hasta encontrate

capitulo 21.- el fin

Semanas después de la batalla con Isabella los lobos empezaron a reconstruir la manada hoy se tuvieron que detener la reconstrucción ya que cayó una fuerte lluvia al día siguiente el aire huele a tierra mojada tras la tormenta la manada sigue nuevamente con la reconstrucción, pero el ambiente ha cambiado. Los lobos ya no viven bajo la sombra de Isabella, camino por la plaza y observo cómo los lobos trabajan juntos para reparar los daños. Algunos me sonríen al verme pasar; otros aún no pueden creer que sobrevivieron al ataque de Isabella en el centro de la plaza, una fogata arde, consumiendo los últimos restos de los objetos malditos de Isabella sus hechizos, su libro de hechizos… todo arde hasta convertirse en cenizas.

Alfa…

Nunca podré agradecerte lo suficiente por lo que hiciste. Si no fuera por ti… ella nos habría destruido.

Yo solo asiento, pero mi mirada se pierde en el horizonte. Aunque hayamos ganado, las cicatrices aún son profundas.

Leorio: A lo lejos,la observo y me acerco lentamente con una expresión indecisa en el rostro. Ahora que recuerdo todo, aún lucho con la culpa de haberla olvidado, aunque no haya sido mi culpa. No sé cómo empezar…

Yo: Yo lo miro y sonrío con ternura… Podemos empezar de nuevo. Juntos.

Leorio: exhaló, aliviado. Sin decir nada más, tomó su mano, entrelazando sus dedos con los míos. La sensación es cálida, familiar… como si nunca nos hubiéramos separado.

El sol se comienza a ocultar , iluminando la manada con una luz anaranjada dando paso a la noche cada quien se retira a sus casas yo camino de la mano de Leorio sin decir palabra solo la compañía del otro caminamos hasta el lugar donde nos vimos por primera vez…

Me parece que fue ayer cuando nos vimos por primera vez lo recuerdas salía del agua solo en bragas

Leorio: si me acuerdo creí que estaba viendo a una diosa un ángel caído del cielo…

Yo: jeje si… seguimos caminando La luz de la luna se filtraba entre las copas de los árboles, dibujando destellos plateados sobre el suelo cubierto de hojas. caminaba un par de pasos por delante de Leorio, solo mi risa ligera rompiendo el silencio del bosque.

Leorio: Se giró para mirarme por encima del hombro, sus ojos centelleando con ese brillo que siempre me desarmaba.

Yo: ¿Te estás quedando atrás a propósito? —le pregunté con picardía.

Leorio sonrió y la atrapó por la cintura, atrayéndola hacia él de golpe. Su espalda chocó suavemente contra el tronco de un árbol, y antes de que pudiera protestar, mis labios ya estaban sobre los de ella. Fue un beso hambriento, desesperado, como si me hubieran estado conteniendo demasiado tiempo.

Yo: Mis manos se deslizaron por la nuca de Leorio, hundiéndose en su cabello mientras nuestros cuerpos se alineaban con una urgencia latente. Leorio descendió sus labios por mi cuello, dejando un rastro de besos ardientes que me hicieron estremecer… Aquí… podríamos ser descubiertos —susurre entre jadeos

Leorio: Eso lo hace aún más emocionante —murmuré contra su piel, mis manos explorando cada curva con devoción.

El mundo desapareció a nuestro alrededor. Solo existía el sonido de su respiración entrecortada, el roce de nuestros cuerpos y la calidez y de la luz de la luna acariciando nuestra piel expuesta. Entre besos, mis manos se deshicieron de las barreras de la ropa, y el deseo nos envolvió como una tormenta de verano, intensa y efímera.

Yo: arqueé el cuerpo cuando Leorio descendió por mi abdomen, sus labios encendiendo cada rincón de mi piel. No había prisa, solo el placer de explorarse el uno al otro, de perderse en el momento.

Cuando finalmente nos unimos, fue con la intensidad de dos almas que se reconocen en la pasión ahogue un gemido contra su hombro, mis uñas dejando marcas en su espalda. Cada movimiento era una promesa, cada susurro un pacto de deseo inquebrantable.

El bosque fue testigo de nuestra entrega, de nuestro amor consumado entre susurros y jadeos. Y cuando finalmente el clímax nos alcanzó, quedamos envueltos en un silencio sagrado, nuestros cuerpos enredados entre hojas y nuestros corazones latiendo al unísono.

Leorio: bese su frente con ternura, mientras Natasha cerraba los ojos, grabando aquel instante en su memoria.

Yo: Definitivamente… deberíamos pasear más seguido por el bosque —susurre con una sonrisa traviesa.

Leorio: reí, besándola de nuevo, sabiendo que, en efecto, no sería la última vez en menos de lo que pensamos el sol comienza a salir, iluminando el bosque con una luz dorada

es un nuevo amanecer no solo para nosotros si no que también para la manada el pasado quedó atrás, eh Isabella ya no podrá hacernos daño y aunque nuestra historia de amor fue puesta a prueba por la maldad, por el odio, por los celos y por el destino al final sobrevivió…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.