Capitulo 31

No éramos capaces de reaccionar ante lo que estaba pasando...pues no lo entendíamos para nada.

Dan se apresuró a pedirnos una de las mantas y el cojín para tumbar ahí a Kim Mary. Tras eso, lo vimos alejarse a una zona de la sala y levantar una losa, metió la mano y sacó una pequeña cajita.

- ¿Qué...es eso? – preguntó Minho casi en mi oído, en un susurro.

- No lo sé – dije igual de asombrado que él.

Dan se acercó rápidamente hasta Mary y le remangó la camiseta que llevaba, seguidamente abrió la cajita y, con alcohol y algodón, humedeció una pequeña gasa y la frotó por el brazo de esta.

- ¿Acaso va a pincharle? – preguntó esta vez Han.

- Eso parece... - dije.

Tal y como pensamos, tras guardar lo que recién había utilizado – excepto la gasa, obviamente – sacó una aguja y, con mucha delicadeza, la introdujo por el brazo de Mary, una vez listo, le puso un poco de esparadrapo para sujetarla y sacó una bolsita de suero de la caja, la cual conectó a la aguja que le habría puesto previamente a la chica y se quedó sosteniendo la bolsa en alto.

Levantó la miraba y pudo ver la pura preocupación reflejada en nuestros rostros.

- Ah, perdón – se disculpó – No tenéis de qué preocuparos. Los desmayos aquí son algo bastante normal, normalmente nos pasa un par de veces por semana, solo que este tiempo hemos comido bien gracias a vosotros y por eso nos mantuvimos bien...hasta hoy – dijo a la vez que volvía su mirada a la chica – Cada vez que ella se desmaya hay que ponerle de este suero para que se mantenga estable.

- ¿Qué pasaría si no se lo pusieras? – preguntó Minho.

- Estaría con náuseas y vomitando el resto del día. Hubo una vez en la que no pude ponérselo porque nos quedamos sin suero y, al despertarse, no paro de darle arcadas y, aunque no podía vomitar porque no había nada en su estómago, se dañó la garganta. Desde aquel día, cuidamos más aún que siempre tengamos lo necesario para este momento.

- ¿Y quién os lo compra? ¿Por qué no le pedís más? – pregunté yo esta vez.

Pero, sorprendentemente, Daniel negó con la cabeza.

- Nadie, aparte de los que estamos en esta sala, lo sabe. Es algo que mantenemos oculto y, nosotros mismos, somos los que nos encargamos de comprar esto.

- Pero debe de ser muy caro – comentó Jeongin preocupado.

Esta vez, Daniel asintió.

- Lo es. Solo nos dan una miseria al mes para poder vivir, y siempre lo gastamos en medicinas – dijo en un suspiro a la vez que recolocaba un mechón del pelo de Mary que se había resbalado por la delicada cara de esta. – Pero estamos acostumbrados.

Conforme los días pasaban, hasta este momento, no era capaz de entender el por qué alguien tendría viviendo de esta forma a dos personas...encima cuando estas personas son tan buenas en su trabajo, y son personas nobles, humildes e increíblemente buenas.

El mundo no es, para nada, justo.

¡Hasta aquí el capítulo de hoy!

Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!

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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.

EDITORIAL: Ediciones Arcanas.

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