Harper
—¿Estás jugando conmigo?
Escuché a Gina bastante sorprendida por lo que le había dicho. Algo que yo tampoco podía creer. Fui bastante tonta al pensar en ello y tener que asimilar realmente lo sucedido.
—¡Sí, lo bese! ¡Está bien!
—Así que Harper Jones besó a su mejor amigo.
—Juro que ni siquiera considero si esto fue un arrebato hormonal o la necesidad de responder de la manera correcta a el te amo que me dijo.
Me estaba volviendo literalmente loca internamente, y la voz de Gina, aunque me estaba haciendo compañía durante la llamada, no era capaz de calmarme.
Asier se había quedado fuera de la casa. Y por lo visto aún no había entrado, ya que hubiese podido oír sus pasos y la puerta abriéndose, puesto que nuestras habitaciones están juntan.
—¡Frénale ahí! —Gina se quedó muda de inmediato.
—¿Sigues viva?
Temía que le hubiera dado un infarto.
Con lo dramática que puede ser a veces, ¡no lo creo!
—¡Gina! —insistí, y entonces oí un gemido.
¿Está haciendo lo que creo que está haciendo?
—¡Gina! —grité.
Justo entonces oí a Gina del otro lado de la línea diciéndole a alguien que parara un momento.
—¡Oh! ¡Lo siento! Es que...
—Espera un momento... ¿Es la voz de Omar? ¡¿Te estas cogiendo a Omar?!
Gina follándose al hermano de su amiga.
Rachel la iba a matar seguro.
—¡No le digas nada a Rachel! —La voz de Omar irrumpió en la llamada.
—¿Me tienes en alta voz, Gina? —puse los ojos en blanco y di vueltas en la cama para taparme la cara con la almohada. —¿A caso Omar escuchó todo lo que hemos hablado?
—Si te refieres a que Asier te ha dicho que te ama, a los ataques de tus cólicos y a la locura de querer encerrarte en un baño con él, precisamente para poder besarle… Créeme, Per, yo no he oído nada.
—¡No, menos mal que no has oído nada, Omar!
Todo mi sarcasmo afloró, dándome ganas de autosuicidarme en ese momento.
—Vamos a ver el punto bueno de todo esto… —Gina continuó —Con toda la mierda que ha pasado con Bruno, contando tus desamores pasados que también han sido una mierda —cosa que agradecí que mencionara en ese momento de locura —Asier siempre ha sido un buen partido. Además, se nota que te quiere con locura.
—¡Ya me enredé entre tantas cosas! —dije quejándome.
—Vamos a ver, Per —volvió a hablar Omar —vamos a desenredarte. Aquí entre nos, con todo esto que ha pasado, sería mejor hablar muy claro de algunas cosas.
—¿Muy claro de qué?
—¡Per! —sonó Gina —¿No te has dado cuenta de cómo se ha comportado Asier todo este tiempo??
—Como un amigo, ¡por supuesto!
—¡Sí, como un “amigo”! —Omar se río.
—¿A que va todo esto? —seguía quejándome, los cólicos no paraban a pesar de que ya me había tomado una pastilla.
—El hecho de que Asier te haya dicho que te ama, es porque se ha confesado ante ti. —Responde Omar —Además que te haya besado tantas veces en un solo día… Que es realmente un récord. Y que tu no le hayas huido a él, sorprende mucho.
—¿Y a dónde supuestamente quieres que huya? Porque en sí, lo tenía pensado, pero, ¿acaso no ubicas que estoy en medio de un bosque? —Esta vez me quejé más fuerte. —Aun así, no negaré que me gustaron sus besos —dije casi martirizada.
—¡Ya ves! Aun así, tú empezaste todo esto. —Gina le siguió.
Toque fondo con eso último dicho, y me quede mirando al techo.
—Hace unos años, no habrías hecho lo que hiciste. Ni siquiera estarías tan tranquila como para contarnos esto. ¿Alguna vez te ha gustado Asier? —preguntó Gina.
Bajé la guardia y me llevé la mano al vientre, e hice un rápido flashback al pasado.
¿Esto lo empecé yo?
—¡Sí! —Por primera vez fui sincera conmigo misma. —En su momento si me gustó Asier, pero dejé de pensar eso por muchas razones, y una de ellas era Yara. Mi amienemiga, por así decirlo. Tenía dieciséis cuando empecé a fantasear con él. Pero nunca quise mostrarle nada, porque era una confusión mía.
—Eso explica muchas cosas…
—Es verdad…
Estaba al pendiente como Gina y Omar se murmuraban entre ellos.
—¡Y si me meten al contexto de lo que hablan!
—No te imaginas la de veces que ha venido al restaurante frustrado por lo que siente por ti —me indicó Gina, mientras le pedía a Omar que se quedara quieto.
—Eso sin contar las otras veces que lo vi enfadado en la universidad —señaló Omar a Gina. —Oh, y acuérdate de la vez que estaba embobado en el patio y acabó tirando todas sus cosas, porque Per llevaba un vestido rojo muy bonito ese día, por el motivo de la presentación final del proyecto. Creo que era la primera vez que la veíamos vestida así.