Hasta que Alisa nos separe

2008

Nathan paseaba montado en sus lindos patines azules, los había recibido como obsequio por su buen comportamiento, nunca le gusto presumir, pero esos bellos patines merecían ser vistos por todo el vecindario, ante los ojos de los demás sólo era un niño más, uno montado en unos zapatos con ruedas, pero ante los ojos de un rubio niño, era un ejemplo a seguir. Ethan había encontrado su nuevo pasatiempo favorito, observar a su vecino, si había alguien que admirara en el mundo, sin duda alguna ese era Nathan Saavedra.

No sabía mucho sobre él o su familia, sabía lo suficiente, como que cada fin de mes sus padres lo llenaban de algún juguete nuevo, que sus pantalones y tenis siempre estaban en tendencia. Sabía que sus padres siempre tenían lindos carros deportivos, y lucian trajes impecables, y lo mejor de lo mejor...Era hijo único!.

Y es que si hubiera algo que Ethan cambiaría de su vida, sin duda sería tener que compartir lo poco que recibe con su hermano mayor, nunca habían logrado llevarse bien, esa situación lo sentencio a estar solo, encerrado en las paredes de su habitación, soñando con una vida que jamás podria tener. Siempre se conformo con facilidad, hasta que en algún momento la vida decidió darle una oportunidad que no pudo desaprovechar.

Una tarde al regresar de la tienda de su padre, lo vío, Nathan estaba sentado en las escaleras de su puerta, tenía la cabeza inclinada, mirando esos patines azules brillantes, los aferraba con fuerza entre sus manos, no fue hasta que se acercó lo suficiente que se dió cuenta que él niño se encontraba sollozando.

- Estás bien? - Ethan intento hablar con firmeza

- No - un sollozo salió del castaño- una de las ruedas de mis patines nuevos dejo de girar

- Estás llorando por eso? - pensó que los riquillos como él lloraban por tonteras

- Me los mando mi abuela! - Nathan levanta su cabeza, dejando ver su rostro blanco manchado de lágrimas - y ahora ya no sirven

- puedo ayudarte - rasca su cabeza con nerviosismo - papá tiene una caja de herramientas, lo ví reparar Algunas cosas, tal vez podamos reparar tu patin

Nathan sorbe su nariz antes de ponerse de pie, lo piensa unos segundos antes de asentir, lo sigue hasta la cochera, con la caja de herramientas en mano, Ethan se dispone a reparar la llanta averiada del patín, no lo decía en voz alta, pero sabia usar cada una de las cosas que estaba en la caja, no porque su padre se tomara el tiempo de enseñarle, Ethan tenía tan pocas cosas que se vio en la necesidad de aprender a reparar lo poco que poseía.

- Quedó - Nathan sujeta el patín antes de hacer girar la rueda

- Ya gira! - sonríe mientras gira alegremente en su lugar - gracias! Me ayudaste mucho

- Me alegra haber podido ayudarte

- Tienes mucho viviendo aquí? - al tener su patín en buen estado es capaz de reconocer que nunca antes lo había visto

- Si, incluso vamos al mismo colegio - la decepción al darse cuenta de lo invisible que es, lo sobrepasa- desde siempre hemos sido vecinos

- Ah...- la vergüenza tiñe sus pómulos ante la nueva información - te gustaría pasear con mis patines?

- De verdad puedo?!

- Claro, podemos tomar turnos

Entre caídas y risas pasan la primera de muchas tardes jugando, tal vez sus vidas eran diferentes, pero en su pequeño mundo, todo encajo, esa tarde una conexión fuerte creció, el pequeño escape de todo lo que cargaban se formó.

Nathan encontró a su mejor amigo en el mundo

Ethan confirmó que quería ser como él

 




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