Harper

Nuevos planes

Asier

—Mi amor, levántate —escuché una suave voz en mi oído y recibí un pequeño beso en la mejilla.

—Mamá —restregué un poco mis ojos y me estiré.

Por lo visto me había quedado dormido en el sofá y tenía toda la manta llena de babas, lo que me dio a entender que dormía como una roca.

—¿A qué hora has llegado? —pregunté con cierta somnolencia.

—No hace mucho —responde lentamente.

Recogí la manta y me acomodé en el sofá. Ella se sentó a mi lado y me pasó la mano por el pelo. Ni siquiera recordaba en qué momento me había dormido y a qué hora se había ido Per. Lentamente miré a mi alrededor y se notaba el desorden que habíamos dejado, lo que me hizo soltar una pequeña sonrisa que llamó la atención de mi madre.

—Parece que anoche te lo pasaste muy bien —señaló el desorden del salón.

—No he traído a nadie que no te gustara a esta casa —advertí, mirándola con cierta pena.

Pena que no comprendía.

Sabiendo que ella ya sabía lo que yo había hecho.

—Asier, hijo —interrumpe una voz bastante gruesa en el pasillo, escuchando cómo se cierra la puerta.

Me giré un momento, dejando a mi madre desapercibida. Hacía tiempo que no veía a mi padre vestido con una túnica, lo que le daba un toque muy carismático.

—¿Qué te hace tanta gracia, Asier? —Me levantó una ceja.

—Nada —volví a reír, —¿No tienes trabajo hoy?

—Sí lo tengo —se acercó y se sentó junto a mi madre, —Pero hoy es contigo.

—¿Conmigo?

—¿¡A caso lo has olvidado!? Ve la fecha —me señaló rápidamente.

—¡Oh, mierda! —dije, dando un impulso, que me hizo tropezar y caer al suelo.

—¡Jovencito, nada de groserías!

—Mamá, no empieces, eres la reina en lo que a groserías se refiere.

Mi madre mira a mi padre, esperando que la defienda.

—¿Qué? —dice mi padre con cierta sorpresa, —No voy a negar lo que ha dicho.

Mi madre le da una pequeña palmada en la pierna a mi padre y él le dedica una sonrisa al igual que a mí.

—¡Ya ves! —digo divertido, poniéndome en pie y tirando de la manta que mi madre tiene pegada al culo, —Voy a arreglarme y nos vamos enseguida, papá.

Salí corriendo.

—¡Asier, este desastre! —me grita mi mamá.

—Yo mismo lo limpiaré —me quedé un momento en la puerta —No quiero que lo limpie nadie, ¡me escucharon! —les indiqué y cerré la puerta.

Cuando terminé de vestirme y acomodé algunas cosas en mi habitación, cogí los papeles que estaban sobre el escritorio y bajé las escaleras a toda prisa.

No quería interrupciones.

Después de eso, volví a la sala de cine, dejando mis cosas en la cómoda, y procedí a limpiar el desorden que había dejado.

—¡Puedes parar un momento, hijo!

Volvió a interrumpir mi padre en la sala, esta vez ya estaba en traje y aparentemente su semblante era mucho más relajado que otras veces.

—Parece que te has divertido mucho con mi madre —dije, mientras seguía moviendo algunas cosas y colocaba algunas fundas en una papelera.

—De la misma forma en que tú lo has hecho —dice poniéndose de pie frente a mí, a lo que yo le miro —Ve el desastre que dejaste anoche.

—Omite todo esto, padre —me volví y seguí recogiendo la basura restante.

—No te importa ensuciarte el traje, ¿verdad?

Al oír eso, me detuve y me miré.

—Mmm... ¡No! Tampoco está demasiado sucio. ¡Mamá y tú sí exageráis a veces!

No le di mucha importancia.

—¿Cuándo se lo vas a contar a Per?

—Sabes muy bien que no quiero que lo nombres aquí en casa.

Dije, pasando junto a él hacia el aparador.

—Estaba terminando unos planos para el diseño del interior del edificio; tenía que idealizar muy bien la ubicación de cómo quería distribuir los muebles dentro del espacio, buscando el encaje perfecto de mis ideas... Quiero que todo encaje a la perfección, padre.

—Asier, sabes de lo que hablo —se acercó y me detuvo. —No puedes negar lo que está pasando, ella debe saberlo.

—¿Saber qué?

Oigo la voz de Per entrar por la puerta, lo que hace que mi padre y yo nos pongamos eufóricos al momento.

Apenas veo la figura de Per de pie en el umbral de la puerta, me alejo un poco para llegar hasta ella.

—Saber que, dentro de unos días vamos a salir de viaje familiar —dije lo más rápido que pude —Y necesito que le digas a Camile que no se preocupe demasiado por lo que tiene que hacer aquí en casa y que prepare todo para que vengan con nosotros.

La rodeé con los brazos, colocándome a su espalda.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.