Hasta que Alisa nos separe

Capitulo 3

Ethan

La imágen de Nathan besando su mejilla regresa a mi mente, la misma imágen que me quito el sueño, el dolor en la boca del estómago me hace trotar con más fuerzas, las nauseas me obligan a recargar mi cuerpo en un tronco, intento regular mi respiración, una vez más la imágen en mi cabeza vuelve a reproducirse, sin poderlo evitar termino vaciando mi estómago en el pasto verde.

Veo rojo, Nathan es mi amigo, es mi hermano desde que tengo memoria, Pero Alisa es oro, es lo único que me hizo sentir bien desde que perdí a mi padre, siempre estuvo conmigo en todo, ante sus ojos, nunca perdí el respeto y la admiración que en algún momento desperté en conocidos, para Alisa no era el chico perderdor y huérfano del vecindario, para ella, yo era Ethan, el chico que había trepado su ventana para secar sus lágrimas.

Hasta ayer no era capaz de admitir mis sentimientos, pero siempre estuvieron aquí, enterrados en lo más profundo de mi pecho, con su roce sacudía esa pequeña caja, cada vez más fuerte, hasta que por fin se abrió, me dejó desnudo ante ella, y con un miedo inmenso de tener que competir contra alguien por ser digno de ella.

Por competir contra Nathan, porque estaba jodido, yo no tenía nada más que ofrecer que un sentimiento firme, tengo todas las de perder, pero aún así con las ganas suficientes de intentarlo. Porque ella lo vale, sin duda alguna vale toda la mierda que tenga que pasar si con eso me regala una sonrisa al final del día.

Cuando el sol comienza a salir decido poner fin a mi recorrido, troto camino a casa, con la idea del trabajo en mente, aunque todo eso se ve interrumpido cuando la veo salir, tan jodidamente bella, lleva una de sus horripilantes sudaderas anchas y su gorra favorita, acelero el paso a su encuentro.

- Señorita Lara - gira en cuanto escucha mi voz - desde cuándo te levantas tan temprano?

- Debo hacerlo, tengo clase en la universidad - suspira en derrota - saliste a correr?

- Como todos los días - afirmó - anoche ví que Nathan salió de tu casa - sus mejillas se tiñen de rosa - ya era muy tarde

- Alek - suelta un suspiro como si odiara hablar del tema - de nuevo volvió a perder la cuenta con el alcohol, lo trajo a casa, me ayudó a subirlo a su habitación

- Hablaste con él sobre el centro de rehabilitación?

- lo hice - hace un puchero ligero con los labios - Pero, no lo tomo muy bien, creé que exagero

- Lamento oír eso, nena, pero debes saber que no puedes ayudar a quien no quiere ayuda - endulzó el tono de mi voz - si Alek no reconoce el problema no podrá pelear una batalla que no existe, a los monstruos propios hay que darles cara y voz, al menos para partirselas de vez en cuando

- Ahora eres boxeador? - una sonrisa juguetona tira de sus labios

- Depende

- De qué?

- De si necesitas que lo sea- su mirada se suaviza - seré todo lo que necesites

Nos quedamos en silencio unos segundos, nos miramos a los ojos, puedo sentir una ligera corriente recorrer el espacio que hay entre nuestros cuerpos, como dos magnetos que deben unirse, doy un paso a su encuentro, levanto mi mano para quitar un mechón rebelde que sale de su gorra, siento como su respiración se corta con mi cercanía

- Alisa...- humedezco mis labios, listo para dar el primer paso- Alisa yo...

- Pero si aquí están!- Nathan pone su brazo en mis hombros, alejando mi cuerpo de ella- los ví platicando, y creí que era buena idea unirme, a menos que interrumpa algo

- Si

- No

Ambos hablamos al mismo tiempo, la electricidad del momento es sustituida por la tensión, y por las incontrolables ganas que tengo de señalar que lo ha hecho a propósito, lo conozco tan bien, como para leer la satisfacción en sus ojos cuando comprueba que le puso final a lo que sea que yo estuviera tramando.

- Iba directo al taller, pensé que tal vez era prudente ofrecerme para ayudarte a llevar todos esto - Nathan señala la cesta de Alisa - anoche me contaste que tenías clases temprano, me queda de camino, puedo dejarte a tiempo

- No quiero molestar

- Nunca eres una molestia, Alisa

- En ese caso, gracias - gira a verme- también podemos llevar a Ethan? A esta hora debería estar en la tienda de discos

- No creo que sea buena idea, es decir - empieza a divagar buscando las palabras - viene de correr, supongo que se irá a dar una ducha, ya sabes, para Ethan la imagen importa mucho

- Para nada, amigo - escupo la última palabra con sarcasmo - me siento perfectamente bien, se me hizo tarde en la caminata de hoy, así que me encantaría que me dejaras en mi negocio, podré tomar un baño después de cerrar

Nathan tensa la mandíbula al entender que no tengo intenciones de dejarlos a solas en su coche, no después de que ayer pasaron gran tiempo solos en casa, dónde el único despierto era un borracho qué tal vez no recuerde ni su nombre hoy.

- De acuerdo - intenta sonreir- iremos todos

Entre los tres subimos los materiales de Alisa en el asiento trasero, ocupo el lugar de copiloto antes de que ella pueda hacerlo, emprendemos el camino en silencio, uno que es interrumpido brevemente con las voces de la radio del auto. Miro a la ventana intentando mantenerme tranquilo el tiempo necesario, por momento veo a mi chica jugar con sus dedos en la parte trasera, algo que siempre hace cuando esta nerviosa o incomoda, en este caso, creo que pueden ser ambas.

Nathan estaciona a un lado de la universidad, Alisa sale del auto antes de que nos podamos despedir, la vemos tomar sus cosas con prisa mientras murmura un agradecimiento entre dientes, el auto vuelve a encenderse cuando la perdemos de vista entre la gente, apago la radio de un manotazo, Nathan sujeta el volante tan fuerte que sus nudillos se vuelven blancos.

- Alisa - Nathan decide romper el silencio - ella me gusta

- También me gusta - decido ser directo

- Lo puedo ver- una risa amarga sale de sus labios - creo que debes hacerte a un lado - el malestar crece




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