Hasta el Último Latido.

VI. Lucia.

Ha sido la semana más lluviosa que hemos tenido. Grandes torrentes de agua y vientos fuertes soplan en la ciudad. La temperatura baja lentamente, pero se siente como si estuviéramos a menos cinco grados. Hoy es la presentación de la temporada de ropa de mi madre. Mientras todos están vestidos elegantemente, yo preferí optar por vestirme lo más casual, pero con algo de elegancia. Al final, mi madre me había dado el visto bueno de que me veía bien. Han pasado unos cuatro días de lo que pasó con Angi y aún no me habla. No la juzgo, porque sería algo que yo haría si me hacen enojar por un comportamiento tan inmaduro como el que yo tuve con ella.

Estoy sentado en una de las mesas con mi padre. Mi madre está con la tía Yaneth revisando los vestuarios y corrigiendo que todo salga a la perfección. Como es costumbre, mi padre está en su teléfono dirigiendo la compañía a través de él. Angi no llega y yo solo disfruto de la música y de la bebida que nos han servido. Han llegado varias personas invitadas: algunos deportistas, otros artistas, actores. Lo mismo de siempre. Es verlos de una forma normal a comparación de cuando los ves en televisión. Pero para mí es tan normal como ver a mi mamá. De pronto, comenzó a sonar "Bad Romance" y comencé a tararear la letra de la canción.

Es tarea difícil tener la boca cerrada cuando suena alguna canción de Gaga. Solo faltaban unos treinta minutos para dar inicio y el salón ya se estaba llenando. Los medios estaban tomando sus lugares para la transmisión en vivo, las luces, todo se veía sorprendente. Súbitamente, ha llegado Angi y yo he adoptado una expresión de estupefacción al ver que ha llegado con Sam, quien también venía acompañado de su hermana.

Al ver a Angi no pude evitar sentir una ola de recuerdos al acordarme de lo que le dije hace unas noches. ¡No estaba pensando con claridad, fui muy brusco, demasiado diría yo! No soy de discutir con Angi, pero mi única excusa es que cuando intentan pisar la línea roja de mi paciencia y me piden hacer algo con lo que yo no me siento bien, simplemente me irrito y puedo terminar muy enojado. Era parte de mi nueva personalidad que había desarrollado después de lo que pasó con Isabel. Era como un mecanismo de defensa para alertar de que se tenían que alejar de mí. Y era lo que exactamente ganaba: terminaba haciendo que todos se alejaran de mí. Soy mi propio gran enemigo. Siempre quiero rodearme de personas, pero de pronto mi batería social se agota, con lo que me quedo en silencio. Puedo oír las estupideces de los demás, pero yo solo estoy en silencio para no decir algo de lo que pueda arrepentirme luego.

Odio esto. Esto apesta. Es la peor sensación que puedo sentir. Ahora estoy peleado con Angi, con mi hermana. No sé cómo disculparme con ella sin que me rechace o me trate peor a como yo lo hice con ella. Lamento tanto que esa noche terminara así entre nosotros. Todo por mi culpa. Esa noche no fui a casa. Me dirigí al lago. Me senté en un banco de madera que estaba cerca de mi auto para calmar mis emociones. Pensé que iba a entrar en shock. Normalmente cuando experimento momentos fuertes, como una discusión con alguien importante para mí, la presión en mi corazón aumenta a tal grado que cada latido es doloroso.

A esto me refería cuando digo que no puedo traer a nadie a mi vida cargando con toda la mierda que llevo por dentro. No así. No puedo permitir que alguien más tenga que tolerar mis cambios de humor, que me vea así de débil como soy ahora. ¡ESTE NO SOY YO!

¡NO SOY YO! Ni siquiera sé si soy feliz, tampoco siento que esté viviendo; al contrario, estoy sobreviviendo. Peleando constantemente con una mente que quiere morir y un cuerpo que quiere vivir. No soy capaz de sentir algo, ni lo más mínimo por alguien. Sé que necesito ayuda, pero no quiero buscarla porque no quiero sentirme como un enfermo. Sé que puedo lograrlo por mí mismo, por mis fuerzas, a pesar de que ahora no tenga. Sé que, en el fondo, muy en el fondo de mí, tengo la capacidad de surgir otra vez de la oscuridad. Ver todo de una nueva manera, sentir el mundo a mi alrededor. Pero justo ahora, ni siquiera me conozco, no sé quién soy. No sé nada de mí. Solo intento mantener a todos lejos para no lastimarlos cuando llegue a mi punto de estrés máximo y explote.

El frío de la noche era tan abrazador que, cuando lloraba para liberar la presión de mi alma, mis lágrimas se congelaban dentro de mis ojos. La oscuridad se hizo amiga de mi soledad, convirtiéndose ambas en mis peores enemigas. Era como una maldición donde solo un acto de fe, un acto de amor, podía volverme a la vida. Porque justo ahora, vivo no estoy. No del todo.

—¡Hola, Papá! —dice Angi.

—Hola, amor. ¿Dónde estabas? —supongo que ignorarme es parte de su enojo conmigo.

—Estaba esperando a un amigo que quise invitar y, pues, a su hermana también le hacía mucha ilusión venir. Son unos amigos del instituto. Con ellos fue con quien salí hace unos días, papá.

—Está bien. Lo importante es que ya estás aquí.

—Sí. Bueno, me voy para estar con ellos. Solo quería que supieras que ya llegué.

—Ve, Angi. Sin hacer estupideces.

—Adiós, papá. Me avisan para irme con ustedes.

—Adiós, Angi.

Supongo que Lucas no existe.

Por favor, ¿cómo va a saludarme después de lo que le dije en el auto? Tiene razones por las cuales estar enfadada conmigo. Entonces, ¡Fue con ellos con quien había salido!

Ver a la hermana de Sam esta vez no me resultó algo importante. Simplemente la miré a pesar de que tenía un vestido muy hermoso. Le quedaba perfecto, solo que, ahora mismo, después de lo que pasó con Angi, me siento avergonzado por muchos lados. Al igual que a mí, a Angi no le gustaba decir quiénes son nuestros padres. Nos ayudábamos a decir que por mi participación con la diseñadora conseguíamos boletos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.