Hasta que el sol vuelva a sonreír

Capítulo 51❤️

Terminé mi turno y ya me encontraba casi lista para irme. Realmente no tenía mucho que hacer ya que yo todavía no era residente aquí. Me la pasaba más que todo en el área de neurología aprendiendo de todo. Yo estaba aquí más que todo por ayuda de mis profesores ya que hice buenas migas con los ellos en mi tiempo de estudiante y de interna.

Entregué las historias clínicas y fui rumbo al consultorio de Matías para irnos juntos. Mi auto estaba en el taller donde trabajaba mi hermano. Este me trajo en la mañana, por lo que Matías y yo habíamos quedado en irnos juntos para pasar la noche. Erick quería asesinarlo, pero no estaba en posición para hacerlo ya que su novia estaba embarazada "y no estaban en santo matrimonio".

Además, no es como si hubiésemos hecho mucho en ese departamento.

Cuando llegué a su oficina, me di cuenta que él no estaba listo, ya que estaba vestido con su mono quirúrgico.

—¿Tienes cirugía?

Asintió. —Una ruptura de aneurisma aórtico. Es de emergencia. Lo están trayendo referido.

Eso era grave.

—Puedes llevarte mi auto, no sé cuándo termine y ya es tarde.

—No, yo puedo esperar. Estarás cansado cuando acabe—el venía ya de una guardia nocturna—. No has dormido lo suficiente, Matt.

—Dormí unas dos horas en la tarde. —se veía activo, pero notaba las ojeras en sus ojitos—. Estaré bien, una ventaja de mi condición es que soy hiperactivo. Puedo correr un maratón.

—Lo sé, pero no quiero que arriesgues tu salud.

—Estaré bien. —me entregó sus llaves—. Ve a casa, pediré un taxi cuando termine.

—No señor, puedo quedarme unas horas más y esperarte.

—No sé cuándo termine.

—Esperaré. Tranquilo.

—Entonces entra a quirófano conmigo. Sé que te gusta neuro, pero cardio es linda también

—Siempre es un honor entrar a tus cirugías. Y sabes que me encanta estar ahí.

—Vamos entonces. Así me mantengo despierto.

Dejé mis cosas en su oficina y salí con él hacia la zona de quirófano. Tan pronto como llegué me cambié por una bata quirúrgica descartable y lavé mis manos a conciencia.

Me colocaron un segundo kit de cirujano al entrar a la sala de operaciones y me ayudaron con los guantes. Para mí el quirófano era un lugar increíble, no podía esperar el momento a que yo pudiese ser la que coordinar una cirugía. Ser la cirujana que la lleve a cabo hasta el final.

Yo estaba más cerca que años atrás. Eso era lo que me repetía cada día.

La residencia duraba cinco años, sabía que sería larga y cansada, que el examen MIR serviría para permitirme que yo pudiese lograrlo. Tenía que salir muy bien y por eso en cada tiempo libre que tenía estudiaba mucho. Leía manuales, revisaba mis apuntes viejos. Estaba decidida a que nada me quitaría la oportunidad de ser Neurocirujana.

Matías entró a quirófano con un descartable y vi todo el procedimiento de colocarle los guantes y ajustarle los lentes y linterna. Él era otro aquí. La seguridad que irradiaba cuando caminaba hacia la mesa de operaciones era increíble de mirar.

Estaban dos cirujanos que eran sus estudiantes de la residencia. Parecían mayores que él y eso era algo que sabía que repateaba en algunas personas, pero ninguno pareció molesto con ello, sino que se notaba la admiración por lo que sabía su superior.

—Ella es la residente Amelia Islas, será nuestra tercera ayudante. —me faltaba para ser residente, pero era bueno escuchar eso—. Comencemos por favor.

Era una cirugía de emergencia. Era un paciente con un aneurisma de la raíz de la Aorta. Por su gravedad decidieron que fuera a corazón abierto en vez de que se llevará a través de un cateterismo. Además, tendrían que reemplazar la válvula aortica en el proceso.

Abrieron el pecho y noté las estructuras. Matías tenía una tranquilidad al hacer el procedimiento, la calma que irradiaba era algo que admiraba. Yo solo podía estar pendiente de lo que hacía y aprender.

Colocó pinzas hemostáticas para detener el sangrado, por mi parte yo lo que hacía era succionar el líquido para hacer visible el campo.

Cortó el tejido aneurótico y luego hizo el cambio de la válvula con una sintética. Sus manos y la forma en que suturaba era algo que quería grabar para siempre. Había algo hermoso en verlo, la forma en que movía. Amé cada instante.

Colocó el injerto dentro del vaso y comenzó a suturar. —¿Mel, por qué debo reemplazar la válvula aortica?

—Porque el paciente tiene patología de Síndrome de Marfan. Está usando la técnica de Bental-Bono. Evita recurrencias de la insuficiencia aórtica por la redilatación del mismo.

—Bien, contéstate correctamente. Puedes venir a suturar.

¿Qué?

—Chicos, ella quiere ser Neurocirujana, pero vamos a mostrarle lo bonita que es cardiología —ambos residentes asintieron.

—Cardiología es la reina del hospital —dijo el primero—. Pasa, quizás te enamores de esta especialización.

Yo estaba nerviosa a más no poder.

Me moví hacia el lado suyo y el segundo ayudante se colocó donde yo estaba, mientras que Matías se puso al lado mío. —Tu tranquila, no te dejaré hacer algo malo.

Me dieron los instrumentos. —¿Estás seguro?

—Por supuesto, cuando repares aneurismas cerebrarle te acordarás siempre de esto. Son diferentes porque allá se usan clipajes en su mayoría, pero no está demás saber un poco más.

Así empecé a unir la prótesis con el tejido que debía. Escuchaba las recomendaciones de Matías y la calma que me infundía. Era un poco lenta, no tan rápida como él, pero me sentí poderosa.

Cuando terminé, me hizo salir. —Vamos hacer una perfusión. Es turno ahora de ellos. Cerraran la cirugía.

Salimos de allí del quirófano, yo estaba llorando de emoción y cuando salimos del ambiente estéril me quité el tapabocas lo besé. —Gracias, gracias. Me encantó.

—Me alegra que te gustara. Vas a ser una buena neurocirujana.



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En el texto hay: drama, amor, amistad

Editado: 07.01.2023

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