Hasta que el sol vuelva a sonreír

Capítulo 2❤

Ha pasado dos semanas desde que empecé la universidad. Una semana en que tengo viviendo sola en Madrid. Lo que se me hace raro, porque siempre fui la niña de papá y mamá en un pueblo pequeño en el que todo mundo me conocía.

Se me hacía raro pensar en que estaba haciéndolo bien. Pensé que estaría escondida bajo mi cama, llorando cada noche, pero no ocurrió. Mi sueño comenzaba y yo estaba luchando por algo que amaba desde que tenía memoria.

También ha ayudado demasiado el hecho de que yo había conocido a Axel. Él estaba logrando que el nerviosismo inicial claudicara, con su compañía y la de sus amigos yo me fui adaptando a vivir aquí con mayor facilidad.

Aunque no quitaba que tenía un miedo de que me hicieran como Carrie en el baile de la escuela y termine conmigo bañada en sangre y queriendo clamar venganza.

Sí, el no tener muchos amigos me hizo paranoica mientras crecía. Mala combinación con una amante de los libros.

Pero a medida que han pasado los días, estos temores se han ido disminuyendo. La forma de ser todos era simple, eran una gran familia de la que me encantaría ser parte.

Además, Axel me ha dado esa tranquilidad.

Él no es como los chicos de donde vivía. Era tranquilo, se reía fácil y su buena vibra atraía a las demás personas. Esto último me hizo comprender la razón de que Isabel estuviese vuelta nada por él. Axel es súper especial, en todos los sentidos. Muy amable, inteligente, carismático. Y mejor no sigo sacando cualidades porque seré una segunda en su club de fans.

Sus amigos me tratan bien, de hecho, es como si formara parte de su grupo desde hace mucho tiempo. Es cómodo poder hablar con ellos y sus bromas me hacen reír en demasía. No recuerdo haber sido nunca así.

¿Sabes la chica que se escondía en el almuerzo de los más grandes para que no se metieran con ella? Esa era yo.

Ahora por eso estaba tan feliz de ver el gran cambio de mi vida de hace unos meses atrás que dejé la escuela.

En este momento me encontraba en la cafetería con los amigos de Axel y me reía con los chistes de Alberto y Tomás.

—Por si no lo sabías, Lía. La primera borrachera de Axel fue en último año y se puso a pelear con una palmera porque y que lo miró feo.

—En mi defensa, me miró feo —respondió él haciéndome reír.

—¿Eres de aquí? —me pregunta Isabel luego de un rato.

Negué. —Nop, soy de Santillana del mar —contesté esperando lo que venía.

—«Ni es santa, ni llana, ni tiene mar» —dijeron Axel, Tomás y Albert al mismo tiempo.

—Ajá —me reí—. Habían tardado demasiado.

—¿Cuánto tiempo tenéis viviendo aquí? Es que te adaptaste rápido. —Si supieran que yo también estaba sorprendida por eso.

—Me mudé aquí cuando inicié.

—¿Y ya conociste la ciudad? —pregunta de nuevo Isabel y todos voltearon esperando mi respuesta.

—No aún, no pero ya habrá tiempo —contesto sin más a su interrogatorio. No me gustaba por dónde estaba yendo esto.

—Explicadme una cosa. —Tomás puso sus manos en posición de rezar. Creo que el modo abogado está activo—. ¿Es vuestra primera vez viviendo sola?

—Sí, ¿por qué? —Esto iba a salirse de control

—¿Y ya habéis salido, me imagino? —preguntó Tomás retomando su punto.

—Sí, claro. —miento porque lo más que hecho ha sido ir al supermercado.

—No seas mentirosa, Lía —comenta Alberto riéndose—. Se ve que mentiste porque te mordiste un cachete.

Joder, eso no pasaba por alto porque era mi tic cada vez que mentía.

—Sí, lo que pasa es que no soy de salir mucho. Soy una chica de hogar.

—¿Cuántos años tienes? —Preguntó Axel al fin.

Tema complicado.

—¿No sabéis que la edad de la mujer, no es asunto de los hombres? —digo riéndome.

Touché —dice Thomas—. Al enigmático Axel Ryel lo han dejado con la palabra en la boca. Anotaré esto para la posteridad. Nunca pasa.

—Tú cállate, Tomás. Y tú Amelia, eres malvada. —me empuja suavemente con su hombro. —Pero hablando enserio. ¿Cuántos años tenéis?

No me gusta decir mucho mi edad porque siempre me ven como un bicho raro. Pero ¿Qué más debo hacer? algún día se enterarán. —Dieciséis.

—¿En serio? —preguntan los seis al mismo tiempo.

—¿Ven por qué no quería decir mi edad? Ya me ven como si fuera un extraterrestre.

—No, es que nos sorprende que alguien tan joven esté en la universidad. ¿Te adelantaron? —Ana me tranquiliza y casi que le di un abrazo en este instante.

—Si me adelantaron varios años. Así que aquí estoy. Un bicho raro.

Axel quita importancia con un ademán de la mano. —Eres un jodido cerebrito. —jugó con mi pelo como si fuera una niña—. ¿Vieron que mi amiga es inteligente? No como la cuerda de tarados que son vosotros. Yo tengo diecinueve y me siento demasiado viejo estando a tu lado.

—Axel me rompió el corazón. Ana golpéalo. —Tomás andaba con una actitud dramática que me hacía darme cuenta que era muy común en él.

—Tienes un maldito cerebro súper dotado —halaga Albert.

—No tanto. Más bien creo que no tengo vida social.

— ¿Y qué somos nosotros? ¿Un cuadro pintando en la pared o qué? —inquiere Axel.

—Bueno ahora es que hablo con un grupo de amigos. Mis compañeros de clases no soportaban a alguien tan mojigata como yo. Siempre vivía con la cabeza dentro de un libro.

—Qué cuerda de imbéciles —masculla Axel. Y algo que me sorprende es que de verdad parece enojado.

—Concuerdo contigo, amigo mío. Eres una chica muy agradable. Ellos se lo perdían. No tienes que cambiar por los demás —alienta Alberto logrando que casi me echara a llorar aquí mismo. ¿Dónde estuvieron ellos durante toda mi vida?

Nunca habían dicho algo de mí tan lindo. Me harán llorar en cualquier momento, estoy que lo grabo y lo pongo de tono de llamada. No es cierto, pero sigue siendo lindo. —Gracias, chicos.



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 07.01.2023

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