Capítulo 2: Cambio de planes
—Te dejo -dijo con una sonrisa después de haberme puesto en una de las situaciones más incómodas de mi vida.
Y salió del cuarto dejándome aún muda y desorientada.
Yo traté de recuperarme pronto para no demorar y resultar sospechosa, pero me tomé mi tiempo para sentir y gozar del perfume que invadía toda la habitación. Un perfume caro de hombre y muy exquisito por cierto.
Cuando salí del cuarto de Steve, con camiseta limpia y completo control de mis emociones al fin, noté en Jimmy una mirada extraña, un tanto más apesadumbrado que de costumbre, pero teniendo en cuenta que yo desconocía el efecto que algunas cervezas podían causarle a su ánimo, no me preocupé.
—Muchas gracias -le dije a Steve con una sonrisa ensayada entre amable e indiferente.
Él tomó mi blusa y la puso a lavar, y la noche continuó entre charlas y risas hasta que los rayos del sol del domingo comenzaron a filtrarse por los amplios ventanales de la sala, momento en que todos mostramos intención de partir, especialmente por Sophie y David que, aún viviendo juntos desde hacía bastante tiempo, hacía rato que habían comenzado a no poder disimular su urgencia de estar solos.
* * *
El lunes escribí un mail a la Revista de Arizona, declinando, por razones personales, la entrevista que tenía programada para el día siguiente.
Las razones, en realidad, no sólo eran personales sino que, sobre todo, inexplicables. Aunque, en lugar de “razones”, debería haber dicho “razón”, ya que era una sola: un inglés de ojos azules y presencia avasallante, que había logrado, sin él saberlo, hacer un click en mis fibras más íntimas, y desestabilizar los cimientos de una vida que, a mis veintisiete años, yo creía ya sólida y definida.
Nadie sabía que yo aún era virgen. No tenían por qué saberlo porque a nadie le interesaba la intimidad de mi vida privada. En Nueva York pocos conocían mi historia, y mucho menos que yo había decidido, desde muy joven y por escuchar los consejos de mi padre, que sólo tendría intimidad con quien yo eligiera, con quien yo sintiera una conexión genuina sin importar si sería para siempre o terminara al día siguiente, y esa conexión la había sentido con Steve. Si él la sentía o no, era otra historia, pero por mi parte estaba dispuesta a continuar viviendo un tiempo más en Nueva York, porque, de pronto, había sentido que unos fuertes lazos me habían maniatado y me tenían aferrada a esta ciudad, aunque no supiera por cuánto tiempo.
* * *
La semana siguiente Sussy no tuvo que rogarme que saliera con ellos, y se mostró muy contenta por eso. El sábado fuimos otra vez al departamento de lujo y esta vez no me puse una blusa blanca, sino que elegí una estampada para no tener problemas.
Esa noche le tocaba a Sussy elegir película y, como todos esperábamos, eligió una romántica. Otra vez, como la película no era de las mejores, hubo muchas burlas y carcajadas respecto a ella, y también charlas sobre la semana de cada uno, la vida personal, el trabajo…
Steve ya no volvió a ofrecerme una segunda botella de cerveza, y otra vez se sentó en la alfombra, a mi lado.
—Disculpa, desde que me sumé los sábados te dejé sin asiento -le dije sintiendo sincera culpa.
—No te preocupes, me gusta sentarme en el suelo.
Y me regaló una de esas sonrisas que desarman todas las barreras.
—Eres de Arizona, ¿cierto? -comenzó él.
—Sí, de Prescott. ¿Tú?, ¿de qué lugar de Inglaterra?
—De Londres.
—Tu familia ¿está allá?
—Sí, mi mamá y mi hermano menor. Los extraño -agregó con una sonrisa nostálgica-. ¿Y tú? ¿Tienes familia en Nueva York?
—No, mi única familia está en Arizona.
—¿Por qué Nueva York? Está lejos de Prescott.
—Te diría lo mismo -le dije con una sonrisa-. En mi caso, cuando me recibí conseguí un buen trabajo aquí. Esa es la razón.
—Trabajas en la Revista Real con Sussy y Jimmy, ¿cierto?
—Sí, en el área de comunicación visual.
—¿Extrañas?
—Muchísimo. Tuve planes de regresar, pero sucedieron cosas.
—¿Qué cosas?
—Otro día te cuento.
No podía decirle, así sin más, que las “cosas” que sucedieron se resumían en una sola: él.
—¡Ey! ¡Compartan! -exclamó Sophie levantando la voz y dirigiéndose a nosotros- Todos queremos saber sobre ti, Hanna. Eres muy callada y no cuentas nada. Aunque parece que Steve es muy hábil para obtener información.
Otra vez esa mirada apesadumbrada de Jimmy, que ya comenzaba a inquietarme.
—No hay nada respecto a mi vida que sea interesante -dije con una sonrisa, haciendo un esfuerzo para controlar que no se encendieran mis mejillas, ya que no estaba acostumbrada a ser el foco de atención.
—¿Tienes novio? ¿Estás en un break? ¿O te gustan las chicas? -insistió Sophie.
—La respuesta a tus tres preguntas es “No" -dije sonriendo de nuevo-. Ya ves, nada interesante.