Tenía un mes de novia de Matías.
Sí, yo la señorita no tengo novio, tenía una pareja en este momento. Y no se parecía en nada a lo que yo había leído o visto en mis amigos. Me sentía acompañada, adorada, pero sobre todo me sentía feliz.
El periodo de prueba me estaba gustando bastante.
Al principio pensé que las cosas serían extrañas entre nosotros dos, que la timidez me vencería y que no querría salir de la cueva en donde siempre me ocultaba. Pero no ocurrió nada de eso, justo fue todo lo contrario. Básicamente era como nuestra amistad, pero le agregamos el hecho de que nos besábamos. Mucho.
En serio.
Tal vez los años que no supe que era tener algo como eso hicieron de mí esta criatura sedienta de besos, pero cuando estábamos juntos eso era lo que más hacíamos.
Yo era una cosita fastidiosa. Siempre que estaba cerca suyo me la pasaba pegada a él como una especie de sanguijuela. Él me hacía cariñitos en el pelo y me relajaba por completo a su lado. No había tema de conversación que no habláramos, siempre me preguntaba mis opiniones, me contaba cada cosa que pasaba por su mente.
También era un mes que no veía a Axel.
Palidecía de solo pensar que esta calma que sentía se basaba más que todo en que yo no sabía nada de él. Que estaba viviendo en una burbuja en este instante. Así que me mantengo alejada de cualquier sitio en donde pudiese verlo. Si me lo encontraba sería por pura casualida.
Una noche salí con mis amigas a un bar y pasé una noche maravillosa, bailando y bebiendo como cuando las responsabilidades de adulto no estaban en nosotros. Ahora cada una tenía su vida, un trabajo y yo aunque era médico, todavía tenía que hacer la oposición MIR para que me dieran plaza en algún hospital en la residencia que yo deseaba.
Matías a veces me ayudaba a estudiar, sobre todo en la parte de cardiología. Me gustaba esas jornadas de estudio porque en ese momento veía la emoción en su rostro cuando hablaba de un tema que amaba. Y me explicaba sobre todo sin hacerme sentir como una tonta si no entendía algo.
Otros momentos íbamos a la casa hogar. Nuestra visita a Ashley era semanal, ambos le teníamos mucho aprecio a esa bebé que se robó nuestro corazón por entero.
En el apartamento había una emoción ya que Haydee y Erick estaban en medio de un torbellino de planificación de la boda y mudarse a su nueva casa, nuevo país. Ya que mi hermano se mudaría a Inglaterra.
Eso me tenía bastante triste. No lo podía negar, era feliz por sus logros, pero me tenía cabizbaja porque ahora sí no lo vería. Estaría más cerca de Leo, pero más lejos de mí.
Mañana iniciaría a trabajar, yo estaba bastante nerviosa con ello porque todo eso sería parte de la evaluación continua que conllevaría a mi residencia. Más que todo sería una ayudante, ya que seguía en espera de cupo de trabajo. Pero esperaba que fuera pronto, después de año nuevo presentaría mi prueba.
Mi sueño de ser neurocirujana se había afianzado aún más. Ese era mi mundo, quería desentrañar todo lo referente al sistema nervioso. Me veía en ello cada día de mi vida.
Había terminado de hacer algunas diligencias y llegué al apartamento en donde encontré a Haydee llorando en ese momento. Parecía triste y lastimada como si hubiesen matado a su gato al frente. De forma inmediata me preocupé por ella ya que estaba mal.
—¿Ocurre algo? ¿Te sientes mal?
Negó limpiándose las lágrimas. —Todo está bien, solo me puse a pensar en que en unos meses nos estaremos mudando a Inglaterra y siento que voy a sentirme miserable. Yo ahí no conozco a nadie. Estaré sola.
Haydee no tenía familia, era un tema que nunca tocaba y suponía que era bastante doloroso para ella. Entendía su tristeza.
—No estarás sola, tendrás a tu bebé y a Erick. Además, Rose y Leo viven allí también. Harás nuevos amigos y tendrás compañeros de trabajo que te amarán.
—Me gustaría que también te fueras con nosotros. Sería más fácil. Eres mi hermana y mi compañía.
Eso era difícil, yo tenía todo aquí. Yo debería homologar mi título, un proceso complejo. Y aunque era un plan que sonaba bonito, no podía tomar una decisión así.
—Me encantaría, pero no puedo.
—Yo lo sé, es que me pongo estúpida gracias a las hormonas. Solo sé llorar en estos meses. Lo siento.
La atraje hacia mí y la abracé. —Yo lo entiendo, Dee. Iré a visitarlos siempre que pueda. Eso sí es una promesa que pienso cumplir.
—Gracias, Lía
Mi hermano llegó y ambos se miraron, algo me decía que no estaban tan felices y el nerviosismo de la boda, el viaje y el bebé los tenía a ambos asustados. La vida adulta de verdad era complicada. Me asustaba si era sincera conmigo misma.
—Amor, ¿qué pasa? —preguntó poniéndose a la altura de ella.
—Nada —susurró, pero todos la conocíamos, sobre todo ahora.
Yo sabía que esos nada significaban mucho.
Como sabía que estaban ocupados arreglando sus asuntos. Tomé mi mochila otra vez y salí de casa con rumbo a casa de Matías. Ya la había conocido en días anteriores y como yo era fastidiosa y tenía auto fue mi parada segura. Bajé en su edificio y tan pronto como le avisé que estaba fuera, me esperó en la parte de abajo.
—No me iba a perder —dije apenas lo vi.
—Déjame escoltarte, no esperaba para verte—. Se acercó y me abrazó, justo lo que necesitaba—. Te extrañé.
—Hablamos hace un rato por teléfono.
—No importa.
Él llevaba su uniforme quirúrgico. Había estado de guardia el día de hoy y se veía realmente lindo con él.
Me llevó de la mano hasta su casa y me hizo pasar. Ahí me encontré con todos sus libros puestos sobre la mesa abiertos en un determinado tema.
—Me haces sentir como una vaga. Acabas de llegar de trabajar.
—Solo repaso para una cirugía que tengo dentro de dos días. —me dio un pequeño beso—. ¿Pasó algo?
—Mi hermano está hablando con Haydee, anda sentimental y bueno los dejé tener privacidad.