Un año y medio después.
—Axel, déjame estudiar —le grito enojada porque me está fastidiando.
—No. —me quita el libro de la mesa—. Hoy es tu cumpleaños y debes disfrutar.
—Sí, pero no voy a disfrutar el cero que voy a sacar en el examen de Neurociencia.
—Por un día que no estudies no vas a reprobar. Llevas trasnochándote desde que empezó el semestre —argumenta y no podía replicar contra eso, era verdad. No había cambiado nada en este tiempo.
—Ya deja el fastidio. —le quito el libro y lo abro en la página que lo dejé.
—No. —ahora él toma el libro y lo mete en su propia mochila—. Te lo devolveré mañana. Es tu cumpleaños y vamos a sacar provecho. No todos los días se cumplen dieciocho.
Bufé por completo enojada. —Sí. Ni tampoco diecinueve, ni veinte. Es un cumpleaños normal. —él me mira filoso por un segundo, pero no tarda en reír.
—Deja tu aburrimiento y vámonos.
Han pasado ya dos años desde que conozco a Axel. Se ha convertido en mi mejor amigo. A él le cuento cosas tontas y no se burla de mí. Soy la única que lo aconseja bien cuando quiere hacer alguna estupidez. Y el apoyo o complemento del otro.
Y aunque sé muchos de los secretos de Axel, hay algunos que no revela y yo no lo presiono para que no se sienta mal. Solo sé que él está muy solo y que su única familia es su tía. Nunca habla de sus padres o hermana y esa conversación del pasado aún eso se mantiene en mi mente. Él dijo que tenía una hermana, pero no ha vuelto mencionarla. Solo esa vez. Nunca lo he escuchado hablar de su familia. Es extraño.
Y todavía sigo enamorada de él.
Y él sigue con su novia.
Ella y yo seguimos tratándonos, pero hay una animosidad en medio. Ella me detesta y sé que sabe que tengo sentimientos hacia él. Trato de ocultarlo, pero creo que eso se nota a raudales. Y de verdad que he intentado que eso no siguiera, algunos chicos han intentado hablarme, pero no puedo, no desconecto.
Por lo que sigo sin tener mi primer novio y ya puestos, mi primer beso.
Salimos de la biblioteca para irnos a casa, él vendió su motocicleta y ahora tiene el auto de su tía. Esto último porque esta enfermó aún más y no quiso que su sobrino condujera una "máquina mortal". Así que después de mucha insistencia lo convenció de que dejara ese modo de transporte, cosa que agradecía.
Su tía es una mujer cariñosa y dulce y me trata súper bien, siempre me cuidaba y me daba mucho dolor todo por lo que estaba pasando. Su cáncer había vuelto con fuerza y eso era demasiado doloroso. Axel no hablaba de ello, pero sabía que eso lo hacía sufrir.
Ella me había adoptado prácticamente. Siempre me pedía que fuera a verla e incluso iba días en dónde él no estaba. Solo nosotras dos.
Llegamos a nuestro piso y Axel se volteó hacia mí. —Recuerda que esta noche nos vamos de fiesta. —Él juega con un mechón de mi cabello—. Hay que celebrar por lo grande tu mayoría de edad.
—Está bien —abro la puerta de mi departamento—. Wii —digo con falsa emoción.
—Tu ánimo me llega al alma. —pone una mano en su pecho con el dramatismo de siempre—. Ponte hermosa, no es por es porque no lo seas, es porque... —está tartamudeando, lo que me hace sonreír. Se veía tierno todo inseguro.
—Ya te entendí, Ax. Hoy toca chapa y pintura. —me despido y paso a mi casa.
Al cerrar la puerta me recuesto sobre ella, cada día se estaba haciendo más difícil no contarle sobre mis sentimientos, cada día me estaba rompiendo de a poco por no poder separar nuestra amistad del amor que sentía por él. Esto era horrible.
Tomo una gran bocanada de aire y me digo que no debo pensar eso hoy. Nada iba a enturbiar mi cumpleaños, era ya mayor de edad. Los últimos años adolescentes estaban dejando mi vida.
Yo no soy de celebrar mucho mi cumpleaños, pero la ocasión lo amerita. Deseo que este día sea inolvidable.
Me doy una larga ducha para prepararme para la fiesta. Me voy con mi hermano y Haydee "La dulce parejita" que me da diabetes.
Sí, Haydee y Erick se hicieron novios luego que descubrieron el montón de cosas que tenían en común. Después de dos meses de conocerse ya eran pareja. Un año y medio luego de eso ya viven juntos. Y bueno son muy felices.
Erick le ha ido muy bien, comenzó a trabajar para el equipo McLaren de la fórmula uno aquí en España y eso elevó su estatus económico. Lo que me hacía sentirme orgullosa de él. Había cambiado mucho desde que llegó esa noche a Madrid.
Se mudó a un apartamento más grande, incluso me volvió a ofrecer que me mudara con él, pero volví a negar. Le dije que merecía tener la privacidad con su novia y aceptó. Lo que él no sabía que eso no eran mis verdaderos motivos. Los motivos vivían al lado mío.
Qué cagada no poder soltar ese enamoramiento estúpido. Al paso que iba llegaría a los ochenta sola y con un montón de gatos.
Mejor no tocar ese tema.
Ya estoy casi lista. Cuando mi hermano llega y abre la puerta de la casa normalmente. A igual que él, le di una llave de mi departamento.
—Apúrate Lía, que Haydee está en el auto y no la quiero hacer esperar —grita desde afuera.
—Yo no tengo la culpa de que ella no se haya bajado. Así que deja el fastidio.
—Apúrate y más nada.
Término de arreglarme y me tomo una foto quiero recordar mi cumpleaños número dieciocho. Ya me empezó a entrar la emoción.
El vestido celeste entallaba mi cuerpo de la mejor manera. Era hermoso ver que estaba creciendo, he ido perdiendo esa imagen de niña de doce años. Lo que era una suerte en la carrera, los doctores no te toman en cuenta cuando ven cierta inseguridad en ti y para mí, mi aspecto aniñado lo era.
Salgo a la sala y me encuentro con mi hermano en la cocina comiendo un sándwich. —¿Puedes pasar un día sin allanar mi refrigerador?
—Soy un niño en crecimiento. Es hambrita —dijo con la boca llena lo que me hizo reír.