Hasta que la Vida nos Reúna

Capítulo 13

Capítulo 13: Encuentro

Salíamos de la tienda de juguetes a buscar a Sussy, que se encontraba en la boutique contigua probándose jeans.

Emma iba de mi mano abrazando el mono rosa de peluche que Jimmy le acababa de comprar.

De pronto nos detuvimos. Un enorme vacío se apoderó de mi estómago cuando nos topamos frente a frente con Steve, acompañado por una mujer elegante, de cabello castaño al hombro y ojos cafés.

Él me miró con gesto severo. Sus amados ojos azules nos recorrieron primero a mí, luego a mi hija y finalmente se fijaron en Jimmy.

Emma le tendió su peluche, como reconociéndolo. Él volvió a mirarla suavizando su gesto y yo sentí que el universo se detenía.

También vi, por el rabillo del ojo, que Jimmy apretaba con fuerza su puño.

—Que Emma no vea -me dijo en un susurro con la voz enronquecida de furia y sus ojos celestes echando chispas de odio.

—Jimmy, no -le supliqué por lo bajo.

Aún así levanté a mi pequeña y me volví para entrar otra vez en la tienda.

De pronto sentí el golpe.

Me volteé para ver cómo Steve se tambaleaba llevándose la mano a la mandíbula, mientras la mujer le gritaba algo a Jimmy. La expresión de él era de absoluta confusión.

Un poco más allá, en la puerta de la tienda y con una bolsa de compras en las manos, Sussy, inmóvil, abría desmesuradamente los ojos presenciando la escena.

Steve me miró, tomó a la mujer del brazo, y regresaron por donde habían venido.

Cuando ellos se alejaron, Sussy corrió a abrazar a Jimmy

—Estoy orgullosa de ti, amigo

Recién entonces el gesto de Jimmy se relajó.

—Hacía tiempo que quería hacerlo.

—No tenías por qué, Jimmy. Ya pasó.

—Fue un imbécil y quería darle su merecido.

—Totalmente de acuerdo -dijo Sussy-. Ya que volvió a Nueva York, no necesitaba pavonearse con esa mujer y menos frente a nosotros. Mucho menos frente a ti, Hanna.

El cariño de mis amigos me emocionó. En todos estos años jamás me habían dejado sola. Podría decirse que, a pesar de todo, yo era una mujer afortunada.

—Bueno, no permitamos que nos arruine la salida al shopping. Busquemos un lugar donde sentarnos a cenar y nos muestras qué compraste, Sussy -dije tratando de dominar el temblor de mi voz, producto del temblor general de todo mi cuerpo.

El resto de la noche estuve a medias consciente de lo que hacíamos y conversábamos. Cuando Emma se durmió en mis brazos, Jimmy la tomó y la sostuvo él, y así pudimos quedarnos más tiempo hasta que decidimos que era hora de regresar.

Él y Sussy habían creado lazos tan estrechos con mi hija que llegaron a ser una parte importante de su vida y constituyeron su familia por adopción en la ciudad de Nueva York. Y también la mía.

Cuando llegamos a casa, acosté a mi niña en su cama y me arrodillé a su lado.

—¿Qué fue eso, Emma? -pensé, mientras acariciaba la cabecita y los rulos rojos de mi hija- ¿Sentiste la conexión? ¿Sentiste los lazos con tu papá, al igual que yo? No podemos atarlo, hija, pero deberíamos decirle, ¿cierto? Es su derecho.

No quise decidir esa noche, sólo quería disfrutar el recuerdo de su imagen en el shopping. Quién era esa mujer no importaba, ya que no pensaba correr a conquistarlo. Sólo quería disfrutar del recuerdo, no sólo de su imagen, sino también de su contacto.

De algo sí estaba segura: no me arrepentía de nada. Lo que viví con él fue mi elección y creo que fue una de las mejores de mi vida. Si se terminó, tampoco importaba, había sido inmensamente feliz.

¡Cuántos buscan esa clase de felicidad toda su vida y no la encuentran! Yo la había encontrado aunque hubiera sido breve.

Ahora tenía otro propósito que me hacía igualmente feliz, y era velar por mi hija, esta niña que amaba con el alma y a la que iba a proteger y cuidar para que sea feliz mientras durara mi vida.

∼ * * * ∽

Steve

No pensaba encontrarla, pero quería. Fue bueno verla aunque dolió. ¡Hanna madre! Me resultaba increíble. Hubiese deseado ser yo el padre de esa niña, ¡cuánto la amaría! Tenía los ojos celestes de Jimmy y era amable y dulce como la madre. Deseé que no fuera igual de traicionera.

—¿Quiénes eran, Steve?!

Me preguntó Amber cuando estábamos llegando a las escaleras mecánicas para bajar al aparcamiento del shopping.

—Antiguos amigos.

—¡Con esos amigos para qué necesitas enemigos!

Yo les había fallado. No los atendí cuando fueron a mi apartamento aquel día. Estaba demasiado dolido y no quería ver a nadie. Sin embargo no deseaba explicarle a Amber.

Pero… ¿Por qué el golpe? ¿Qué le hice yo a Jimmy más grave que no abrirle la puerta? No lograba comprender.

—¡Aguarda Steve!!

Amber me tomó del brazo y me detuvo antes de subir al auto.




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