Hasta que el sol vuelva a sonreír

Capítulo 5❤

¿Es tarde para tomar la oferta de echarme para atrás e irme?

"Sí, si lo es"

Ariana se acerca a mí y me alarga su mano para presentarse. —Mucho gusto, Lía. Los chicos me han dejado de hablar de ti desde que llegaron.

No sé qué hacer. Debí quedarme en casa evitar conocer a esta chica. Esto me pasa por andar de bocazas.

—El gusto es mío. —le extiendo mi mano, luego paso y me siento al lado de Isabel que está viendo a Axel con mirada ensoñadora.

Eso amigos míos es el efecto "Axel Ryel"

Querría decir que estaba siendo ingenua al verlo de esa forma, pero no podía culparla cuando la mayoría de las veces yo me sentía así. Y necesitaba creer que era como una ilusión, o una atracción tonta hacia el primer chico que me daba la hora. Pero cada día se sentía más difícil.

—¿Quieres tomar algo? —me preguntó Alberto—. Voy para la barra y puedo traerte algo.

No sé qué beber, por visto hay muchas cosas que no sé esta noche. —Una Coca-Cola estaría bien, por favor.

—Sin licor. —Avisa Axel, sin tomar en cuenta mi opinión.

—¿Segura, Lía? —Alberto vuelve a preguntar obviando a Axel.

Asentí. —No me gustan las bebidas alcohólicas.

—Okey, pequeña. Vuelvo en un rato —sonríe y se dirige a la barra.

—Estoy feliz de que hayas venido, Lía —comenta Sofía—. Será la primera de muchas salidas.

Eso esperaba. —Yo estoy contenta que me invitaran, no he salido en mi vida.

—Entonces eso hay que remediarlo —Isabel dio un trago a su propia bebida—. Aunque sin terceros que no nos miren como si fuéramos leprosas.

Esto último me lo dijo solo a mí.

—¿Y qué edad tienes, Lía? —Odio mucho esa pregunta, con todo mi ser. Pero esta vez quien la hace es Ariana y siento que no es por simple y mera curiosidad.

Pero yo no podía sentirme mal por ello, había luchado demasiado para alcanzar todo lo que tenía el día de hoy.

—Tengo dieciséis —respondo segura.

—Pensé que tenías menos. Como catorce. Pero bueno no debe importarte la edad para beber, porque ya tú edad, yo lo hacía. —No me extraña eso de ella y para hacer amago de su opinión le da un sorbo a su cerveza.

Ver esa acción solo me hace sentirme como una niñita al lado de ella.

Pero no me importa.

—Sí, pero yo no necesito tener alcohol en mi sangre para divertirme. — Y en eso recibo la lata de refresco de parte de Alberto y dándole las gracias comienzo a beberla.

—Para servirte, pequeña. —Me desacomoda el pelo como una si fuera una niña chiquita y lejos de enojarme, me hace sentir especial. Todos ellos tienen ese gesto conmigo. Son como mis hermanos mayores. Me hace extrañarlos a ambos.

Todos comienzan a conversar sobre la escuela, trabajos y el pasado que tienen en común. Estos chicos se conocen de años y están juntos para todo. Yo me sentí un poco cohibida, no porque no me integraran, sino porque me ponía a pensar en lo que no tuve.

Llevamos un par de horas hablando Isabel y yo. Me doy cuenta de que es una chica muy divertida y tiene bonitos sentimientos y que es triste que el chico que le guste este ocupado. Aunque la comprendo perfectamente. No estoy enamorada de Axel, pero hay algo que está como adueñándose de mis pensamientos. Y no debería, solo somos amigos.

—¿Qué ocurre, Lía? ¿Te quieres ir? —pregunta Tomás preocupado que lo esté pasando mal. Si supiera que solo estoy pensando en mi mala suerte.

Negué. —Todo bien, solo estoy un poco cansada.

Eso atrajo la atención de Axel de inmediato, que se giró hacia dónde estaba. —¿Segura?

Quería creer que todo estaría bien, pero no sabía qué me ocurría. Desde que lo vi con su novia, algo dentro de mí cambió. Era como si antes de verla no hubiese entendido que él ya estaba en una relación. Ahora era como que más real.

—Todo bien, solo pienso en la escuela. —era mejor decirle eso, a que estaba causando muchas sensaciones en mí.

—Hey, nada de pensar en las clases y evaluaciones de la semana que viene.

—Axel, mi beca. —él negó con una seguridad—. Es difícil hacerlo.

—Te prometí que te ayudaría a estudiar y lo haré. Así que quédate tranquila.

Iba a contestarle algo, como que estaba agradecida o algo así, pero la cara de Ariana hace que me retraiga impidiéndome hablar.

—Axel, ya me quiero ir — pide ella con su vista fija en mí.

—Está bien, solo deja que Amelia busque sus cosas para irnos.

Su cara me lo dijo todo. No me quería ahí con ellos. Por lo que decidí intervenir antes de enlodarme más. —No te preocupes por mí, yo puedo pedir un taxi.

Él niega rápidamente como si es opción fuera la más loca de todos los tiempos. Si supiera que lo estoy salvando de una discusión que sé que tendrá. Ariana no estaba contenta con mi presencia y por Dios que la entendía. No debía ser fácil algo así.

—No Amelia, tú eres menor de edad y muy tarde. Recuerda que prometí cuidarte —argumenta.

—Déjala que se vaya, nada le va ocurrir —responde Ariana lo más cortante posible.

Por la cara que hizo Tomás parece que se dio cuenta de la situación peliaguda que se había formado y decidió intervenir. —Ann y yo podemos llevarla.

—No amigo. Yo la traje para acá y yo la llevo para su casa. Gracias. —Dice Axel totalmente impasible.

Aquí se armó y apenas fue una conversación de la escuela.

Mejor arreglar mi desastre. —Axel, por mí no hay problema yo me puedo ir con ellos. Anda con tu novia que tienen tiempo que no se ven, recuerda que acaba de llegar de viaje. Te debió de extrañar mucho. —intento sonreír, pero me está costando demasiado.

—¿Segura? Sabes que no es problema y prometí que te cuidara. —él me mira fijamente, esperando a ver si cambio de opinión.

No, no estoy segura, Axel.

—Sí, tranquilo. —contesto sin hacerle caso a mi cerebro que quería tomar partida. Tomo mi bolso y comienzo a despedirme de los chicos. Por último dejo a Ariana para hacerlo.



#365 en Novela romántica
#11 en Joven Adulto

En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 07.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.