Capítulo 8: Segundo día de ausencia
Al cabo de dos horas de angustia, terminó la cirugía.
El cirujano salió a explicarle a Richard que, tal como lo habían detectado en los estudios previos, la causa de la hemorragia gástrica tenía su origen en una úlcera péptica, y, si bien la operación había resultado exitosa, deberían mantenerla algunos días en Cuidados Intensivos para controlar su evolución, ya que la pérdida de sangre había sido severa y se encontraba muy débil. Luego del alta, el tratamiento sería prolongado y riguroso, pero, por tratarse de una mujer joven, el médico pronosticó una pronta recuperación.
Tuvimos que aguardar dos horas más para que pudiéramos entrar, primero Richard y luego yo, a ver a Alice en Cuidados Intensivos y hacerle saber que estábamos cerca, y hacerle sentir nuestro amor.
Luego de eso, me aparté para llamar a la Revista.
* * *
—¡Hanna, por fin!!! ¡Nos tenías a todos sobre ascuas! ¿Qué está sucediendo?!
—Ay Sussy, sucede de todo. Primero dame tu número así lo agendo y te llamo a tu móvil.
Así lo hizo, entonces la llamé.
—Cuéntame qué sucede, Hanna.
—Estoy en Prescott, en el hospital. Operaron de urgencia a mi cuñada. Todo fue sorpresivo por eso mi hermano me llamó ayer para que viniera de inmediato. Él debía cuidar de ella y yo de mis sobrinos.
—Ay, Hanna, aquí quedamos preocupadisimos con Jimmy, sin saber qué pasaba.
—Gracias -le dije sinceramente emocionada por los buenos amigos que eran-. Yo estoy preocupada por Steve, porque no pude avisarle. Para colmo perdí mi móvil en el avión y quedé incomunicada. Ayer compré otro teléfono pero no pude recuperar todos los contactos… En fin: quería contarte por qué me fui de ese modo y pedirte que me pases el número de Steve.
—Yo no tengo su número pero David seguro lo tiene. Se lo pido y te lo paso, no te preocupes. Si vuelve a llamar, le digo que lo llamarás.
—¿Él llamó?
—Sí, llamó a la recepción pidiendo hablar conmigo. Me preguntó por ti, pero me hizo un comentario extraño. Cuando le dije que habías salido disparada prometiendo llamar más tarde pero que aún no lo habías hecho, me preguntó si no habrías conseguido otro trabajo en Arizona. No entendí por qué dijo eso.
—Creo que yo sí. Después te cuento, Sussy. Espero el número con ansias.
—Ahora le escribo a David. Apenas me lo dé, te lo paso.
El comentario de Sussy me dejó angustiada, deseando con inquietud que se hicieran las siete de la tarde para llamar a Steve y por fin hablar con él y explicarle. Además estaba sintiendo una severa abstinencia de su voz.
* * *
Regresé junto a Richard y me quedé con él hasta las tres, hora en que fui a buscar a mis sobrinos a la escuela y los llevé a la casa. Una vez allí, luego de un descanso, les ayudé con las tareas hasta la hora de la cena.
* * *
En el transcurso de la tarde le escribí varias veces a Sussy, porque seguía sin llegarme el ansiado número. “David no contesta el teléfono”, “David no me ve el mensaje aún” o “Esperando aún la respuesta de David”, fueron las repetidas respuestas de Sussy.
Decidí que llamaría al día siguiente a We Are. Era una empresa prestigiosa y él ocupaba un cargo importante, por eso lo dejaba como última opción. No me parecía correcto que el Gerente de Marketing recibiera en recepción una llamada de su novia. Pero no veía cómo comunicarme de otro modo, si Sussy no me pasaba el contacto.
* * *
A la mañana siguiente, después de llevar a los niños a la escuela, me fui al hospital.
El parte médico de la mañana fue desolador. Alice permanecería una semana en Cuidados Intensivos y otra semana en sala común, antes de recibir el alta. Los médicos querían asegurarse una completa recuperación, y luego la enviarían a casa con al menos quince días más de reposo, si bien no absoluto, pero sin ningún tipo de tarea doméstica.
Esto cambiaba el panorama en la vida de todos, incluso de la misma Alice, acostumbrada a hacerse cargo de su hogar -de los niños, los quehaceres, las compras- y de su propio trabajo como decoradora de interiores.
Richard y yo deberíamos reacomodar nuestras propias obligaciones para ayudar a mi cuñada a salir adelante, y es lo que nos propusimos hacer.
Por lo pronto mandé a mi hermano a la casa para que tomara una ducha y descansara en una cama cómoda -yo me quedaría en su lugar-, con la condición de que regresara antes de las quince para que yo pudiera ir por mis sobrinos.
Una vez que me quedé sola, llamé a la Revista para hablar con mi jefe. El señor Brown fue muy amable al interesarse por la salud de mi cuñada, y cuando le expliqué la nueva situación quiso darme un mes de vacaciones adelantadas para que pudiera quedarme en Prescott. Al final, a causa de mi insistencia, acordamos que me enviaría la laptop en la que trabajo a diario, para que pueda hacerlo a distancia al menos durante el tiempo que mi familia me necesite.
Una vez resuelto esto, busqué en Google el teléfono de We Are y me dispuse a llamar.