Hasta que la Vida nos Reúna

Capítulo 31

Capítulo 31: Sorpresas

Acabábamos de llegar del parque con Emma. Nos habíamos ido las dos solas -ella con su bicicleta-, hasta el pequeño espacio verde que había a dos manzanas de nuestra casa, en el que había juegos para niños y senderos adoquinados para ciclistas, y al que había ido la tarde anterior con su padre.

Al regresar la bañé y luego tomé yo una ducha rápida mientras ella simulaba leer un cuento en su cuarto.

Tenía planes para ese sábado: prepararía la cena para las dos, y cuando Emma se durmiera me instalaría en la sala a mirar una película. Tenía ganas de ver un thriller que no tuviera nada de romance; quería evitar todo lo que se relacionara con amor, parejas, o cualquier otra cuestión de sentimientos.

Cuando me dirigía a la cocina sonó el timbre. Me extrañó la hora ya que comenzaba a oscurecer y no esperaba a nadie.

Al mirar por la mirilla vi a Sussy, y abrí de inmediato. Pues no estaba sola. La sonrisa de sol de Sussy venía acompañada de otra sonrisa de sol, la de Jimmy, y más atrás, una más discreta, la de Steve.

Los miré sin comprender. Hacía tiempo que no veía a mis amigos fuera del trabajo, ya que me había propuesto darles su espacio para que intentaran trabajar en una relación, y Steve que había venido la tarde anterior a pasar tiempo con Emma, no me había comentado de esta visita.

—¿No nos vas a dejar pasar? -dijo Sussy con su alegría de siempre y dándome un abrazo apretado.

Me aparté para que pasaran, aún emocionada por la sorpresa.

—Mira, podrás decir lo que quieras, Hanna, pero los tres decidimos que ya no te dejaremos seguir pasando sola los sábados. De lo contrario se te va a hacer costumbre y te vas a volver una ermitaña.

—Además extrañamos horrores a nuestra sobrina del alma -agregó Jimmy entrando por el pasillo al cuarto de Emma.

—¡Tío Immyyyy! -se escuchó gritar a mi pequeña.

—Mmmm ¡qué pesada estás! -decía la voz de Jimmy- ¡Cuánto has crecido!

Luego aparecieron los dos en la sala, Emma en brazos de Jimmy.

—¡Tía Zuzyyyy! -gritó mi niña extendiendo los brazos a mi amiga.

Ésta la alzó y la llenó de besos.

—¡Papá Tiiiiv! -dijo luego extendiendo los bracitos hacia Steve.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de cuánto había extrañado ese cuadro de amor, y cuán evidente era que mi hija también lo había echado de menos.

—Trajimos la cena -dijo Sussy- así nadie trabaja hoy. Algo livianito para Emma -agregó sacando de la bolsa una bandeja con una presa de pollo y papas- y para nosotros… -y extrajo las cajitas de comida china.

Me apresuré a tender la mesa y nos sentamos los cinco a cenar y, sobre todo, a platicar. Yo no podía estar más feliz. Tenía, reunidos en mi casa, a cuatro de mis personas más queridas -los otros cuatro se hallaban lejos, en Arizona-.

—¿Cómo se les ocurrió ésto? -le dije por lo bajo a Sussy-. ¿Por qué decidieron venir? Ustedes… ¿no necesitaban más tiempo?

—¡No! ¡Claro que no! Hablamos mucho durante este tiempo que nos impusiste a solas. Jimmy ha estado tratando de superarte y nos dimos cuenta -en realidad Jimmy se dio cuenta, porque yo ya lo sabía- que también entre nosotros nos queremos mucho y que ninguno puede estar mucho tiempo alejado del otro. Anoche tuvimos una cita. Estuvo fantástica -agregó bajando aún más la voz, mientras los hombres hablaban por su parte- y, después de una excelente noche de sexo, decidimos que ya era hora de volver, no le hallamos sentido a seguir separados de ti y de Emma.

—¡Cuánto me alegra, Sussy! Estoy muy feliz por los dos. Lo único que deseo es que sean siempre felices -le dije emocionada-. Además ¡los extrañábamos horrores!

—No te me pongas sensible que tenemos que pasarla bien.

* * *

La noche fue estupenda. La compañía y las charlas hicieron de ese sábado un día especial. Emma no quiso dejar la reunión -estaba muy emocionada por la visita de sus tíos queridos y su papá “Tiv”-, por lo que se durmió, ya tarde, en mis brazos.

Apenas empezó a amanecer, todos se fueron pero me dejaron feliz. Me fui a la cama sin poder conciliar el sueño. La noche había sido muy agradable y quería repasarla en mi mente.

Sussy y Jimmy se estaban entendiendo y comenzando una relación. Se los veía felices. Los dos eran tan buenos amigos y sobre todo tan buenas personas, que no veía que nadie lo mereciera más que ellos.

Por otra parte Steve se estaba reinsertando al grupo; lentamente estaba recuperando su lugar y la confianza de los demás. Eso también se sentía bien. La amistad de Sussy y Jimmy podrían sostenerlo cuando quisiera caer.

En ese momento vibró mi móvil. Era él.

—Hanna, ¿dormías?

—Aún no. Estoy demasiado feliz para conciliar el sueño.

—Fue una reunión agradable.

—Lo fue. Emma y yo los extrañábamos mucho.

—Son buenos chicos, y parece que están iniciando una relación.

—¡Sí! Me alegro muchísimo por ellos.




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