Cuando vi el diario por primera vez me llamó la atención las últimas páginas arrancadas de este, imaginé en repetidas ocasiones posibles escenarios que arrinconaran la decisión de dañar el diario con el fin de no hacer notar el final de aquella historia. Quizá, fue en un descuido intempestivo, dado que la cantidad de veces cambió de manos antes de caer en mi poder es indefinible, es muy posible que haya pasado por mucho, quizá solo son imaginaciones mías las que me adornan la cabeza de una aventura casi mágica para sacarme de mis pensamientos angustiantes.
Soy el tipo de persona que prefiere mantenerse ocupado a tener que lidiar conmigo misma, es mucho más fácil y productivo, talvez no lo más sano ni tampoco lo recomendable por parte de médicos y especialistas. Pero, es que es tan difícil evitar desgárrame el alma cada noche mientras me pregunto el propósito de mi vida, a veces me encuentro arrepintiéndome de mis elecciones de vida, otras veces solo me dejo llevar como una bolsa plástica por el viento. Recuerdo cuando una compañera de colegio me confesó que le gustaba alguien que a mí también; estoy segura que cualquier otra chica hubiera peleado más, pero yo no lo hice y al final su relación se esfumó con el paso del tiempo, eso hacía que me preguntara el ¿Qué tal si hubiera elegido la otra opción?, habría sido yo quien lloraba luego de clase por aquel chico también es posible que haya sentido celos por su nueva novia mientras me desgarraba pensando en darle celos con su mejor amigo; a quien engaño, soy demasiado aburrida para los chicos además que jamás habría de aceptar alguien así por mi orgullo, más aún cuando el terminó con su otra novia para luego declarar su supuesto amor por mí, la excusa que usaba era tan idealista que casi me provocaba nauseas, por poco y me idolatraba como una santa en plena capilla mientras de rodillas me rogaba por tener algo que él decía ser especial, me daba asco solo ver su cara sonriente, ilusionado en que aceptaría como una loca enamorada. Por un tiempo pensé en mi decisión incluso me arrepentí varias veces, pero entonces la voz en mi cabeza volvía a insistir con su dulce frase; luego continué como siempre dejándome llevar por lo que pudiera ser mi vida, aprovechando cada opción sin tener una ambición clara, ni un objetivo.
Habían pasado casi tres meses desde que visité la casa de la cultura por una respuesta ante la incógnita que guardaba el autor del diario, aun así, no había obtenido ni un solo llamado, ningún correo; absolutamente nada, estoy segura que hubiese perdido los estribos si no me tuviera que concentrar en el proyecto al que fielmente me comprometí. Trabajé como siempre y gestioné el ritmo del trabajo de mi equipo de investigación lo más mínimamente posible; a diferencia mía que era una adicta al trabajo debía dosificar sus horas para que no acumularan estrés o algún factor que afectara negativamente su labor, sin embargo, la cantidad de horas que me dejaba libre esa arrasadoramente agonizante, sin tener que hacer con tanto tiempo de ocio decidí invitar a Andrei por un pequeño paseo por la ciudad, era una forma de disculparme además que si iba a perseguirme de un lado a otro como polluelo, lo mejor sería que se fuera dando una idea de cómo soy en realidad. No obstante, necesitaba un respiro que alivianara mi inquebrantable deseo que, por primera vez sentía formarse en mí, anhelaba poder encontrar al dueño del diario y poder desentrañar el final de su texto, claro que parecía volverse un deseo imposible de cumplir con el trascurso de los días.
Mientras que mi mente planeaba un simple almuerzo después del trabajo, Andrei consideraba una cena de calidad con las mejores atenciones que un restaurante de lujo podría brindar, de inmediato y algo confundida aclaré el malentendido, pero ya era demasiado tarde para conseguir alguna respuesta por parte del hombre que se alejaba lentamente hacia la oficina general; de pronto me encontraba tecleando en el computador con una mueca sombría y sin tener la menor idea de cómo manejar con el conflicto que se generaba en mi cabeza. Recordaba los momentos en que mi voz interna no dejaba de atosigarme con el propósito para el cual estoy con vida, pensar que mi vida se reducía a una serie de casualidades sin sentido era abrumador, pero al igual que en el diario de aquel hombre parecían darle un tono colorido muy diferente a como antes había notado las cosas, tan pronto como me di cuenta de ese hecho importante resolví la razón por la cual mi interés por saber el desenlace del libro se hacía más claro. Aquel autor y yo teníamos tantas cosas en común que el parecido con mi vida grisácea me pedía a gritos inconscientemente saber el final de aquella historia, si llegó con su primer amor, o decidió vivir solo y continuar con su asquerosa vida sin sentido, pronto una ligera lágrima me sorprendió al recorrer mi rostro con tanta facilidad que terminó por estamparse en mi mano, mientras mis dedos disimuladamente limpiaban mi rostro comencé a sobre analizar las cosas que había conseguido a lo largo del tiempo. Mi historia no había sido tan diferente de la de aquel poeta desilusionado, sin un propósito específico trabajaba para mantener un estilo de vida del cual no me sentí orgullosa en ningún momento y tener que soportar las críticas de familiares que no se hacían esperar cada que me veían mientras que mis padres me consideraban exitosa solo por tener un sueldo fijo, pero ¿qué más había hecho por mí?, aquella pregunta rodeo mi mente mostrándome imágenes de mi primer amigo y la horrible escena de su desaparición, estaba tan centrada en serle útil a las personas para evitar que se deshicieran de mí como aquella planta; me sentí patética por varios segundos frente al computador, exhalé profundamente esperando volver a mis cabales e ignorar mi descubrimiento pero el sonido del teléfono estremeció mis oídos haciendo que lo contestara de inmediato.