Hasta que las estrellas desaparezcan

Capítulo 2: El llanto de una estrella

Olivia Kimura

Cuando el reloj de la oficina marca las doce del mediodía, escucho dos ligeros golpes en la puerta y pronunciando un "adelante", Toshiki y Hiro ingresan a la oficina en medio de un silencio estremecedor. Tal parece que todos se han puesto de acuerdo el día de hoy, ya que lo único que recibo como respuesta es un silencio sepulcral. Mi sobreestimulación provoca que toda reacción a mi alrededor me irrite, temo explotar ante alguien en cualquier momento.

—Tu decoración es anticuada…deberías ser más creativa —dijo Toshiki con un tono burlón—. Parece la casa de mi abuela.

—Gracias por tu observación, Toshiki.

Cerré la puerta mientras un suspiro se escapa de mis labios. Intento mantener la calma mientras mi cuerpo clama por descanso, el día apenas estaba comenzando para mí y mis niveles de estrés se encontraban más alterados de lo normal. Entonces recordé el motivo por el cual mi padre falleció, su estrés había colapsado su corazón, años de estrés provocados por mi madre habían causado su prematura partida.

Toshiki sonríe burlista y toma asiento en uno de los sofás mientras que Hiro se acerca con cautela como si estuviera procesando las palabras que está a punto de decirme. Hiroshi Takahashi ha sido parte de mi vida desde la época del internado en los Estados Unidos, es el hijo menor de la familia Takahashi dueños de la producción de entretenimiento por excelencia de Japón. Para mala suerte de su familia, el sueño de Hiro siempre ha sido ser baterista de un famoso cantante, en su caso, baterista de Toshiki. No es casualidad que ambos se hicieran mejores amigos algún tiempo después de haberlos presentado y propuesto a trabajar en conjunto.

Toshiki posee un encanto especial que cautiva el corazón de quien se le acerque.

—¿Qué ha sucedido en la reunión? —Pregunta Hiro discretamente—. He escuchado de mi hermano que no ha terminado nada bien, están algo ansiosos al no presenciar gran avance de la gira. ¿Se te ha olvidado decirles sobre el bloqueo de Toshiki?

—Lo he olvidado por completo, no sé qué me está sucediendo Hiro —comienzo—. Fue peor de lo que imaginas, se han atrevido a decirme que debería pensar en complacer a mi futuro esposo antes de preocuparme por asuntos de “empresarios” que no me corresponden.

—Esto es una basura de argumento, están desesperados por encontrar desestimar tu tiempo de prueba. Los exámenes finales están a punto de presentarse y te darán la certificación de tus estudios, temen por la votación cuando tienes gran apoyo de la mesa de accionistas.

Una cálida sonrisa adorna mis labios ante el conmovedor discurso que me dedica, mi corazón rebosante de alegría decide tomar en cuenta sus palabras de aliento y tras un suspiro alargado desvío la mirada hacia Toshiki. Quien se encuentra tarareando la estrofa de una canción mientras su cuerpo yace recostado sobre el sofá, agita su cabeza al compás de la melodía y sus pies inquietos parecen llevarle el ritmo.

Tiene razón, estaba a punto de graduarme nuevamente de la escuela de negocios, la votación está a pocos meses de llevarse a cabo y tengo muy buen apoyo de la mesa. Aunque tengo más a favor, las hazañas de mi madre tampoco tienen límite, por lo que mantenerme en calma y alerta es mi objetivo principal. Y mi nuevo reto es enfrentar muchas emociones que me han generado temor desde siempre y el perder el control es de las más temidas en mi diccionario.

—Para que esto termine definitivamente necesito un pequeño esfuerzo de su parte, soy consciente de su arduo trabajo en la gira que cerró en los Ángeles hace casi seis meses. Sin embargo, de no iniciar con una nueva producción, todo habrá sido en vano.

—Toda recompensa requiere un sacrificio, Olivia —dijo—. El tuyo es hacerle volver a la cabina y el suyo, luchar contra su propio bloqueo artístico. Puedo dar testimonio de su frustración estás últimas semanas, por más que intenta escribir una frase en el papel desiste del intento.

—Déjame pensar en algo que lo haga volver a la cabina, por el momento requiero de su ayuda con una colaboración. Ayúdame a distraerlo mientras termino mis pendientes y preparo la estrategia, Toshiki siempre resulta ser un reto encantador.

Tras decir esto, lo observo nuevamente. Me causa cierta curiosidad saber que piensa en esos momentos donde su cuerpo parece ser uno con la melodía de su canción, la suavidad con la cual mueve su cuerpo y se deja llevar por el ritmo. Me pregunto si a todo esto, su necesidad sea un cambio de aire que le permita volver a unirse con sus letras o si necesita convertir a una persona en su nueva inspiración, para nadie es un secreto que en la música de Toshiki se encuentra impregnado su corazón.

Siempre ha existido una musa que mueve el sentido de sus letras y de su corazón, las cartas de amor que ha transformado en estrofas de una canción pertenecen a alguien…y me genera una atracción incontrolable saber de quién se trata.

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Enero de 1972

Al cumplir los doce años una inesperada orden marca mi vida y mi personalidad por completo, mi madre toma la decisión sin consultar a mi padre, de enviarme a un instituto privado en los Estados Unidos. Su excusa ha sido que la educación primaria de una mujer es esencial para que un esposo exitoso pueda presumir a su esposa en las galas. Tal vez para mamá conocer sobre leyes económicas y estrategias de inversión no eran temas de interés para una mujer pero el conocimiento social básico sí lo era, historia, política y arte eran un tema primordial para la familia.

Esa edad representa para mí un torbellino de emociones, no solo estaba por presenciar un cambio importante en mi crecimiento como adolescente sino también un cambio de personalidad estrepitoso. Cuando se crece en una familia que vive de apariencias, una personalidad recatada es esencial para pulir los estándares del apellido. Claramente esto genera en una adolescente una serie de inseguridades de las cuales no será consciente hasta la adultez.




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