Cuando el miedo atravesaba como un filo que todavía sangraba la mirada de la persona ensamblaba cada pieza rota porque, aunque el mundo los desarmó, el destino los cruzó.
A veces mis grietas revelaban sombras, pero tus bordes cortaban mis dudas y tus labios completaban mis silencios porque entre los huecos nos buscamos y aún rotos elegimos encontrarnos y no vimos defectos, ni piezas incompletas, ni fragmentos dispersos.
Tú, con tus grietas que parecían mapas y yo, con mis silencios de espinas filosas volvimos a armar lo que un día se quebró porque amar no es evitar que la pieza se rompa sino decidir sostenerla incluso cuando tiembla y la nuestra fue hecha para encajar incluso en la herida.
-Ahí dónde nuestras grietas no nos separen, sino que nos abracen quizás podamos volver a unir las piezas rotas.
Editado: 17.11.2025