—Liam, ya te he dicho que no ha pasado nada.
—¿Entonces por qué andas tan distante?
—¿Por qué haces tantas preguntas?
—Porque me preocupas.
—Déjate de estupideces. Mejor aún, ¿por qué no me has contado lo de tus salidas “secretas”?
—¿Qué secreto y qué salida? ¿De qué hablas?
—Sí claro. Tú sabes de lo que te estoy hablando.
—Bueno. No te he contado porque no te he visto.
—Me viste hace días en el torneo de tenis.
—Pero te fuiste rápido.
—Pero me viste. De todas formas, sabes dónde vivo.
—Sí, pero andas raro y no quiero ser quien se gane tu mal humor.
—No sería capaz de tratarte mal, Liam. Nunca lo he hecho.
—Pero no significa que no pueda ser la primera vez.
—Ya mejor no menciones el tema porque si no te daré la razón justo ahora.
—Hablando de algo importante —lo miré—. Me di cuenta de que le estabas echando ojeadas a la amiga de Juliet el día del torneo.
—¿A Lucia? —me miró sorprendido.
—¿Cómo sabes su nombre?
—Porque ella me lo dijo.
—¿Cómo que te lo dijo?
—Sí, ella misma me lo dijo. De su propia boca lo escuché.
—¿Pero y eso cómo pasó? ¿Dónde estaba yo?
—Estabas reproduciéndote tal vez —se ríe.
—No me jodas, Lucas. Hablo en serio.
—Pues yo también, Liam.
—Bueno. Ya que me confiesas eso, yo estoy saliendo con Juliet.
—¡¡¡NOOOO!!! ¿De verdad? Ni cuenta me había dado de eso —dije con sarcasmo.
—Te creo.
—Tu mamá me lo dijo.
—¿Cómo que mi mamá te lo dijo?
—Sí. El día que te fuiste porque dijiste que te querías venir caminando. Desde ese día lo supe.
—Ni en mi propia madre puedo confiar, ¡qué locura!
—No te preocupes. Tu madre ni siquiera me dio el nombre, solo me dijo que ibas a desayunar con alguien y ya.
—No te molestes por eso, ¿vale?
—¿Parezco molesto? —dije enarcando una ceja.
—No.
—Excelente.
—Por cierto, ¿has visto a Tamara?
—No, en realidad te iba a preguntar por ella.
—Qué extraño.
—Echemos un vistazo al comedor. Tal vez la veamos ahí.
—Vamos.
Nos dirigimos al comedor. Aún nos quedaba una clase, la de la materia más torturadora que puede existir. Liam no insistió más en saber por qué me había mantenido distante después de la discusión con Angi que, por cierto, aún tenía que pedirle disculpas, solo que no sabía cómo hacerlo.
—Ahí está.
—¿Dónde, Liam?
—Allá. Por la mesa en la esquina.
—Pero parece que no está sola —dije entrecerrando los ojos para ver mejor.
—No. Está con un chico. ¿Sabes quién puede ser?
—¿Te parece que lo sé?
—¿Nos acercamos?
—Sí. Pero no vayas a decir una imprudencia, Liam. Por lo que más quieras, evita hablar.
—No prometo nada.
Decidimos ir a donde estaba Tamara y, claramente, estaba con un chico que no sabíamos quién era. Al final, habían pasado días y no nos habíamos encontrado debido a mis problemas emocionales.
—Bueno, bueno. Mira adónde nos trajo el viento —Liam no sabe tener la boca cerrada.
—Liam. Lucas —dijo Tamara despavorida.
—Ey, cálmate. No somos fantasmas o algo así —dije.
—Chicos, no… No sabía que… —Tamara comenzó a tartamudear mucho y me irrité.
—No te vamos a juzgar ni nada. ¿Están saliendo? —pregunté.
—¿Quién? ¿Nosotros?
—No. Lucas y yo, Tamara. Obvio que ustedes —dice Liam con sarcasmo.
—Chicos. Eh —se lleva una mano al cuello—. Él es Alejandro. Es un amigo.
—¡Hola! —saluda el desconocido.
—¡Hola, Alejandro! Soy Luc… —me interrumpe.
—Eres Lucas. Sé quién eres, todos saben quién eres. Si podría decirse así, me gusta la forma en cómo juegas y lideras a tu equipo. Además, eres un gran fenómeno por aquí.
—¡Gracias! Eres bienvenido cuando quieras si gustas formar parte del equipo.
—Y yo soy Liam. Por si te interesa saber mi nombre. Aquí todo es Lucas —carcajearon un poco.
—Sé quién eres. Juliet me ha hablado de ti, o bueno, solo te mencionó.
—¿Conoces a Juliet?
—Sí, Liam. Juliet y yo somos compañeros en clases extracurriculares de arte.