Hasta la última palabra

Hasta la última palabra

¿Cuál es el peor de los miedos del hombre? ¿Cuál es ese miedo, que puede llevar a un ser a un mundo de desesperación y de locura? ¿Cuál es el miedo, que todos tenemos y que sin embargo ningún hombre acepta? ¿Qué miedo nos gobierna, sin siquiera darnos cuenta?

El pasillo era largo y oscuro, parecía no tener fin, a momentos daba un poco de miedo, un miedo un tanto inexplicable y sin sentido (¿Qué miedo no lo es?) el punto es que ¿cómo demonios podía dar miedo el caminar por un pasillo no tenebroso solo oscuro?

Sin embargo yo seguía caminando aquel pasillo eterno, de sombras que tomaba tintes más oscuros a cada paso que yo daba.

Cada paso significaba entrar a un punto aún más oscuro, lo cual era ilógico pues seguía por el mismo pasillo, y aun que ya no quisiera avanzar más mis piernas no respondían y yo seguía avanzando en toda aquella oscuridad.

Después de un momento eterno o quizás fugas, me doy cuenta que la oscuridad ya es tan absoluta que no se distingue ya el pasillo. Recuerdo en mi desesperación agitar los brazos en todas direcciones buscando encontrar la pared, sin embargo me encuentro en un vacío, en una nada total donde solo existe la infinita oscuridad; busco regresar mis pasos, sin embargo todo mi alrededor está sumido en la misma oscuridad, las direcciones ahora carecen de sentido, ya no hay un enfrente o atrás. La desesperación es tal que comienzo a correr (creo que grito, pero no escucho mis gritos, ni siquiera mis pasos)

Finalmente tropiezo y caigo en aquella oscuridad infinita, finalmente cuando todo parece perdido frente a mí, se enciende una luz, hay un libro sobre un escritorio, se alcanza a ver una mano con una pluma que está escribiendo, intento ver al escritor pero la oscuridad lo cubre, da la impresión de que solo fuera una mano; le hablo pero mi voz no se escucha; corro en aquella dirección, pero se aleja cada vez más de mí. Cuando detengo mi carrera por el cansancio, la mano se detiene como si hubiese escuchado algo, dirige la pluma en dirección hacia mí, cierra el libro las luces se apagan y yo despierto.

-¿Dices que este sueño lo has tenido a diario?

-Así es doctora.

El hombre era un individuo maduro de unos 45 años, de aspecto tosco y descuidado, su barba crecida, su cabello desalineado, así como su mal aspecto en general mostraban las señas de cansancio propias de quién no ha dormido en varios días.

Él consultorio se encontraba debidamente ordenado y amueblado, el hombre estaba recostado en un sofá de lujo de color rojo con vivos en café; junto a él se podían ver muchas plantas propias de la región; frente a él se encontraba la psicóloga.

La psicóloga era una mujer joven que rondaba los 25 años, iba vestida con una bata blanca con su nombre bordado en color verde. Los lentes que tenía le daban un aspecto intelectual y de coquetería sin igual.

-Mire Señor, sinceramente por todas estas sesiones no he encontrado nada que lo lleve a esta situación sin em…

-¡Dice que no me puede curar!

-por favor no me interrumpa, sin embargo yo sé que los sueños son reflejos del inconsciente, y al parecer su inconsciente sabe algo que su consciente no, pienso probar una hipnosis más profunda, que le permita entrar al sueño y no a un simple recuerdo. Voy a intentar una técnica nueva comunicaremos consciente e inconsciente dentro de un sueño, es muy posible que en algún punto hayan 2 versiones de usted, pero así voy a poder curarlo.

-Si hágalo.

El proceso de hipnosis dio resultado, a los pocos minutos aquel hombre se encontraba en estado de trance.

-Muy bien preste atención, se encuentra en el pasillo.

-Si estoy aquí.

-Avance rápidamente, esta oscuro, pero no es tenebroso, llegue hasta la nada.

-Creo que voy corriendo, la oscuridad aumenta rápidamente y ya no hay nada, ¡ya no hay paredes! ¡Estoy en la nada! ¡Oscuridad absoluta!

-Esta oscuro, pero no es tenebroso.

-No, no lo es.

-No hay nada ahí, y si no hay nada, entonces nada puede hacerle daño.

-Ya veo el libro.

-Muy bien ahora concéntrate en otro tú, uno inconsciente y que él vaya a ver el libro, mientras tú te alejas.

-No veo a otro yo.

-Aléjate del libro.

-Me llama la atención, no sé por qué, pero debo ir a él.

-¡No! Aléjate.

-Intento alejarme, retrocedo, pero cada vez está más cerca y ¡Esta frente a mí!



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En el texto hay: suspenso, suspenso y locuras

Editado: 10.12.2018

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