 1992. Recuerdo número tres—alza tres dedos, como hubiera hecho ella—. Hicimos una guerra de bolas de nieve.
Ella le mira sin dejar de sonreír, sintiendo su aroma. Parece que las tornas del juego han cambiado. Entonces yo también lo haré.
—No me acuerdo —dice aguantándose las ganas de reír.
—Te hiciste una herida aquí —le toca la rodilla—. Te ayudé a curarte.
Brad se acerca a ella para darle un beso. La voz de Sean les interrumpe:
—¿Pero qué ha pasado? ¡Mi coche! ¿Cómo voy a ir a trabajar?
—Vamos cariño, que no es para tanto —dice Patricia feliz, mientras mira de reojo como su hija y el vecino se levantan de la nieve avergonzados.
Tabitha entra en la casa para volver a la cama, como si la cosa no fuera con ella.