Aquel día algo cambio en mi.
Aquel día hizo que, tanto Daniel como yo, cambiáramos.
Un fuerte dolor de cabeza abrazaba mi cráneo como si de una madre a su hijo de tratara.
- ¿Qu... Qué ha pasado? - pregunté a la vez que me reincorporaba poco a poco del suelo mientras ponía una de mis manos en la cabeza.
Miré a mi alrededor y pude percatarme de que seguía en aquella dichosa oficina. Solo tardé unos segundos en empezar s escuchar unos gritos tremendos.
- ¿¡Está usted loco!? ¿¡Qué le sucede!? - el dueño de aquella voz empezó a resultarme conocido.
Giré mi cabeza hasta encontrarme con las personas que se encontraban discutiendo: mi CEO y... Chan.
- Pero... - intenté formular una pregunta, pero el dolor de cabeza era insoportable, asi que coloqué una mano en esta para intentar hacer que el dolor fuera más ameno.
- Mary - escuché la voz alterada de Chan a a vez que corría hacia mi - ¿Cómo estás? - pregunto apresuradamente a la vez que me rodeaba con sus brazos para ayudarme a ponerme en pie.
- Mm... no lo sé - respondí mirando aún confundida a mi alrededor bastante dolorida...y aturdida.
Pude notar como soltó un fuerte suspiro.
- Normal...menudo pedazo de... - empezó a maldecir, pero se cayó dejando el insulto a medias. - Vámonos, aquí ya no hay nada más que hacer.
¿A qué se refería con aquello? Pero, pronto, mi pregunta estaría resuelta ya que, supongo que por la expresión de mi cara, Chan empezó a hablar.
- Ya no le pertenecéis a este señor - sentenció amenazante a la vez que miraba fijamente a los ojos de mi CEO, quien se encontraba allí viendo todo. - A partir de ahora, trabajareis en nuestra empresa, no hay de qué preocuparte.
- Pero... ¿cómo...? - comencé a decir, pero en ese instante, un tirón se apoderó de mi brazo.
- Ellos no se van a ir a ninguna parte, Chan, ya me estás cansando - dijo el CEO.
Al fin, y por primera vez, se mostró tal y como es con nosotros, frente a otras personas, en este caso, Chan.
- Ya se lo he dicho, señor, todo está hablado. Ya se hicieron todos los trámites legales - Chan parecía otra persona mientras decía todo esto.
- Já - soltó una risotada - Es imposible. Que otra empresa rompa el contrato de los trabajadores de otra es imposible, si no es el CEO o los trabajadores de la misma los que quieren romperlo. Además, en caso de ser posible, deberíais de pagar una multa desorbitante por daños y prejuicios.
- ¿Se cree que no está pagado? - respondió desafiante.
Aquello me dejó completamente anonadada y sin habla...enserio...¿Enserio nos íbamos a ir de aquí?
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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Editado: 07.03.2024