Hasta Encontrarnos [agosto]

11

Al despertar, pude notar que Aron se encontraba dormido en la silla y aún sostenía mi mano, la calidez  de nuestras palmas me calma y me hacía sonreír.

Con mi otra mano comencé a juguetear con su cabello y  masajearlo, Baje mi mano por  su rostro y con delicadeza delinee su mandíbula.

Comenzó a removerse en su lugar con cada caricia que le daba, y sonreía aún con los ojos serrados, haya que llegue a sus labios y me detuve, por un momento me quede mirándolos y seguir con mi recorrido. Cuando volví a posar mi mirada sobre su rostro él me miraba con demasiada determinación.

Me ruboricé un poco por eso, y traté de apartar mi mano, pero él atrapó mi muñeca para que no la despegara, la acerca a sus labios y la besa.

—Veo que ya estás mejor—Habla sin soltar mis manos. Asiento con un movimiento de cabeza, rápido me envuelve en sus brazos sin darme tiempo de reaccionar, sus labios quedan a la altura de mi oído y entonces susurra:—No entiendo como sigues observándote hermosa, aun así en una cama de hospital—.

En mi estómago se formó una sensación extraña como un cosquilleo  que recorrió todo mi cuerpo y me ruborice al instante, él siempre es quien causar esas sensaciones en mí.

Nos quedamos de esta manera hasta que él  comienza a apartarse y deja un corto beso mi mejilla. — Iré por el doctor, para que te revise y pueda llevarte a casa— Me informa y sale de la habitación.

No pasó mucho tiempo cuando regreso al cuarto con el doctor y Camila, después de comprobarme y asegurase que ya estaba mejor me dieron de alta.

Me encontraba terminando de vestirme para poder regresar a casa,  subí el cierre de mi chamarra y salí de la habitación donde ya me esperaban ellos.

—Vámonos—Les informé.

Los dos asintieron y comenzaron a caminar, Aron puso su brazo al rededor de mí mientras caminábamos a la salida.

Al salir del hospital una ráfaga de viento y sol nos atacó, haciendo pegarme más a él, nos apresuramos para llegar a su auto.

Abrió la puerta del copiloto y me indicó que subiera mientas Camila entraba en la parte de atrás, cuando ya todos estábamos en el auto condujo para la residencia.   

Debo confesar que me gustaba mirarlo mientras se encontraba manejando, es hermosa  la forma en que las personas se ven al natural, sin fingir o hacer algo por presión. Me gusta la manera en la que sus labios se aprietan cuando hace el cambio de velocidad, o como sus manos aprietan el volante.

Cuando descansa su mano en mi pierna despegó mi mirada de él y la fijó en la ventana, mi interior está gritando por solo ese insignificante gesto.

Nunca nos damos cuenta de lo que sentimos hasta que las pequeñas acciones hacen remover todo nuestro sistema en pequeñas explosiones de felicidad.

El camino se me hace lo más corto, que cuando me he dado cuenta él ya se encuentra enfrente del edificio. La primera en salir del caro es Camila, la cual sale corriendo hacia el edificio.

Ambos nos quedamos contemplando como Camila entra con mucha prisa y bajamos del auto, nos quedamos parados frente al edificio, y se hace un momento de silencio.

—Entremos—Lo tomo de la mano y comienzo a entrar con él al edificio.

Al pasar por la recepción la cara de Sami fue de completa sonrisa, cuando nos vio llegar juntos tomados de la mano.

—Hola, Sam— La saludé.

—Me alegro de que estés mejor... No sabes el auto que nos has sacado— Se tocó el pecho.

—Ya sabes yo como soy de dramática— Reí.

—Gracias por aclararlo, para la próxima estaré prepara— Contesto en sarcasmo.

—Gracias en serio— Esta vez fui sincera.

Después de estar bromeando y platicando, subimos a mi habitación y me recosté un poco, aún me sentía mareada por el medicamento, por eso decidí descansar un poco.

Me quede dormida gran parte de la mañana y la tarde. Cuando desperté estaba anocheciendo, si por mí fuera me hubiera quedado más tiempo dormido, pero mi estómago comenzaba a doler por el hambre que tenía.

Mientras caminaba para buscar algo de comida, Encontré a Camila en la sala estudiando mientras escuchaba un poco de música.

—Tu medicamento está en la mesa de la cocina, junto a tu comida—Me informa sin despegar su
vista  de su libro.

—Gracias— No espero a que  me conteste y voy a la cocina.

Y como lo dijo mi medicamento está ahí junto aún plato de deliciosa comida, mi estómago gruñe como repuesta, tomo el plato y lo meto en el microondas.

Cuando por fin está caliente, comienzo a comer y mi estómago lo agradece—Esto es lo mejor que ha cocinado Camila— Pienso y continuó hasta terminar todo, después tomo mi medicamento y vuelvo para la sala.

Me siento junto a Camila y saco mis cosas de la escuela, pero para ser sincera no tengo ganas de estudiar, pero sé que pronto sé hacer van los exámenes, que rápido se ha pasado el tiempo, ya llevamos más de un mes aquí y apenas parecen unas pocas semanas.

Saco mi libreta y comienzo a ojearla, — Estuvo deliciosa la comida gracia— Comencé a hablar mientras tomaba mi libro.

—De nada, sin embargo yo no he cocinado.

Me quede por un momento sorprendida, no obstante rápido mi mente tenía la respuesta de quien pudo ser: Aron eres demasiado lindo, ¿cómo no esperes que?
me enamoré más?.

—Oh claro ya sabía que tú no cocinas tan  bien — Bromeó.

—Ahora me siento ofendida, mi comida es una maravilla— se defendió.

—Yo no lo he negado— Ambas comenzamos a reír.

—Será mejor que ya es a tu padre, si no quieres que venga aquí, lleva toda la tarde llamando para saber cómo estás.

—Claro, lo aré.

Tome mi teléfono y decidí llamarlo, lo conocía u sería capaz de manejar haya acá solo por saber cómo me encuentro.

Fui para mi anotación y marqué su número, yo tardo en contestar.

—América—En su voz era evidente más preocupación.

—Papá— Respondí.




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