Hasta que La Sociedad Nos Separe

Epílogo

Decían que enseñar religión era una bendición. Yo asentía, aunque nunca supe si lo hacía por fe o por miedo.

Miedo a preguntar, a desviarme, a escuchar con demasiada atención esa voz interior que siempre llegaba cuando el aula quedaba en silencio.

Sabía que algo tenía, pero hasta la fecha no sé qué es. Miro desconcertada los pasillos vacíos de la escuela. Miro personas con desinterés. Ya no sé lo que me pasa. Mis compañeros mencionan a Esteban, recordándolo como mi prometido. Aún no me caía el veinte de que ya me casaría, de que mi vida por fin sería normal—o eso me hago creer.

Ellos me mencionan "Esteban, tu prometido". Yo asiento con sutileza y con una sonrisa forzada. Es más un ruido en mi cabeza que amor.

Esteban. Un buen hombre, a decir verdad. Él no es malo, es atento y cariñoso. Solo que no sé cómo amarlo, no sé cómo generar un afecto hacia él, y eso me asusta...

Los días transcurrían. Yo no sabía qué pasaba. Probablemente estaba estresada por los preparativos de la boda a la que tanto me presionaron mis padres. No podía negarme a lo que me decían, no tenía el valor de hacerlo. Simplemente acepté sin más, como si fuera algo sencillo, y me arrepiento tanto de ello. El hecho de pensar que estaré amarrada a alguien me pone mal, me pone... tensa

Ahora no sé qué hago sobrepensando esto en una librería. Miro a mi alrededor: todos... normales, despreocupados. Mientras yo... me derrumbo por dentro. Hay un caos dentro de mí, un rompecabezas sin resolver. Siento que me falta una pieza, pero aún no sé cuál es.



#4651 en Novela romántica
#1368 en Chick lit

En el texto hay: cliche, romance, lesbian

Editado: 27.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.