Si existiera un libro que contuviera el relato completo de mi vida, ¿sería capaz de resistir la tentación de hojear su última página? Esta pregunta, tan profunda y recurrente, ha resonado en mi mente desde tiempos inmemoriales. ¿Qué deparará mi existencia? ¿Encontraré la felicidad que anhelo? ¿Realizaré los sueños que me impulsan?
La idea de tener acceso al desenlace de mi propia historia me seduce irremediablemente. No creo que eso reste emoción a mi vivir; más bien, garantizaría un cierre satisfactorio, una conclusión que merezca la pena. Desde siempre, he tenido la costumbre, ya sea buena o mala según se mire, de adelantarme a los finales de los libros o de revelar los giros argumentales de películas y series. ¿La razón? El deseo de conocer el desenlace, de evitar las sorpresas desagradables que podrían desvirtuar mis expectativas. Estoy convencida de que, si existiera un volumen que resumiera mi vida, llevaría por título "La vida de Marina". Simple, pero absolutamente adecuado. ¿Por qué enredarse con títulos complejos que nadie comprenderá? Si anhelan conocer mi historia, permítanme comenzarla ahora mismo.