Con la llegada de Daniela y Adrián, junto a un grupo selecto de familiares y amigos, al cementerio familiar para la boda. La ceremonia es secreta, y se ha acordado que se realice a medianoche. El Padre Esteban, aunque reticente, acepta la ceremonia con ciertas reservas: ha sentido presencias en el cementerio cada vez que ha visitado el lugar y nota un ambiente oscuro.