Capítulo 20: Fabricando recuerdos
Desperté con el brazo de Steve envolviéndome, su pecho fuerte apretado a mi espalda, su respiración en mi cuello, su perfume otra vez en mi cuarto.
Sonreí.
Disfruté de ese despertar acariciando su brazo. ¡Había anhelado tanto sentirlo así! En otro tiempo amanecíamos desnudos, pero parecían recuerdos de otra vida. En ésta me era suficiente sentir su respiración y su abrazo.
Por el momento.
—Mamiiiii.
Steve pegó un salto y corrió al cuarto de Emma.
Desde mi cama escuché el saludo.
—Buen día preciosa, ¿dormiste bien?
—Sí, ¿y mi mami?
—Vamos a verla.
Los encontré en el pasillo cuando salía de mi cuarto. Emma en brazos de Steve.
—Hola princesa -le dije dándole un sonoro beso en la mejilla-. Mami te preparará el biberón. Siéntala en el sillón -le dije a Steve.
Luego él comenzó a recoger las sábanas del sofá, y me miró.
—¿Por qué corres?
—Se me hace tarde para ir al trabajo. Tú deberías irte también.
—Tú no irás al trabajo; tienes el certificado del médico; te dijo que descanses hasta el lunes.
—No puedo hacerle eso al señor Brown. Siempre que lo necesito él me da permisos, así que no voy a faltar por un simple estrés.
Se acercó a mí y me tomó por los brazos.
—Detente. No corras. Deberías obedecer al médico.
—Tú sabes que no son las corridas las que me estresan ¿verdad? Él habló de “angustia” y “ansiedad” -le dije levantando las cejas.
—Me rindo -respondió Steve levantando las manos.
—Vete, que debes cambiarte para ir al trabajo, tu ropa está arrugada.
—Está bien, nos vemos esta tarde. Traeré ropa más cómoda -dijo con una sonrisa pícara.
—¿Por qué?
—¿Por qué nos vemos o por qué lo de la ropa? -preguntó levantando una ceja con cara de falsa inocencia.
—Lo primero -respondí molesta.
—Debo cuidarte -y me sonrió con su sonrisa perfecta-. Además, debes explicarme algo.
Inmediatamente, sin darme tiempo a responder, se inclinó, besó a Emma, y se despidió.
* * *
Esa tarde Steve quiso ayudar a Emma a andar en bici. Recorrieron nuestra acera unas cuantas veces hasta que ella tomó confianza y ya no necesitó de su ayuda. Entonces él vino a sentarse a mi lado, en el borde del cantero, mientras controlábamos que mi niña no se alejara demasiado.
—¿Puedes explicarme?
—¿Qué cosa?
—Lo de anoche.
—Tú siempre me pides explicaciones complejas.
Me miró como diciendo “Tú eres compleja”, pero no lo dijo. Simplemente aguardó.
—Quería volver a sentirte.
Y sonreí como para mí, reviviendo la hermosa sensación con la que había despertado en la mañana.
A continuación guardé silencio, considerando que ya había respondido a su pregunta. Pero evidentemente para él no fue suficiente.
—Explícame.
Suspiré resignada.
—Cuando supe que te habías ido a Londres y no volverías, al principio me sentí desolada. Después, al llegar al departamento, ya no me importó. Sentía tu perfume flotando en el aire, te veía en cada rincón, y cuando me iba a la cama, sentía tu abrazo y tu respiración en mi nuca.
No le dije que incluso, a veces, soñaba que hacíamos el amor. Eso lo guardé para mí.
Me puse de pie porque mi niña se alejaba.
—¡Emma, regresa!
Cuando la vi volver, continué.
—Al mudarme a esta casa, te perdí... Fue por eso. Quería fabricar nuevos recuerdos.
Él se me quedó mirando sin decir palabra, con una intensidad que estremecía.
—No tienes que volver a hacerlo. Te libero -dije riendo nerviosa.
—¿Y si yo deseo hacerlo? ¿Y si prefiero que me sigas usando para lo que tú quisieras?
—No me gusta abusar de la gente. Así que tampoco tienes que venir a cuidarme todos los días. De hecho, mañana ya no regreses.
Él no replicó. Se miró las manos, luego levantó la cabeza y fijó su vista en el espacio vacío -habría pagado por saber qué pasaba por su mente-. Después se puso de pie y fue junto a Emma.
Caminó a su lado largo rato, hasta que ella se detuvo y dijo que estaba cansada.
Ya caía la tarde.
Cuando entramos, me apresuré a bañarla antes de que se durmiera.
Steve se ofreció a preparar la cena, por lo que, cuando terminamos en el baño, ya pudimos sentarnos a cenar.
Al terminar, Emma esta vez buscó los brazos de su padre, e inmediatamente se quedó dormida.