La abuela me ha dado mucho que pensar. Sus palabras me han abofeteado más de una vez porque tiene razón. Lo que sucedió con Isabel pasó hace tres años y yo aún sigo intentando levantarme del suelo. Ella ha hecho su vida y va por ahí haciendo lo que le viene en gana y yo… yo solo me culpo noche tras noche y día tras día por ser un imbécil. Por no ver lo que estaba frente a mis ojos, por no ver lo obvio. Angi me cuestionó una vez, pero no entendió, nadie entendió que fue el primer gran amor que experimenté y fue el que me ha dejado sin ganas de volver a involucrarme en algo así. Aunque lo niegue suelo desear perderme profundamente en el amor con alguien que me haga sentir vivo, que me haga sonreír, que me vuelva a dar esperanza, pero ahora no dejo de pensar que de la dulzura del amor a veces nace la amargura que endurece el alma.
Disfruté de mi estadía con la abuela, de grandes charlas y de las tardes de café con sus vecinas. Estos dos días en su casa se fueron volando; el tiempo pasó rápido y ya vamos de regreso a nuestro hogar. Esta vez la abuela no quiso acompañarnos, dijo que en otra ocasión vendría con nosotros, solo que ahora no porque quería dedicarle tiempo a su huerto. Tiene uno en la parte trasera de la casa, ama cultivar sus propios vegetales y hortalizas. Yo también le ayudaba, es divertido trabajar en cosas del campo, bueno, en algunas, si soy honesto. Tenía tres mensajes del grupo «Poliamor» aunque no me cuadraba mucho el nombre que Liam le había dado al grupo, pues decidí no prestarle tanta atención. Esta vez me coloqué mis audífonos y escuché mi canción favorita de Shawn Mendes. Tarareando, observaba la naturaleza a mi alrededor; es extraño. Estoy en uno de esos momentos donde crees sentir "paz" pero no es paz, es como un vacío que te hace darte cuenta del silencio que hay en la soledad de tu interior y es horrible. Odio cada vez que me pasa esto.´
Solo nos faltaba media hora para llegar a casa y esta semana estoy decidido a conocer el nombre de la chica con quien he chocado dos veces. En mi cabeza, tantos escenarios se reproducían, haciéndome pensar en todo lo que podía salir mal.
¿Intento acercarme a ella? ¿Y si me rechaza? ¿Le digo que seamos amigos? ¿Qué puedo decirle? ¿Hola?
Solo pensar en estas ideas o en lo que podría decirle me daba un ataque de nervios sumergidos en ansiedad. Al final, solo podría ocurrir si me daba uno de esos impulsos de valentía que suelen sucederme muy pocas veces. Hemos llegado a casa, me siento cansado, pero tengo un poco de hambre, así que buscaré algo de comer. Mis padres suben a su habitación junto con sus maletas y Angi se queda en la cocina conmigo, pero no me habla. Solo se ríe frente a la pantalla de su teléfono.
—Me gustaría saber el chiste del que te ríes.
—Ah. No es un chiste, no hay nada de qué reírse —responde sin levantar la cabeza.
—¿Entonces? —dije con una ceja enarcada.
—¿Entonces qué?
—¿Por qué te ríes?
—Estoy hablando con un chico, es todo —soltó sin darse cuenta de que mamá había bajado las escaleras.
—¿OTRO? —gritó mamá.
—Solo es un amigo, mamá.
—Cómo todos, claro que sí —comenté sin que nadie me pidiera mi opinión.
—Calla —dijo Angi.
—Bueno, comienza a hablar. ¿Quién es el otro?
—Es un amigo, mamá, no es más nada que solo eso —dijo Angi con fastidio.
—Sí claro, eso lo entiende tu cabecita, ¿verdad?
—Mamá…
—No importa. Madre, ¿cómo vas con el proyecto? —dije para no enterrar tanto a Angi.
—Pues ha sido aceptado, comenzaremos en tres semanas. Vamos a terminar con el lanzamiento y luego nos pondremos manos a la obra con el Proyecto “Empowered Women” —finalizó con una sonrisa.
—¿Y por qué en inglés? —preguntó Angi con una ceja enarcada.
—Porque suena más interesante, bonito y elegante. ¿Algún problema, cariño?
—Por supuesto que hay un problema. Tu público habla español, vivimos en un país, en una ciudad donde se habla español, mamá.
—Pues que aprendan. Todos podemos aprender algo nuevo todos los días.
—Estoy de acuerdo con mamá —comenté.
—¿En serio, Lucas? Nadie te ha preguntado —dijo Angi con mucha ironía.
—Al igual que nadie te ha pedido tu opinión con respecto al nombre de mi proyecto, linda —eso es, ahí estaba mi madre defendiéndome.
—Mejor me voy a mi habitación real —se levantó Angi y se dirigió a las escaleras.
—Qué extraño que aún Liam no ha aparecido por ahí —dice mi madre con sorpresa.
—Ni lo invoques, madre, porque quiero irme a… —y su voz me interrumpió cuando entró por la puerta de atrás.
—¡Hola! Hola, familia putativa —gritó con gran alegría.
“Se ha arruinado mi hora de descanso.”
—Los extrañé tanto que no se imaginan cuánto —culminó con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
—Hola, cielito. La próxima vez vas con nosotros —dice mi mamá, a lo que yo solo le dedico una mirada.
Liam solía estar hasta en los cumpleaños de nuestra familia, siempre estaba con nosotros. Hasta mi abuela dice que él es su nieto de otro vientre.