hasta encontrate

capitulo 22.- la boda

Yo: Pasaron las semanas y Leorio estaba raro como misterioso hasta una noche…

Me pidió que fuera a nuestro lugar… La noche había caído suave sobre el lago, pintando el cielo de un azul profundo salpicado de estrellas. Una brisa tibia jugaba con mi cabello mientras caminaba por el bosque. Las luces pequeñas que Leorio había colgado a lo largo del camino brillaban como luciérnagas atrapadas en una danza eterna.

Está precioso… —susurré, admirando cómo las luces se reflejaban en el agua de la cascada.

Leorio: sonreí, nervioso, metiendo una mano en el bolsillo para asegurarme de que la pequeña caja aún estaba allí y le digo No es nada comparado con lo que vas a ver ahora —respondió, guiándola hasta un lugar donde hay un círculo de velas que rodeaba una manta cubierta con pétalos de rosas. Encima, una botella de vino y dos copas esperaban. Vi como Natasha se llevó una mano a la boca, sorprendida.

Yo: Tú… ¿hiciste todo esto?

Leorio: Todo esto… y mucho más haría por ti —dije arrodillándome frente a ella.

Yo: sentí cómo el corazón me golpeaba el pecho.

Leorio: abrí la pequeña caja, revelando un anillo que brillaba con el reflejo de las velas…

Natasha, desde que llegaste a mi vida, todo tiene más sentido, No solo eres mi amor, eres mi mejor amiga, mi fuerza y mi hogar. Quiero pasar cada día haciendo que sonrías. ¿Te casarías conmigo?

Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos de ella, y sin poder contener la emoción, se arrodilló para abrazarlo.

Yo: Sí… sí, Leorio, mil veces sí —susurró contra su cuello.

Las luces, la cascada y las estrellas fueron testigos silenciosos de ese instante en que dos almas se prometieron para siempre.

El día de nuestra boda el cielo se había vestido de un dorado suave, como si el atardecer quisiera bendecir la unión. Las flores blancas y lilas colgaban en arcos que parecían sacados de un sueño, y el aroma de lavanda se mezclaba con el murmullo emocionado de los invitados.

aparecí al final del pasillo, con el vestido acariciando el suelo y una sonrisa que parecía contener todos los amaneceres.

Leorio: la vi con los ojos brillantes, hasta que olvide respirar por un instante al verla avanzar hacia mi.

Yo: Cuando nos encontramos frente al altar, no hubo nervios, solo la certeza de que ese momento había sido escrito para nosotros desde mucho antes de conocernos. Las promesas que nos susurramos fueron simples pero profundas: cuidarnos, reír juntos y nunca olvidar que el amor era un refugio.

Al decir “sí”, las campanas repicaron y los pétalos volaron sobre nosotros como lluvia de bendiciones. Nos besamos entre aplausos, y el mundo pareció detenerse para grabar esa imagen bailamos hasta que las estrellas fueron testigos, riendo, abrazando a amigos y familia. Y cuando la noche llegó, él me tomó de la mano y me susurró al oído:

Leorio: Hoy empieza nuestro “para siempre”.

Yo: yo solo sonreí, segura de que así sería.

Juntos, caminamos hacia el futuro

Fin….




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