—Amelia, ¿qué te ocurre?
—Axel... —respiro entrecortadamente. Casi no puedo hablar—. No puedo seguir siendo la madrina de tu matrimonio.
—¿Por qué? Eres mi mejor amiga. —Su rostro demuestra dolor por mis palabras. Pero no puedo, ya no me interesa más que mi misma en este momento.
Ya estaba agotada de callar para no hacerlo sentir mal. ¿Quién pensaba en mis sentimientos?
Y es cuando me di cuenta de algo. Algo que yo no quería ver. Pero estaba ahí en medio de mis ojos pero estaba renuente a ello.
—Porque no te quiero con ella. Así de simple.
—No entiendo lo que dices. Explícame —Tiene una perfecta cara de póker y sus ojos avellanas no denotan nada.
—Te amo, Axel. —me miró sorprendido por mis palabras. Al fin he dicho lo que he callado por mucho tiempo—. Cada segundo de mi estúpida vida desde el momento en que te conocí te he amado. Y no como tu amiga. Te amo.
Él no dijo nada y yo me estoy muriendo por escuchar lo que piensa. Necesito que diga algo.
Sólo toma aire y abre la boca para hablar. Pero mis oídos no estaban preparados para lo que iba a escuchar.