Hasta que la muerte nos separe

Capítulo Once: El Enigma en el Puente del Río Mira

El grupo avanzó con cautela hacia la imponente presencia que los esperaba en el puente del río Mira. La figura misteriosa permanecía inmóvil, con su capa oscura ondeando en el viento, ocultando su identidad.

Juan: (con voz firme) ¡Quién eres y por qué nos esperas aquí en el puente?

La figura misteriosa no respondió de inmediato. 

En cambio, permaneció inmóvil y silenciosa. 

El grupo se sintió cada vez más incómodo mientras se acercaban. Cuando finalmente el grupo estuvo cerca de la figura, esta simplemente se apartó y les permitió pasar, sin decir una palabra.

Dustin: (con incredulidad) ¿Qué está pasando aquí?Ana: (nerviosa) ¿Por qué no dijo nada?

Karen: (con una mirada preocupada) Esto no es normal.

Kian: (con determinación) Sigamos adelante, pero mantengámonos alerta.

El grupo cruzó el puente del río Mira en silencio, con la figura misteriosa observándolos mientras se alejaban. La falta de explicación solo aumentó el suspenso y la intriga en su mente, dejándolos con preguntas sin respuesta sobre quién era esa figura y cuáles eran sus intenciones.

Después de cruzar el puente del río Mira y dejar atrás a la figura misteriosa, el grupo continuó su camino en silencio. 

El misterio que rodeaba a esa figura espantosa los tenía intrigados y preocupados.

Juan: (con un tono pensativo) Esa figura... ¿quién o qué podría ser?

Karen: (mirando hacia atrás) No lo sé, pero no se sentía como una amenaza. Fue extraño.

Ana: (con curiosidad) ¿Creen que tenía alguna conexión con la Muerte?

Dustin: (frunciendo el ceño) Es posible. Pero si tenía un mensaje que entregarnos, no lo hizo.

Kian: (reflexionando) Quizás esté tratando de advertirnos de algo sin palabras. Debemos estar alerta en el futuro.

Sin embargo, lo que no sabían era que la imponente presencia los seguía de manera sigilosa, flotando en las aguas del río Mira.

Mientras caminaban por el sendero, el suspenso y la inquietud crecieron en ellos. Se sentían observados, pero cada vez que se volvían para mirar, no veían nada fuera de lo común. 

Era como si alguien o algo los estuviera espiando desde las profundidades del río.

Juan: (susurrando) Siento que nos están siguiendo.

Karen: (nerviosa) Yo también lo siento. Esto no es normal.

Ana: (mirando hacia el río) ¿Alguien más ve algo en el agua?

Dustin: (con precaución) Sea lo que sea, debemos mantenernos alerta.

Kian: (con determinación) Sigamos adelante, pero no bajemos la guardia.

A medida que avanzaban, el grupo permaneció en estado de alerta, consciente de que algo los acechaba en las aguas del río Mira. Las preguntas sin respuesta se acumulaban, pero estaban decididos a llegar a la Estación Carchi y prepararse para cualquier desafío que pudiera esperarlos.

El suspenso y la inquietud se cernían sobre ellos mientras continuaban su camino, sin estar seguros de quién o qué los estaba siguiendo en el río

El grupo continuó su camino, pero la figura en el puente no se desvanecía de sus mentes. La noche se cerraba sobre ellos, y con cada paso, la sensación de ser observados se intensificaba.

El río Mira murmuraba a su lado, como si susurrara secretos oscuros.

Juan: (con una mirada inquieta) No podemos ignorar lo que acaba de pasar. Esa figura… podría ser más que un simple espectador.

Karen: (con cautela) Estoy de acuerdo. Deberíamos estar preparados para cualquier cosa. No sabemos qué poderes o intenciones tiene.

Ana: (con una voz temblorosa) ¿Y si es un espíritu del río? ¿Una entidad que protege estos lugares?

Dustin: (con escepticismo) No creo en fantasmas, pero no puedo negar que algo extraño está sucediendo.

Kian: (con firmeza) Sea lo que sea, no podemos dejar que nos distraiga. Tenemos una misión, y debemos seguir adelante.

El grupo decidió establecer un campamento temporal para pasar la noche. Mientras montaban las tiendas y encendían una fogata, el reflejo de las llamas bailaba sobre la superficie del agua, creando sombras que parecían moverse independientemente.

En medio de la noche, un sonido los despertó. Era un canto melódico, casi hipnótico, que parecía emanar del río. Todos se levantaron, atraídos por la belleza del sonido, pero también cautelosos de su origen.

Juan: (con asombro) ¿Lo escuchan? Es como si el río nos estuviera llamando.

Karen: (con miedo) Es hermoso, pero… hay algo siniestro en él.

Ana: (con curiosidad) Tal vez sea una invitación… o una advertencia.

Dustin: (preparando su arma) No importa lo que sea, no bajaremos la guardia.

Kian: (observando el río) Algo nos quiere comunicar. Mañana, al amanecer, investigaremos el río. Por ahora, intentemos descansar.

A pesar de la inquietud que les provocaba el canto, el grupo logró conciliar el sueño. Sin embargo, la presencia en el río seguía allí, observándolos, esperando el momento adecuado para revelar su verdadera naturaleza.

Con la primera luz del alba, el grupo se despertó, aún con la inquietante melodía del río resonando en sus oídos. La presencia misteriosa que los había seguido parecía haber desaparecido, pero la sensación de vigilancia persistía.

Juan: (mirando el río) Algo nos quiere decir ese río, algo importante.

Karen: (preparando el desayuno) Tal vez, pero no podemos olvidar que tenemos que llegar a la Estación Carchi. No podemos distraernos.

Ana: (con una expresión pensativa) Siento que la respuesta a nuestros misterios está en ese río, como si las aguas mismas nos estuvieran guiando.

Dustin: (revisando su equipo) Bueno, si vamos a investigar, mejor hacerlo rápido. No sabemos qué peligros nos esperan.

Kian: (con determinación) Entonces esta decidido. Después de desayunar, exploraremos el río. Mantengamos los ojos abiertos y estemos preparados para cualquier cosa.

El grupo terminó su desayuno y se dirigió hacia el río Mira. La corriente era fuerte, y las aguas oscuras ocultaban lo que pudiera haber debajo. Se dividieron en parejas para cubrir más terreno, buscando cualquier indicio que pudiera explicar la presencia misteriosa y el canto nocturno.




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