La mañana siguiente de ir la casa hogar con Matías, decidimos que nos veríamos para evaluar a Ashley con una especialista.
Él me paso buscando temprano y luego de eso pasamos por la casa hogar. Saludé a los niños que me pedían que fuera de nuevo y yo como lo blanda que soy, les dije que iría pronto. En un día de conocerlos, ya los adoro.
En estos momentos siento un gran aprecio por él. Por la forma en que es entregado en ayudar a los demás, por su manera de dar amor. Cada gesto que hace solo reafirma mi opinión sobre él. Y sé que tiene defectos como cualquier persona, pero es lo que lo hace eso, humano.
En nuestras conversaciones siempre me dice que él no sabe desconectar, que a veces tiende a meterse tanto en el estudio o en cualquier cosa que esté haciendo y se olvida de ello. Que es desordenado. Dice que no tiene problema con limpiar, pero que sus libros siempre están donde no deberían.
Y aunque él dice que eso son defectos, son cosas que lo hacen ser más tierno de ser posible.
Lo quiero muchísimo.
Y sí, sé que eso son palabras mayores, pero mi cariño hacia él es inmenso. Es un gran amigo, una persona especial en mi corazón.
Me siento feliz cuando estoy con él y los momentos que pasamos juntos, son los pocos en los que no pienso en Axel. Pero increíblemente estos ya no son tanto como antes, ya que también Matías entra en ellos. Paso más tiempo pensando en mi amigo que en ese amor roto que tuve en el pasado.
Yo llevaba en brazos a la pequeña ya que no teníamos silla para auto. La bebé dormía, pero escuchaba su respiración irregular.
Cuando llegamos a la consulta me quedé jugando con la bebé y un sonajero—
—Matías. —enfoca sus ojos grises en mí que estaban puesto sobre la niña. También está embelesado con Ashley—. Esa doctora que venimos a ver ¿tuvo algo contigo? —le pregunto porque él me contó que era una mujer joven y que la conocía bien.
Me mira sorprendido por la pregunta. —No claro que no. Solo fue compañera de prácticas.
No sé por qué, pero cuando me da esa respuesta siento un ramalazo de alivio. —Umm. ¿Hay alguna novia del pasado por la que deba preocuparme? ¿Ninguna psicópata desesperada por ti?
Él se ríe. —Nop. Ninguna. Mi último noviazgo no terminó bien. La chica no veía un futuro próximo conmigo.
¿Qué? ¿Y esa mujer es loca? ¿Qué mujer de este planeta tierra no querría estar con Matías?
Matías es increíble, agradable y dulce. Él parece un hombre de esos que solo salen en los libros y películas románticas. Por supuesto que me gustaría tener una relación un chico así, pero no sería bueno, porque yo estaba saliendo de una ruptura compleja y él merecía toda la atención en ello. No un cariño a medias.
—¿Por qué? —inquiero.
—No teníamos las mismas aspiraciones. —Por Dios, qué tonta esa mujer.
La siguiente pregunta que voy a hacerle tiene mi estómago hecho trizas. —¿Y la amabas? —espero su respuesta impacientemente.
Niega. —No. —Yo respiro no se en qué momento empecé a aguantar la respiración—. Me gustaba, pero nada más.
No sé por qué esa respuesta no me tranquilizó por completo, me da algo de miedo.
—Mel, yo no sentía lo mismo y decidí acabar con ello —continuó—. Había alguien siempre en mis pensamientos.
¿De verdad era yo?
—No nos conocíamos mucho en ese tiempo —empecé.
—Pero me gustabas más de lo que planeé. Desde un principio siempre lo sentí.
Ashley me mira tranquila en mis brazos. Ajena a lo que está por pasar. Matías la roba de mí y comienza a jugar con ella. Es tan lindo verlo con niños. Se comporta tan hermoso con ellos. Siempre les da su atención por entero.
Al rato sale una enfermera y nos llama. Matías la lleva cargada conjunta con la pañalera. Lo bueno es que un hombre que no tiene miedo a que lo vean con un bolso de bebés, la masculinidad frágil no es parte de él.
Pasamos a un consultorio y detrás de un escritorio se encuentra una mujer alta de ojos claros y pelo rubio fresa. Muy hermosa. De momento me siento horrible al lado de Matías.
¿Por qué no me arreglé más?
Vale que me puse vaqueros y un suéter gris, pero no hice nada más por mí ya que venía a una consulta médica más que para un certamen.
Pero ahora que lo pienso, debí poner un poquito más de empeño.
Ella se levanta y va hacia donde está él. —Tanto tiempo sin verte, Matías. —Lo abraza pasando sus largas uñas por toda su espalda. Será desgraciada y tocona—. ¿Qué es de tu vida? Te he extrañado. —Por lo visto ella no se ha dado cuenta de que Matías viene acompañado por mí.
Él le sonríe, pero no llegó a sus ojos. —Todo bien, Nora. Trabajando como siempre.
En tu cara Nora, él no respondió a tu perorata de "Te he extrañado"
—Igual. En estos tiempos no he tenido tiempo para salir, ni chicos. ¿Y tú?
Yo no sé si Matías se dio cuenta, pero esta doctorcita le está tirando los trastos. Y duro, no es nada sutil.
—Está bien —él se gira hacia mí—. Te presento a Amelia. Una muy buena amiga y además colega de trabajo.
La mujer me da una mirada de evaluación. Sí, la mujer estaba midiéndome en este momento y es cuando me recrimino el hecho de que debí salir un poco más presentable.
—Un gusto, Nora —digo y sostengo su mano con fuerza a pesar de no tener ninguna.
—Igual. —Ella no sonríe y sé que no le gustó que haya venido con Matías. ¿Qué pensaba? ¿Qué era una cita romántica? —. ¿Y esa niña? No me digas que ya eres papá. —se queda viendo a Ashley y luego a mí.
—Una niña de la casa hogar. —la cara de Nora cambió a un halo de lo que parecía descontento—. Ella no está del todo bien y queríamos revisarla.
—Todavía sigues con eso. Pensé que te habías retirado de ello ahora que te dedicas por completo a la cirugía.
Niega. —Nunca. No mientras tenga la oportunidad de participar en esto. Me hace feliz —le responde con un deje de enfado. Creo que por eso a él no le gusta hablar de su trabajo comunitario. Por personas como Nora que lo hacen ver como un hobby tonto.