Haría falta una diosa para sacar un clavo

Capitulo II

 

La alarma del despertador me asustó de tal forma que consiguió hacerme caer de la cama, seguido escuché los gritos gentiles de mi madre pidiendo que me levantara para el desayuno, mientras mi mente trataba de razonar lo que había hecho la noche anterior. Según las pistas de mi cuarto mis recuerdos comenzaban a florar; al parecer llegué a mi cuarto después de mi pequeña aventura en la ciudad, me encerré en mi cuarto y bebí varias cervezas enlatadas mientras revisaba mis compras, el libro que sostenía en mis manos era un curioso diario recubierto con cuero color rojo; no era otro si no el que me había regalado aquella anciana luego de mi odisea con aquellos sospechosos, al parecer había quedado inconsciente luego de embriagarme mientras revisaba su contenido y hasta donde recordaba sus notas contaba la triste historia de un mujeriego que a juzgar por la fecha de empastado en la parte posterior el diario era del 2000 aproximadamente, quizá en la actualidad su dueño ya fuese un anciano pervertido que jamás maduró ni dejó sus malos hábitos, o tal vez abandonó sus viejas costumbres y ya tenga nietos con familia.

En su momento no me preocupe por el tema ni tampoco me llamó la atención continuar con la lectura así que decidí levantarme y salir en dirección a mi trabajo en la ciudad, mientras tomaba el autobús una ligera jaqueca invadió mi cabeza como si mi mente intentara evitar que hoy me dirigiera a mis labores pero curiosamente solo me hizo recordar parte de las narraciones de aquel diario; era una historia absurda y típica de un hombre promiscuo con sus aventuras de amor, pero de cierto modo llamaba la atención de una investigadora como yo y su ímpetu de conocer el desenlace de aquel relato. Mi trabajo era en una institución de investigación pequeña pero bastante conocida en el mundo internacional, pese a que los proyectos eran cortos y de temas no muy frecuentes siempre requerían de un mínimo de tres personas para realizarlas en un tiempo estimado de 30 días, sin embargo, aunque el equipo de trabajo debía conformar de un investigador asociado, uno de planta y una eminencia o coordinador de trabajo, mi participación siempre se limitaba a ser una asociada a pesar de mis años de experiencia y mis aportes de gran importancia, de ese modo obtenía la libertad que deseaba en cuanto a carga laboral refería para poder trabajar sin necesidad de acoplarme bajo las ordenes de ningún eminente.

El destino a veces nos juega de maneras misteriosas; es lo que dirían mis padres sin dudar un solo instante a lo que pasa a su alrededor, pero no es algo que yo creo, por otro lado, lo que pasó en aquel momento me impacto tanto como una tormenta en pleno verano. Apenas mi llegada fue notada en el edificio, se distinguió los clásicos susurros mientras las perceptivas miradas de mis compañeros seguían de mis pasos hasta la oficina del jefe de investigación.

  • Buenos días Jorge— cerré la puerta de la oficina en lo que observaba por los cristales las miradas curiosas huyendo despavoridos a sus lugares de trabajo—, vine a recoger mi planificación mensual de investigación— dirigí mi mirada en el escritorio para solo notar las manos sudorosas de mi jefe entrelazarse.

A pesar de su apariencia amargada y seria con su corpulento cuerpo de oficinista, Jorge era bastante calmado o al menos no me discutía nada en cuanto a proyectos se tratase, su infinita paciencia con mi forma de trabajar parecía no tener fin; en especial dado que con mi experiencia jamás me había propuesto como investigador de planta ni mucho menos como eminente. No obstante, su rostro no parecía muy feliz de verme en ese momento; era claro que intentaba decirme una noticia, pero su aspecto me daba la conclusión que no encontraba como articular los enunciados correctos que no provocasen una ira desenfrenada en mi persona. La serenidad de mi mente encontraba su límite cuando el hombre decidió darme el papeleo que todo investigador requiere para su nuevo proyecto, con un corto suspiro volví a retomar mi calma y revisé las paginas hasta que mis ojos se detuvieron en los nombres del equipo de trabajo, no conformes con proponerme como investigador de planta habían decidido colocarme en el puesto más alto del proyecto; que agallas de ponerme como eminente, pensé tratando de mantener la quietud.

  • ¿De qué trata esta broma de mal gusto? — cuestioné tirando suavemente los papeles en el escritorio.
  • No es ninguna broma—se levantó para tomar algo de coraje—Selene, por favor esto te conviene— respondió un tanto irritado por mi frase.

La forma en la que hablaba era muy peculiar; casi como si lo dijera una contestadora automática, para ser exactos, su actitud en si daba la única respuesta que más temía, algún personaje con mayor autoridad era el causante de las nuevas decisiones a los equipos de trabajo. Mi cabeza comenzaba a retumbar cada vez más fuerte, con los casi inaudibles pretextos de mi jefe cuando el hombre de mis sueños hizo su entrada magistral frente a mis ojos; es un espejismo, era un juego muy cruel por parte del supuesto destino en el que mis padres creían, pero de cierto modo sentía un alivio impresionante al ver al galante joven acercarse y caballerosamente estrechar mi mano con la suya mientras se presentaba. Por otro lado, mi ser consiente sentía indignación por tal acto deliberado, de inmediato recobre mi porte profesional que tanto me caracterizaba mientras liberaba mi mano y aclaraba mi garganta con ella. La irritación por los acontecimientos me causaba una enorme ansiedad, tratando de aclarar el asunto comprendí que el hombre era un asociado internacional de gran importancia para los próximos proyectos de investigación sobre cultura, pero también buscaba una historia interesante que mostrar a sus camaradas para poder corroborar nuestro prestigio.

  • Mi nombre es Selene Andrade —me presenté con voz altiva y manteniendo autoridad frente a Jorge— soy investigadora asociada de la institución.
  • Sé quién es usted —sonrió coqueto y continuó— soy un gran admirador de sus trabajos —pausó un momento mientras miraba mi rostro que claramente mostraba una mueca de disgusto— Soy el subdirector Andréi Escobar.



#20691 en Novela romántica
#12726 en Otros
#3620 en Relatos cortos

En el texto hay: comedia, romance de epoca, romance y desamor

Editado: 24.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.