Casi tres minutos.
Eso es lo que tenemos, como máximo, para poder sorprender a las personas que nos ven juntando la armonía de una canción, la voz y el espectáculo visual.
Y nuestra misión hoy era atraer al mayor número de personas.
La canción que íbamos a representar estaba compuesta por tres partes: la primera de Dan, la segunda mía y la tercera de ambos en la que habría acrobacias de riesgo.
Era el turno de Dan, pues primero él entraría en escena. Los violines sonarían una vez él se encontrara en el centro del escenario y las voces del coro comenzarían a cantar. Tras esto, la potente voz de mi amigo comenzaría a sonar a la vez que unos pasos de baile lo deslizaban sobre el escenario viéndose completamente elegante.
Unos cincuenta segundos después, era mi turno de salir a escena: la elegante cola de mi vestido rojo de tango giraba conmigo a la vez que entraba en el escenario. Junto con ello, mi voz soltaba unas armoniosas notas que se entrelazaban como si se estuvieran abrazando con las de Dan.
Una vez que Daniel sale de escena, ahora era mi turno: yo sola y el escenario para mí. Esta segunda mitad de la canción era en la que yo expresaba mis sentimientos hacia un amor imposible, en este caso, esa otra persona era representada por Daniel.
Los pasos de baile me movían alrededor de todo el escenario mientras mi voz me impulsaba al siguiente movimiento de danza pero, justo en el momento antes del culmine de la canción, viene el drama: la parte realmente impresionante en toda nuestra actuación.
En esta parte estoy subida sobre una especie de plataforma que hay sobre Daniel. En esta yo estoy peleando ficticiamente con una persona que representa el odio y el rechazo de nuestros padres hacia nuestra relación amorosa. En esta pelea es donde la música se silencia dando paso a un solo de violín. Justo antes de que la orquesta explote en la última parte de la canción, yo salto de la plataforma agarrada únicamente por una cuerda en mi mano que me hace sobrevolar por encima del público mientras la nota alta de la canción sale de mi boca y las exclamaciones de sorpresa de las bocas del público.
A su vez, en el escenario, Daniel está bailando mientras que los coros cantan. En cuanto finalizo mi parte aterrizo sobre la misma plataforma en la que estaba, suelto la cuerda y, enfrente de mí, hay un aro... un aro que junto con la voz de Dan se prende fuego haciendo que todo el mundo exclame de sorpresa.
Ahora viene lo peligroso: tengo que saltar hacia atrás, entrar por ese aro y dar una voltereta a la vez que caigo en los brazos de Dan que se encuentra a unos cuatro metros más bajo que yo.
Es en el momento en el que caigo sobre sus brazos cuando finaliza la orquesta y una ola de aplausos y vitoreos llenan la sala.
Dan y yo.
Yo y Dan.
Nos miramos a los ojos y sonreímos: Todo salió a la perfección.
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Nos encontrábamos en la zona de salida al escenario, esperando nuestro turno detrás de aquella pareja – dioses del olimpo – de artistas.
Nada más el presentador del show los nombró, el chico salió y ella se quedó esperando delante de nosotros. Mientras tanto, dio pequeños saltos y abría y cerraba sus brazos realizando diferentes calentamientos.
A nuestro lateral teníamos un monitor en el que podíamos ver todo lo que sucedía en el escenario, y eso fue lo que hicimos nosotros ocho: ver la actuación de la que tantas incógnitas teníamos.
La puesta en escena con los violines, los coros más la voz y los pasos de aquel muchacho nos dejaba cada vez más boquiabiertos...pero, la guinda del pastel, la tenía la chica: en cuanto subió al escenario, parecía que nos atrapaba tanto a nosotros como al público. Como danzaba de un lado al otro dejando detrás de ella una cola roja que la seguía, viéndose como un cisne realmente elegante pero, su voz, era lo mejor.
Pensábamos que ya lo habíamos visto todo. Nunca nos hubiéramos llegado a imaginar lo que sucedería a continuación pues la pelea fue bastante impresionante pero, cuando ella saltó de la plataforma y voló sobre el público cantando aquella nota alta mientras, lo único que le sostenía, era una cuerda agarrada por su mano hizo que se me erizara hasta el último pelo de mi cuerpo. Aterrizó sobre la misma plataforma de la que saltó mientras, el chico, cantaba y bailaba en la parte de abajo a la vez que la orquesta crecía más y más en cuanto a música se refiere. En un grito del chico, un aro – que no habíamos visto hasta ese momento – se llenó de llamas de fuego.
- No puede ser – dijo Félix imaginando lo mismo que todos suponíamos.
Antes del culmine final de la canción, la chica saltó de la plataforma entrando por aquel aro, dio una vuelta hacia atrás y cayó sobre los brazos del chico a la vez que la orquesta tocaba la última nota.
La imagen de ellos dos mirándose y sonriendo fue realmente preciosa pero, mejor aún, fueron los gritos y aplausos por parte del público. Obviamente, nosotros hicimos lo mismo.
Fue realmente espectacular, ¿Cómo es que no conocíamos a estos artistas? Seguramente son extremadamente famosos en su país o alrededor del mundo.
Hyunjin soltó un suspiro largo de sorpresa.
- Madre mía... - decía Jeongin con las manos en la cabeza – Impresionante.
- Buah – soltó Changbin asombrado.
- Eso...¡Eso fue espectacular! – exclamé.
En la vida habíamos visto una presentación como esta, nos puso la piel de gallina, todo en ella era perfecto, absolutamente todo.
Poco después, vimos a los dos chicos bajar – muy contentos – del escenario.
- ¡Lo hicimos! – dijo ella a la vez que abrazó al chico.
- Todo salió como esperábamos – respondió él bastante aliviado.
- Perdonad – dijo Minho acercándose hasta ellos, no me di cuenta de cuando se fue de mi lado. - ¿Cómo se llama la canción?
Ellos se miraron dudosos por un segundo, ¿tal vez no le entendieron bien? Pero no fue eso...le habían comprendido a la perfección, el problema era otro.
Editado: 07.03.2024